Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Desde tiempos inmemoriales, las oraciones han sido ofrecidas por individuos durante tiempos de enfermedad, y colectivamente en ceremonias para celebrar la Realidad Divina y pedir por bendiciones.
Las recientes investigaciones científicas sobre asuntos metafísicos, como la dinámica de la oración y la meditación en la curación, están cargadas con desafíos debido a nuestra incapacidad para medir los aspectos inmateriales de estos fenómenos. Por otro lado, Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la fe bahá’í, se refirió al futuro de la ciencia y dijo que una de las señales de la llegada a la madurez de la humanidad será el surgimiento de la ciencia como “filosofía divina”. «Ello es un índice del impresionante esplendor y expansión que el conocimiento habrá de alcanzar en el futuro«. Aunque estamos lejos de alcanzar la mayoría de edad de la humanidad, podríamos prever la posibilidad de que la expansión del conocimiento incluya el desentrañamiento del poder espiritual de la oración y la meditación.
«Es el lenguaje del alma para comunicarse con su Creador, una forma de dar expresión a las aspiraciones espirituales.»
En su libro de 2009 «Cómo Dios cambia tu mente», el neurocientífico Andrew Newberg y el terapeuta Mark Robert Waldman escribieron que «La mayoría de los diccionarios definen la oración como el acto de comunicarse con una deidad, especialmente en forma de una petición o un pedido de ayuda. La meditación, sin embargo, se define comúnmente como una reflexión contemplativa o un ejercicio mental diseñado para traer un mayor nivel de conciencia espiritual». Para la gente que vivía en la antigüedad, la oración era el único medio de buscar consuelo y seguridad. Es el lenguaje del alma para estar en comunión con su Creador, una forma de dar expresión a las aspiraciones espirituales.
En cuanto a la meditación, Abdu’l-Bahá, el hijo de Bahá’u’lláh, dijo en un discurso en 1913, «Es un hecho axiomático que mientras se medita se está hablando con el propio espíritu. En tal estado mental, se hacen ciertas preguntas al espíritu y éste os contesta; la luz se abre paso y la realidad se manifiesta«.
Una encuesta Gallup de 2016 sobre religiosidad en los Estados Unidos reveló que el 89% de los adultos americanos creen en Dios o en un Espíritu Universal. En otra encuesta, el 87% de los participantes dijo que la religión era importante en sus vidas. Investigaciones adicionales muestran que el 76% de los americanos oran diariamente, y muchos reconocen que recurren a las oraciones para obtener ayuda para superar la enfermedad.
Mientras que los adherentes de las religiones ejercen la práctica de la oración como una cuestión de fe, los científicos se han interesado en los beneficios de salud de la oración desde al menos el siglo XIX. En 1872 Sir Francis Galton, por ejemplo, realizó un estudio retrospectivo de los efectos de la oración en los monarcas británicos. En épocas más recientes, se han llevado a cabo investigaciones similares. Su objetivo es descubrir la naturaleza y profundidad del efecto curativo de la oración en la angustia y la enfermedad, así como en el bienestar de las personas. En un estudio cuidadosamente diseñado de 990 pacientes cardíacos utilizando investigación aleatoria, controlada, doble-ciego y prospectiva, se encontró que las oraciones de intercesión pueden ser efectivas como una adición al tratamiento estándar de estos pacientes. Un estudio sueco de pacientes con transplante de riñón también informó que aquellos pacientes por los que se rezó fueron más capaces de hacer frente al estrés y tuvieron menos rechazo de órganos.
Sin embargo, algunas personas creen que los investigadores que buscan pruebas contundentes del poder de la oración han malinterpretado su naturaleza, juzgando sus beneficios únicamente por su efecto físico en un individuo. La oración y la meditación, por cierto, pueden ser vistas como herramientas para la relajación y la serenidad – teniendo efectos neurofisiológicos en el cerebro, el corazón, la presión sanguínea y la tensión muscular. Pero desde la perspectiva de la religión y la espiritualidad, pueden tener otros efectos que no son medibles por los medios disponibles para la ciencia.
Abdu’l-Bahá nos dice, «Existen dos maneras de curar las enfermedades: por medios materiales y por medios espirituales. La primera se efectúa por el tratamiento de los médicos; la segunda consiste en oraciones que los seres Espirituales ofrecen a Dios y en volverse hacia Él. Deben utilizarse y practicarse ambos medios«. La ciencia médica utiliza la observación clínica y la tecnología para diagnosticar y tratar enfermedades y para restaurar la salud. La oración es un proceso espiritual que mejora la curación y restaura la esperanza y la integridad. Juntos estos dos se complementan. En su libro de 2002 «Inner Quest», el autor Pandit Rajmani Tigunait escribió que «La espiritualidad es una ciencia completa que implica un estudio exhaustivo de la naturaleza intrínseca del alma y su relación tanto con el mundo exterior como con la conciencia universal».
En una charla en Londres en 1913, Abdu’l-BahÁ declaró que «La meditación es la llave que abre las puertas de los misterios. En ese estado, el ser humano se abstrae; en esa actitud se aísla de todos los objetos que le rodean; en este estado subjetivo se sumerge en el océano de la vida espiritual, y puede descubrir los secretos de las cosas en sí mismas. Para ilustrar esto, pensad en un individuo dotado con dos clases de vista: cuando usa el poder de la visión interior, el poder de la visión exterior no ve«. Sin embargo, Abdu’l-Bahá nos llama la atención al hecho de que «algunos pensamientos son inútiles… Pero si la facultad de la meditación está bañada de luz interior y marcada con los atributos divinos, sus resultados serán confirmados«.
Explorar el misterio del efecto de la oración y la meditación en nuestra mente y alma es una tarea abrumadora. La investigación en neurociencia ha demostrado que la meditación y la oración tienen efectos beneficiosos en la corteza frontal y el sistema límbico del cerebro, trayendo una sensación de alegría, amor y optimismo. El efecto de la meditación en el cerebro es particularmente importante porque, como escribieron Newberg y Waldman, «contrarresta nuestra propensión biológica a reaccionar a una situación peligrosa con animosidad o miedo«. Sin embargo, también parece hacernos más sensibles al sufrimiento de los demás».
¿Puede la ciencia encontrar algún camino de curación a través de la fe y las oraciones? Como Newberg y Waldman también escribieron en su libro, se ha formulado la hipótesis de que nuestros neuropéptidos – los transmisores de las neuronas – y el sistema inmunológico son vías biológicas que pueden conectar los procesos mentales, incluyendo la oración y la meditación. Además, un estudio de investigación en la Universidad de Harvard mostró que la meditación podría ayudar a prevenir la degeneración cerebral y el declive cognitivo. Cuanto más meditamos en la Palabra de Dios, o para un objetivo específico, más se activa el tálamo – el centro de procesamiento de información – en el cerebro y aumenta su tamaño. Las prácticas espirituales pueden tener un efecto en los neurotransmisores. «Por ejemplo, se encontró un aumento del 65 por ciento en la dopamina cuando los individuos practican el yoga nidra, una forma de meditación en la que una persona mantiene la atención consciente«, escribieron Newberg y Waldman
Los investigadores han encontrado más efectos biológicamente beneficiosos de la meditación que de la oración. Esto puede deberse en parte a que se han realizado más investigaciones con respecto a la primera, pero también puede deberse a la naturaleza espiritual de la oración, que no se presta a mediciones científicas. Por ejemplo, la investigación científica ha encontrado una reducción significativa del estrés, la ansiedad, la presión arterial y la supresión de la liberación de cortisol, también conocida como la hormona del estrés, en quienes meditan regularmente. Los investigadores también han observado un aumento de la respuesta inmunológica, estados de ánimo positivos, relajación y mayor tolerancia al dolor. Sin embargo, si bien la meditación y la oración pueden tener efectos físicos y fisiológicos positivos en el cuerpo, esos cambios no explican el misterio ni definen el mecanismo de tales efectos.
Aunque muchos estudios de investigación sobre el efecto de la oración en la curación han sido favorables, algunos otros informaron de resultados negativos. Esto no debería sorprender debido a la naturaleza intangible y espiritual de la oración, que depende no solo de la sinceridad del individuo que la ofrece sino también de la sabiduría de la intervención divina. Desde el punto de vista bahá’í, aunque la oración y la meditación son importantes y dignas de elogio, la gente debe ser consciente de que, en última instancia, es la voluntad de Dios la que determina si se concederá o no una cura.
Comentarios
Inicia sesión o Crea una Cuenta
Continuar con Googleo