Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Recientemente he estado pensando sobre la idea del sacrificio, así que quise compartir algunas ideas de las enseñanzas bahá’ís sobre este tema. En estas se resaltan las cualidades relacionadas con el sacrificio que pueden conducir a una vida de acción transformadora.
Mientras llegaba a la madura edad de 33 años, me he establecido y, cada vez más, me he ocupado en responsabilidades familiares, y estoy encontrando cada vez menos práctico entregarme por completo a alguna causa que valga la pena.
Mi vida está llena de trabajo y atención para mis seres queridos. Sin embargo, lo que hago no necesariamente está ayudando a transformar el mundo. No crea nuevas formas de existencia social, o galvaniza a un gran número de personas para la acción colectiva. Estar tan profundamente inmerso en la vida privada puede ser desalentador cuando es evidente que el cambio social y espiritual que necesita el mundo requiere sacrificio personal.
Ya sea que se trate de cuestiones relacionadas con el medio ambiente, la desigualdad económica, la asfixia espiritual del materialismo, la opresión de la raza, el género, la religión u otros marcadores de identidad basados en grupos enteros, alguien, en algún lugar, de alguna manera, necesita dejar de lado sus formas actuales de hacer las cosas para comenzar a contribuir al bienestar social y espiritual del mundo. Eso requiere sacrificio. No podemos simplemente tomar la salida fácil.
Pero las preguntas sobre quién debe sacrificar qué, y cuándo, por qué y cómo deben hacerlo son mucho más difíciles de resolver. Después de todo, el sacrificio es difícil. Si lo va a hacer o llamar a otros para que lo hagan, necesita desarrollar una visión atractiva de lo que se podría lograr, especialmente si están empezando a quedarse estancados en sus formas habituales como yo.
Las enseñanzas bahá’ís ofrecen nuevas perspectivas sobre el verdadero significado del sacrificio que puede ayudarnos a responder estas preguntas difíciles, y que son muy útiles para enfrentar los desafíos sociales y espirituales de hoy. En lugar de ver el sacrificio simplemente como pérdida o privación, las enseñanzas bahá’ís enmarcan el sacrificio como el intercambio de una jerarquía de valores por una nueva que es más enriquecedora espiritualmente que la anterior:
Es muy apropiado y conveniente que en esta época iluminada – la edad del progreso del mundo de la humanidad – seamos abnegados y nos pongamos al servicio de la raza humana. – Abdu’l-Bahá, Selecciones de los Escritos de Abdu’l-Bahá, pág. 53.
La comprensión de estos nuevos principios espirituales no solo elevará nuestra motivación por realizar un sacrificio, sino que también cambiará el significado de este.
En una charla que Abdu’l-Bahá dio en 1912 en la ciudad de Nueva York, él describió cuatro significados del sacrificio. Hablando ante una audiencia en un país predominantemente cristiano, se refirió en cada caso a la vida de Jesús. Por un lado, Abdu’l-Bahá utilizó el concepto de sacrificio para aclarar la identidad y la misión de Jesús, y por otro lado, desplegó el concepto de sacrificio utilizando a Jesús como su primer ejemplo. Al describir el sacrificio con tanta potencia con el ejemplo de Jesús, él asoció implícitamente la práctica del sacrificio con el trabajo de la redención individual y colectiva, tan importante para la misión de Jesús, la de Abdu’l-Bahá, así también como la nuestra.
El primer significado del sacrificio, dijo Abdu’l-Bahá, está relacionado con las dificultades y hostilidades que alguien puede enfrentar cuando se levanta a promover una causa justa. Incluso si no nos hemos sacrificado personalmente por algo en lo que creemos, la mayoría de nosotros podemos pensar en las personas que admiramos del pasado o del presente, y pensar en el sufrimiento que soportaron por lograr un bien superior. Mirando hacia el pasado, podemos ver los beneficios que surgieron gracias a su perseverancia a través de las pruebas. Si bien podemos tener desafíos y objetivos diferentes a los de las generaciones anteriores, todavía podemos reconocer el valor del ejemplo de quienes se sacrificaron por nosotros. Abdu’l-Bahá escribió de Jesús:
Se dio cuenta de que su sangre sería derramada y su cuerpo desgarrado por la violencia. A pesar de saber lo que le sucedería, se levantó y proclamó Su Mensaje, sufrió toda tribulación e injusticia en manos del pueblo y finalmente ofreció Su vida como sacrificio para iluminar a los hombres; dio Su sangre para guiar al mundo de la humanidad. Aceptó toda calamidad y sufrimiento para conducir a los hombres a la Verdad. – Abdu’l-Bahá, La Promulgación de la Paz Universal, pág. 438.
Este tipo de sacrificio significa que las acciones que realizamos por alcanzar un propósito superior pueden tener consecuencias dolorosas en nuestras vidas, como lo sería defender la justicia cuando podría poner en peligro nuestro éxito profesional o educativo, dedicar una vida entera al servicio de los demás, incluso cuando pone en peligro nuestra vida, y otras acciones desinteresadas de esa naturaleza. Estas acciones no solo son difíciles de hacer, sino que pueden ser controversiales, incluso entre las personas que simpatizan con los mismos objetivos generales.
Debido a las consecuencias negativas que pueden surgir, es importante que la carga del sacrificio no sea llevada exclusivamente por aquellos que ya tienen muchas dificultades en sus vidas, como los pobres, los agobiados y los desesperados. Ya tienen suficiente de qué preocuparse. En cambio, aquellos de nosotros que tenemos una moderada estabilidad en nuestras vidas debemos dar un paso adelante.
Para Abdu’l-Bahá, el segundo significado del sacrificio significa desarrollar en nosotros cualidades divinas: amor, sabiduría, compasión, generosidad, etc., haciendo que el espíritu de Dios esté presente en el mundo. Dijo que los teólogos cristianos han entendido mal la naturaleza de Jesucristo por pensar que la divinidad ha sacrificado al venir al mundo de una forma física; que una persona divina se ha rebajado al convertirse en carne y sangre. Para los bahá’ís, el sacrificio de Jesús no es solo un oscuro misterio metafísico para contemplar o una simple creencia; en cambio, el descenso del espíritu de Dios en el mundo ocurre a través del maravilloso amor que Jesús demostró en su vida.
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