Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
En junio, cuando comenzaron las manifestaciones provocadas por los asesinatos de George Floyd, Breonna Taylor y Ahmaud Arbery, una amiga de la familia nos envió un mensaje de texto a mi madre y a mí. Nos dijo que nos enviaba su amor y sus oraciones, y escribió: «Si puedo ser de utilidad de alguna manera, por favor háganmelo saber. Orar para que se elimine la injusticia actual significa incrementar la conciencia y movilizar a la gente como aliados, y trabajar para cambiar todos los sistemas e ideales racistas. ¡¡¡Las amo y respeto mucho a ambas!!!».
Me sentí impresionada después de recibir este mensaje. Verán, estos últimos años ha habido un flujo casi constante de noticias sobre personas negras inocentes muertas a manos de la policía. Después de cada uno de estos incidentes, mi corazón dolía y mi espíritu se quebraba ya que no se hacía justicia. Por consiguiente, me sentía desesperada porque en medio de toda esta injusticia, no parecía que a muchas personas no negras les importara.
Y entonces llegó el mensaje de texto de esta amiga de la familia. Me hizo reflexionar sobre cómo decir que creemos en la unidad de la humanidad no es suficiente. Reconocer que somos una familia humana también requiere apoyar a la gente marginada y defender los derechos de los oprimidos.
En 1931, Shoghi Effendi, el Guardián de la fe bahá’í, escribió que la implementación de esta unidad «Requiere una lealtad más amplia, una aspiración mayor que cualquiera de las que ha sentido la humanidad. Insiste en la subordinación de impulsos e intereses nacionales a las exigencias imperativas de un mundo unificado. Repudia, por una parte, el centralismo excesivo, y, por otra, rechaza todo intento de uniformidad. Su consigna es la unidad en la diversidad«.
Mi alegre sorpresa fue cada vez mayor a medida que las grandes corporaciones comenzaron a expresar su solidaridad con el movimiento Black Lives Matter (Las vidas negras importan). Mis redes sociales se inundaron de imágenes y vídeos de grupos de personas unidas, bellas y diversas que marchaban por toda Europa, África, Asia y Australia para protestar contra el racismo sistémico y la brutalidad policial en los Estados Unidos.
Mi corazón se conmovió cuando vi el mural de George Floyd que dos artistas sirios pintaron en su ciudad, la vigilia a la luz de las velas que un grupo de iraníes celebró en duelo por su asesinato, e incluso el oso Black Lives Matter que debutó el Care Bears Creator. Me emocioné cuando oí que la NASCAR y la Marina de EE.UU. dejarían de exhibir la bandera de la confederación, y que la ciudad de Mobile, Alabama, retiraría su estatua confederada. Nunca pensé que los jugadores de Liverpool se pondrían de rodillas en su campo, y definitivamente nunca pensé que la NFL se disculparía, años más tarde, por no escuchar a jugadores como Colin Kaepernick.
Ver estas muestras de lealtad, solidaridad y activismo alrededor del mundo revivió mi espíritu y me inspiró a tener esperanza de nuevo. Me recordaron que las personas negras no están solas en la lucha por la justicia y la equidad. Un amigo me dijo recientemente que se puede sentir realmente el cambio espiritual que está ocurriendo en este momento, y espero que no perdamos este impulso. Tenemos que mantener esta pasión creciente por el trabajo de justicia social y el aumento de interés en la educación contra el racismo si queremos experimentar la paz mundial.
Como escribió la Casa Universal de Justicia, el órgano de gobierno mundial de la fe bahá’í, «El valor, la resolución, la motivación pura, el amor desinteresado de un pueblo a otro -todas las cualidades espirituales y morales necesarias para efectuar este trascendente paso hacia la paz- se concentran en la voluntad de actuar«.
Ahmaud Arbery podría haber sido mi hermano. Breonna Taylor podría haber sido mi hermana. George Floyd podría haber sido mi padre. Aunque los asesinos de Ahmaud Arbery y George Floyd han sido arrestados, todavía no se ha hecho justicia para Breonna Taylor y muchos otros negros. Creo que el progreso que se ha hecho durante este tiempo es un verdadero testamento de cómo el cambio positivo solo se hace cuando nuestros nobles ideales se reflejan en una acción valiente, audaz, persistente y unificada.
Por lo tanto, estoy agradecida con aquellas personas en todo el mundo que hablaron y siguen hablando sobre lo mucho que importan las vidas de las personas negras y están usando sus habilidades y capacidades únicas para promulgar el cambio social en sus esferas de influencia. Según Shoghi Effendi, en el proceso hacia la unidad racial todavía tenemos «un camino largo y espinoso, rodeado de trampas». Pero confío en que algún día, juntos
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