Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Existen diversas organizaciones, entidades y actores en el mundo que buscan generar conciencia sobre la importancia de establecer procesos que se orienten a un desarrollo sostenible; buscando trascender las estructuras actuales y dar una nueva orientación a las comunidades; involucrándose en áreas de la salud pública, educación, agricultura, economía, medio ambiente, etc. Estos procesos permiten que el individuo, las instituciones y la comunidad sean los protagonistas para generar estrategias e iniciativas que contribuyan a un futuro sostenible, donde se espera que seamos amigables con el medio ambiente.
La comunidad bahá’í, en diferentes lugares del mundo trabaja activamente influenciada por un principio fundamental: la unidad de la humanidad. Sus actividades promueven firmemente la justicia y buscan la armonía. Sus creencias fundamentales: el equilibrio entre la ciencia y la religión; la erradicación de todos los prejuicios raciales, religiosos y de clase; la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres; la adopción de un lenguaje auxiliar universal, han ido fomentando la implementación de soluciones espirituales a los problemas económicos del mundo, el establecimiento de un sistema de gobierno global, el apoyo a los derechos de los pueblos indígenas, y la protección del medio ambiente. Por lo cual, me gustaría compartir la experiencia de una iniciativa inspirada en estos principios: el centro agroecológico “Monguelechi Mapu” en la Araucanía, Chile.
El centro de aprendizaje “Mongelechi Mapu” (Tierra Viva), un proyecto socio económico en un área rural de una comunidad indígena, que se sustenta en la línea de la agroecología, busca desarrollar un modelo sustentable para el campesino. A través de un proceso de investigación-acción que comenzó hace más de 30 años, este proyecto ha sido un referente técnico en la región de la Araucanía del Sur de Chile, considerándose un espacio de aprendizaje para la comunidad. Uno de sus objetivos durante estos años ha sido elevar la conciencia ecológica y sobre el cuidado de la naturaleza.
Como lo explica la Comunidad Internacional Bahá’í: “El desarrollo, para la comunidad bahá’í, implica una coherencia dinámica entre los requisitos espirituales y materiales de la vida sobre la tierra. El enfoque bahá’í en cuanto al desarrollo es orgánico y busca armonizar los conceptos aparentemente paradójicos de globalismo y descentralización. Se establecen la dirección general y los principios guías a nivel internacional – y a menudo nacional – ayudando a asegurar un sentido de proceso y misión global en toda actividad de desarrollo”. – Comunidad Internacional Bahá’í ante la Cumbre sobre la Alianza Entre Religiones y la Conservación, 1995.
Dentro de su marco de acción, se considera el autoconsumo y la seguridad alimentaria, el suelo como base productiva, la diversidad de los sistemas productivos y el aprovechamiento de todas las fuentes de materia orgánica.
Más allá de ser una fuente de conocimiento, el proyecto respeta y rescata ciertos elementos culturales como El Trafkintu (una práctica ancestral y ceremonial del pueblo mapuche), que se presenta como parte de la economía local en el intercambio de conocimientos y productos de distintos territorios en un marco de reafirmación cultural y espiritual. Toda su metodología está basada en principios universales que promueven la justicia, el respeto, el equilibrio, el agradecimiento y amor hacia la tierra. Sus actividades -capacitaciones, talleres, voluntariado, etc.- han sido inspiradas en las creencias de las comunidades campesinas y principios espirituales, rescatando su riqueza cultural. Este proyecto considera como un aspecto esencial el cuidado del entorno y la manera en que el ser humano se relaciona con la naturaleza; siendo el agricultor el encargado de cuidar y respetar a la Madre Tierra o Pacha Mama, considerándola un organismo dinámico y complejo.
Abdu’l-Bahá, el hijo del fundador de la fe bahá’í, en un extenso discurso sobre la reorganización de la sociedad, afirmó que “la transformación de los sistemas económicos debe comenzar con el agricultor y luego extenderse a las otras clases”. Dijo que “la solución al problema económico comienza con la aldea, y cuando se reconstruya la aldea, también lo serán las ciudades”. – Paul Hanley, Empiece por la aldea: El enfoque bahá’í del desarrollo rural 2019.
Bajo esta misma línea de pensamiento, el centro agroecológico considera que la ciencia y las técnicas deben redireccionarse a favor de la naturaleza; además, durante muchos años han considerado la participación del campesino, ya que este es un protector del medio ambiente. También, se han involucrado con proyectos de desarrollo – Escuelas rurales, juntas de vecinos, centros de educación superior, etc.- para generar una red de apoyo; siguen aprendiendo y fomentando en las familias campesinas a utilizar la tecnología de una manera neutra sin explotar el medio ambiente.
“No podemos separar el corazón humano del medio exterior y decir que, una vez hayamos reformado alguno de los dos, todo mejorará. El hombre es orgánico con el mundo. Su vida interior moldea el entorno y él mismo es profundamente afectado por éste. El uno actúa sobre el otro y todo cambio permanente en la vida del hombre es el resultado de estas reacciones mutuas”. – Selección de los Escritos de ‘Abdu’l-Bahá.
A pesar de que estas concepciones tan prometedoras están muy arraigadas en las comunidades de las zonas rurales, todavía existen muchos desafíos en el mundo para sostener comunidades saludables y sostenibles en lo rural y mas difícil aún en lo urbano. Es evidente que nos enfrentamos al riesgo ambiental, la pobreza, el hambre, las condiciones ecológicas poco favorables, la mala fertilidad del suelo, la insolación, la mala disposición del agua, el mal trabajo de la tierra, siendo estos algunos de los muchos desafíos. Aun así, los bahá’ís en el mundo siguen impulsando un desarrollo sostenible basado en los valores y principios de las enseñanzas de Bahá’u’lláh para lograr la prosperidad en el mundo.
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