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3 formas para que tu matrimonio sea una fortaleza para el bienestar

David Langness | Feb 13, 2024

PARTE 3 IN SERIES ¿Casarse o vivir juntos?

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David Langness | Feb 13, 2024

PARTE 3 IN SERIES ¿Casarse o vivir juntos?

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«De verdad no queremos casarnos», me dijeron dos amigos hace unos años. «¿Por qué no?» pregunté, ya que era evidente que estaban enamorados. «Bueno, porque hay demasiados divorcios y matrimonios fallidos».

Pensé que este razonamiento sonaba un poco como: «No quisiera educarme, porque demasiada gente abandona la escuela». O: «No quiero aprender a conducir: hay demasiados accidentes». Esas razones no tienen mucho sentido, ¿verdad? Fijarse solo en las posibles desventajas de cualquier emprendimiento significa ignorar todas sus posibles ventajas.

Abstenerse de casarse con la persona que uno ama porque el matrimonio podría no funcionar parece ser admitir la derrota antes de empezar.

Para ayudar a evitar esa derrota prematura, el matrimonio bahá’í ofrece algunos consejos de protección. He aquí tres de esos consejos para ayudar a tener un matrimonio sostenido y duradero, aplicables a cualquier pareja, no solo a los bahá’ís.

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1. Conocer el carácter de la persona amada

En primer lugar, las enseñanzas bahá’ís nos aconsejan «poner el máximo cuidado» para llegar a conocer a fondo y evaluar el carácter interior de cualquier pareja potencial. Abdu’l-Bahá escribió:

El matrimonio bahá’í es el compromiso de ambas partes, de una con la otra, y el apego mutuo de mente y corazón. Sin embargo, cada uno de ellos debe poner el máximo cuidado en informarse cabalmente sobre al carácter del otro, para que la alianza obligatoria establecida entre ellos sea un lazo que perdure para siempre. El propósito debe ser éste: convertirse en amorosos compañeros y camaradas, y estar unidos uno con el otro, por el tiempo y la eternidad. […]

Esto no es fácil, especialmente en los tiempos modernos. Las citas tradicionales no suelen revelar fácilmente el verdadero carácter de las personas, porque solo animan a las parejas a mostrar sus cualidades superficiales y externas «socialmente deseables» (atractivo físico, riqueza, estatus, su «cuota de gracia»). La mayoría de las veces, las citas ocultan superficial y eficazmente las cualidades internas y los rasgos de carácter más importantes, lo que puede llevar a decisiones matrimoniales precipitadas y a menudo inadecuadas, y a los inevitables divorcios que las siguen.

En cambio, para conocer a fondo el verdadero carácter del otro, puede ser útil hacer cosas juntos que hagan aflorar de forma natural las cualidades internas de una persona, como actividades de servicio, probar cosas nuevas juntos, viajar o trabajar en un proyecto común que beneficie a los demás.

Por ejemplo, una pareja que conozco y que lleva varias décadas felizmente casada decidió, en lugar de tener salidas de la forma habitual después de conocerse, empezar su relación cuidando a los hijos pequeños de la hermana mayor de ella una vez a la semana. Rápidamente aprendieron mucho el uno del otro, cómo afrontaba la otra persona el estrés y las dificultades, cómo solía enfocar cada uno la crianza de los hijos, lo bien que se desenvolvía con los demás, y la experiencia les ayudó a conocerse en profundidad y les ayudó cuando tuvieron sus propios hijos después de casarse.

2. Involucrar y unir a ambas familias con el consentimiento de los padres

Una vez que han llegado a ser plenamente conscientes del carácter de cada persona en la relación y han decidido hacerla permanente, los bahá’ís piden permiso para casarse a todos los padres vivos.

Esto puede parecer inicialmente una práctica anticuada, cuando un pretendiente tenía que pedir al padre la mano de su hija en matrimonio. Pero para los bahá’ís, se aplica por igual a ambos contrayentes y a sus cuatro progenitores, padres y madres por igual.

Este consentimiento universal de los padres reconoce una verdad fundamental: cuando uno se casa, no solo está incorporando a su pareja a una nueva relación de compromiso, sino que, en cierto modo, también está casándose con su familia. Crear ese tipo de unidad basada en el compromiso con el consentimiento previo puede tener un poderoso efecto en la naturaleza duradera de la unión, porque ningún miembro de la familia principal podrá decir, más adelante, que se opuso al matrimonio desde el principio. El consentimiento armoniza a las familias y las lleva a un estado prematrimonial de unidad, no solo con sus hijos adultos, sino también con la familia del cónyuge.

Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la fe bahá’í, escribiendo en su Libro más sagrado, dijo:

Deseando establecer amor, unidad y armonía entre Nuestros siervos, lo hemos condicionado [el matrimonio], una vez que se conozca el deseo de la pareja, al permiso de los padres, para que entre ellos no surja enemistad ni rencor. Y en esto abrigamos aun otros propósitos. De esta forma ha sido dispuesto Nuestro mandamiento.

Además, las enseñanzas bahá’ís prohíben los matrimonios arreglados, y Abdu’l-Bahá lo dice claramente:

Referente a la cuestión del matrimonio según la Ley de Dios: primero debes elegir a alguien que te agrade y luego el asunto está sujeto al consentimiento del padre y de la madre. Antes de que hagas tu elección, no tienen ellos ningún derecho a interferir.

El matrimonio bahá’í, por tanto, no solo es voluntario, sino que se contrae con la bendición y el acuerdo de todos, forjando un vínculo de amor duradero entre la pareja y sus familias.

3. El matrimonio: una unión tanto espiritual como física

El matrimonio, desde la perspectiva bahá’í, va mucho más allá de una relación meramente física, sino que debe incluir los componentes espirituales profundos e internos de una verdadera unión, según Abdu’l-Bahá:

El verdadero matrimonio de los bahá’ís consiste en que el esposo y la esposa se unan tanto espiritual como físicamente, para que siempre se mejoren mutuamente la vida espiritual y gocen de unidad sempiterna en todos los mundos de Dios. Éste es el matrimonio bahá’í.

Después de todo, señaló Abdu’l-Bahá, nuestras vidas espirituales duran eternamente, mientras que nuestros cuerpos físicos están destinados a desaparecer:

Entre la masa del pueblo el matrimonio es un lazo físico, y esa unión sólo puede ser transitoria, pues al final está condenada a una separación física.

Sin embargo, entre [los bahá’ís] el matrimonio debe ser la unión del cuerpo como así también del espíritu, pues aquí tanto el marido como la mujer están arrobados por el mismo vino, ambos están enamorados del mismo Rostro incomparable, ambos viven y se mueven con el mismo espíritu, ambos están iluminados por la misma gloria. Este vínculo entre ellos es espiritual, luego es una ligadura que perdurará por siempre. Asimismo, gozan de lazos firmes y duraderos también en el mundo físico, pues si el matrimonio está basado tanto en el espíritu como en el cuerpo, esa unión es verdadera y, por consiguiente, perdurará. No obstante, si el vínculo es físico y nada más, con seguridad será transitorio e inexorablemente ha de terminar en separación.

Por consiguiente, cuando los seguidores de Bahá decidan unirse en matrimonio, la unión debe ser una relación verdadera, una reunión tanto espiritual como física, para que esa unión perdure en todas las etapas de la vida y en todos los mundos de Dios; pues esta unicidad real es un destello del amor de Dios.

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Cuando los bahá’ís se casan, o cuando personas que no son bahá’ís desean celebrar un matrimonio bahá’í, la ceremonia matrimonial es sencilla, directa y digna. Puesto que los bahá’ís no tienen clero, la pareja se casa diciendo una breve pero poderosa frase de los escritos bahá’ís: «Todos, en verdad, acataremos la Voluntad de Dios». Por supuesto, la pareja y sus familias pueden y a menudo añaden a ese compromiso oral oraciones, música, citas de las Sagradas Escrituras y pasajes significativos de otras tradiciones. Los matrimonios bahá’ís son alegres celebraciones del amor y la vida.

Las enseñanzas bahá’ís contienen muchas oraciones para el matrimonio bellas, líricas y espiritualmente edificantes, incluida esta de Abdu’l-Bahá:

¡Oh mi Señor, oh mi Señor! Estos dos astros brillantes están desposados en Tu amor, juntos en el servicio a Tu Sagrado Umbral, unidos en la atención de Tu Causa. Haz que este matrimonio sea como haces de luz de Tu abundante gracia, oh mi Señor, el Todomisericordioso, y luminosos rayos de Tus dádivas, oh Tú el Benéfico, el Todogeneroso, para que broten de este gran árbol ramas que se pongan verdes y florecientes por los dones que descienden de Tus nubes de gracia.

Verdaderamente, Tú eres el Generoso; verdaderamente, Tú eres el Todopoderoso; verdaderamente, Tú eres el Compasivo, el Todomisericordioso.

Todos estos componentes espirituales ayudan a crear ese estado permanente de amor y unidad, esa fortaleza para el bienestar, que caracteriza a un verdadero matrimonio bahá’í.

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