Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Los principios bahá’ís, al igual que las enseñanzas de todas las principales religiones de la Tierra, y quizás aún más, prestan una enorme atención al alivio de la difícil situación de los pobres, pero ¿significa eso que los bahá’ís son socialistas?
Un tema constante y consistente a lo largo de los escritos de Bahá’u’lláh y Abdu’l-Bahá, la pobreza y su alivio representan una prioridad primaria para todos los individuos bahá’ís y cada institución administrativa bahá’í. Sin duda, los bahá’ís instaron repetidamente a la humanidad a priorizar, proteger y cuidar a los pobres:
Sed dignos de confianza en la tierra y no privéis a los pobres de las cosas que Dios, a través de Su gracia, os ha concedido. – Bahá’u’lláh, La epístola al hijo del lobo.
¡Oh vosotros, los ricos de la tierra! Si encontráis a alguien que es pobre, no le tratéis desdeñosamente. Reflexionad sobre aquello de lo que fuisteis creados. Cada uno de vosotros fue creado de un despreciable germen. – Ibid.
¡Oh hijo del espíritu! No te vanaglories por encima del pobre, pues a él le guío en su camino y a ti te contemplo en tu lamentable condición y te maldigo para siempre. – Bahá’u’lláh, Las palabras ocultas.
¡Oh hijo del hombre! Dispensa Mi riqueza a Mis pobres, para que en el cielo participes de la abundancia de esplendor inmarcesible y de los tesoros de gloria imperecedera. Pero, ¡por Mi vida! ofrendar tu alma es algo más glorioso, si tan sólo pudieras ver con Mi ojo. – Ibid.
¡Oh hijos del polvo! Advertid a los ricos del suspirar de los pobres en medio de la noche, para que la negligencia no los conduzca al sendero de la destrucción y los prive del Árbol de la Riqueza. Dar y ser generoso son de Mis atributos; bienaventurado es aquel que se adorna con Mis virtudes. -ibid.
Cuando la gente se encuentra por primera vez con las enseñanzas bahá’ís y comienza a estudiarlas, este énfasis en la erradicación de la pobreza podría llevarles a pensar que los bahá’ís abogan por un enfoque socialista tradicional, pero eso sería un error.
La Casa Universal de Justicia, el órgano administrativo elegido democráticamente por los bahá’ís del mundo, expresó la posición de los bahá’ís sobre las ideologías económicas en competencia del capitalismo y el socialismo en un mensaje de 1985 llamado La promesa a la paz mundial:
… muchas de estas ideologías, en vez de abrazar el concepto de la unidad de la humanidad y de promover una creciente concordia entre los diferentes pueblos, han tendido a deificar el Estado, a subordinar al resto de la humanidad a los dictados de una nación, raza o clase, a intentar suprimir toda discusión e intercambio de ideas, o a abandonar despiadadamente a merced de la economía de mercado a millones de seres hambrientos; todo lo cual agrava claramente la situación de la mayoría de la humanidad, mientras permite que pequeños sectores vivan en una prosperidad que difícilmente hubieran imaginado nuestros antepasados.
Cada uno de estos dos modelos económicos actualmente dominantes, señalan las enseñanzas bahá’ís, se basa en una doctrina subyacente de materialismo, que define a las personas como seres principalmente egoístas y adquisitivos que siempre considerarán primero sus propios intereses. El capitalismo, que da prioridad al beneficio; y el socialismo, que da prioridad a la redistribución de la riqueza, tienen este concepto principal en común. Ambos sistemas han evolucionado en la era moderna en torno a una filosofía básica de interés propio inherente, que ha consagrado los ideales materialistas como las fuerzas dominantes en la vida humana. La fe bahá’í basa sus enseñanzas económicas en un precepto completamente diferente: que los humanos tenemos el poder de desarrollar nuestras realidades altruistas y espirituales en la búsqueda de la justicia, la unidad y la equidad para todas las personas, trascendiendo el egoísmo y construyendo una comunidad mundial sostenible.
Por lo tanto, no somos individuos egoístas en el fondo, sino que las enseñanzas bahá’ís nos prometen que somos seres nobles, con la capacidad de expresar amor y compasión unos a otros.
En ese sentido, entonces, los bahá’ís no se consideran ni socialistas ni capitalistas. En cambio, las enseñanzas bahá’ís reconcilian y combinan los mejores aspectos de ambos sistemas económicos, prescindiendo en cada uno de ellos de los elementos que conducen a la opresión y la injusticia.
A la luz de la gran disparidad de riqueza y pobreza del mundo, la Casa Universal de Justicia ha pedido a la humanidad y a sus gobiernos que hagan un balance serio de los impactos morales de estos dos sistemas económicos en el mundo:
Ha llegado la hora de que aquellos que predican los dogmas del materialismo, ya sean de Oriente o de Occidente, ya sean los del capitalismo o los del socialismo, rindan cuenta del liderazgo moral que presumen haber ejercido. ¿Dónde está el «nuevo mundo» prometido por estas ideologías? ¿Dónde está la paz internacional a cuyos ideales proclaman su devoción? ¿Dónde están los adelantos en nuevos campos de realizaciones culturales producidos por el engrandecimiento de tal raza, de tal nación o de tal clase en particular? ¿Por qué la inmensa mayoría de los pueblos del mundo se está hundiendo cada vez más en el hambre y la miseria, mientras la riqueza, en una escala que nunca soñaron los faraones, los césares o aun las potencias imperialistas del siglo XIX, está a disposición de los actuales árbitros de los asuntos humanos?
Muy especialmente, en la glorificación de los fines materiales, a la vez origen y característica común de todas esas ideologías, es donde se encuentran las raíces con las que se nutre el sofisma de que los seres humanos son incorregiblemente egoístas y agresivos. Es aquí, precisamente, donde debe limpiarse el terreno para construir un nuevo mundo digno de nuestros descendientes.
El hecho de que los ideales materialistas, a la luz de la experiencia, hayan fracasado en satisfacer las necesidades de la humanidad, reclama a un reconocimiento sincero de que hay que hacer un nuevo esfuerzo para encontrar las soluciones a los angustiosos problemas del planeta. – Ibid.
Los bahá’ís creen, simplemente, que todos tenemos alma, y que nuestras almas tienen un destino más alto que el mero interés propio. En cambio, todos tienen el potencial, la capacidad y el deseo interior de amar a los demás lo suficiente para que empecemos a considerarlos miembros de una familia humana:
Verdaderamente, habiendo algunos enormemente ricos y otros lamentablemente pobres, es necesaria una organización para regular y mejorar tal estado de cosas. Es importante limitar la riqueza, como también es importante limitar la pobreza. Ninguno de los dos extremos es bueno. Lo más deseable es asentarse en un término medio.1 Si es justo que un capitalista posea una gran fortuna, es igualmente justo que sus trabajadores tengan los medios suficientes para vivir. – Abdu’l-Bahá, La sabiduría de Abdu’l-Bahá.
Comprometerse con este tipo de justicia y con la organización necesaria para llevarla a cabo significa que cada uno de nosotros puede contribuir a las soluciones espirituales que nuestros actuales sistemas económicos dejan descuidadas y sin abordar. Todos podemos ayudar a las personas sin hogar de cien maneras diferentes, desde una sonrisa hasta una comida, trabajando con otros para proporcionarles alojamiento y servicios. Cuando nos centramos en nuestras realidades espirituales internas, podemos extendernos en el servicio a los demás, seguros de que esos actos de servicio desinteresado elevarán y enriquecerán nuestras almas:
Por eso, deseo que vuestros corazones estén dirigidos hacia el Reino de Dios, que vuestras intenciones sean puras y sinceras, que vuestros propósitos estén orientados hacia realizaciones altruistas sin pensar en vuestro propio beneficio; no, más bien, que todas vuestras intenciones se concentren en el bienestar de la humanidad, y que podáis encontrar el modo de sacarificaros a vosotros mismos en la senda de la devoción a la humanidad. – Abdu’l-Bahá, La promulgación a la paz universal.
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