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Justicia

Todos queremos justicia, pero ¿qué significa realmente?

Bob Ballenger | Jun 8, 2022

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Bob Ballenger | Jun 8, 2022

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Casi todo lo que la mayoría de la gente cree sobre la justicia es erróneo.

Nos han enseñado a pensar que la justicia es una fuerza externa a nosotros, algo que buscamos para que nos ayude en momentos de necesidad. Así, acudimos a los tribunales para pedir justicia si nos han perjudicado, del mismo modo que vamos a la tienda a comprar comida cuando tenemos hambre.

El concepto occidental de justicia como algo que queremos que se nos confiera se remonta al menos al año 13 a.C., cuando el emperador romano Augusto creó la diosa Justicia.

Se la representaba vestida con una toga clásica, signo de distanciamiento filosófico, sosteniendo una balanza en una mano, para sopesar los méritos de cada parte en una disputa, y una espada en la otra, representando el poder de la acción rápida y definitiva. Se pueden ver estatuas de la Justicia, un elemento habitual en la fachada de los edificios de los tribunales de toda Europa occidental y Estados Unidos.

El concepto de justicia bahá’í es mucho más profundo y complicado que el de una diosa inventada pero imparcial que dispensa equidad a quienes buscan su favor divino.

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Varios años antes de la declaración formal de su condición de profeta en 1863, Bahá’u’lláh escribió un pequeño volumen de epigramas redactados de forma breve llamado Las Palabras Ocultas. El segundo de esos versos se centra en la justicia y contiene algunas pistas poderosas sobre cómo esa fuerza social crucial impacta e influye en la humanidad:

Lo más amado de todo ante Mi vista es la Justicia; no te apartes de ella si Me deseas y no la descuides para que Yo pueda confiar en ti. Con su ayuda verás con tus propios ojos y no por los ojos de otros, y conocerás con tu propio conocimiento y no mediante el conocimiento de tu prójimo. Pondera en tu corazón cómo te corresponde ser. En verdad, la justicia es Mi ofrenda a ti y el signo de Mi amorosa bondad. Tenla pues ante tus ojos.

Así, casi inmediatamente, Bahá’u’lláh identificó la justicia como aquella función del alma humana que nos permite conocer la diferencia entre la verdad y la falsedad. Esta capacidad es crucial si queremos utilizar la equidad y la justicia para ayudarnos a tomar el tipo de decisiones que conducen al progreso de la humanidad.

Hay numerosas referencias a la justicia, qué es y cómo actúa, repartidas por los escritos bahá’ís. He aquí algunos ejemplos breves:

  • El propósito de la justicia es hacer surgir la unidad entre los hombres.
  • ¡Oh, pueblo de Dios! Lo que educa al mundo es la Justicia, pues está sostenida por dos pilares: la recompensa y el castigo. Para el mundo, estos dos pilares son las fuentes de la vida.
  • Ninguna luz puede compararse con la luz de la justicia. El establecimiento del orden en el mundo y la tranquilidad de las naciones dependen de ella.

Solo a partir de estos ejemplos, podemos ver que el concepto bahá’í de justicia tiene muchas características y facetas: la unidad de la humanidad, la recompensa y el castigo por el comportamiento personal y el mantenimiento del orden en el mundo, por nombrar solo tres cosas.

Pero el concepto de justicia en las enseñanzas bahá’ís es demasiado importante para ser transmitido por unas pocas citas a lo largo de los escritos bahá’ís.

En algún momento alrededor de 1866 o 1867, no tenemos una fecha exacta, mientras vivía en el exilio en lo que ahora es Edirne, Turquía, Bahá’u’lláh escribió una obra llamada El Paraíso de la Justicia.

Todavía no existe una traducción oficialmente aprobada de esta tabla, pero dos eruditos bahá’ís han hecho una interpretación provisional de la obra, que parece ofrecer la explicación más completa hasta el momento de cómo podría ser la justicia bahá’í.

Así, gracias a la labor de Christopher Buck y Adib Masumian en la traducción provisional y el análisis de esta tabla en Baha’i Studies Review, #20 en 2014, podemos tener una mejor idea de lo que constituye la justicia bahá’í. Para resumir su trabajo, la concepción de justicia de Bahá’u’lláh opera en cuatro niveles:

1: Justicia teológica

En El Paraíso de la Justicia Bahá’u’lláh afirmó que la creación del universo fue, en sí misma, un acto de justicia divina. Cuando Dios ascendió al «trono de la justicia», él escribió, el Todopoderoso «modeló todas las cosas creadas mediante una sola palabra». Además, uno de los atributos de Dios es «el Justo». Así pues, la propia naturaleza de la justicia comienza como un concepto divino que, a través de los profetas de Dios, se traslada a la humanidad.

2: La justicia como producto de la revelación divina

El papel de cada profeta es transmitir la voluntad de Dios a la humanidad, explican las enseñanzas bahá’ís. Como tal, Bahá’u’lláh declaró:

Sabed, ciertamente, que la esencia y la fuente de la justicia están incorporadas en las ordenanzas prescritas por Aquel que es la Manifestación de la Persona de Dios entre los hombres.

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3: La justicia – el principio básico del gobierno

Bahá’u’lláh vivió y escribió en una época en la que la monarquía era la forma de gobierno predominante en los países del mundo. Por lo tanto, sus instrucciones de gobierno estaban dirigidas a los reyes y emperadores como fuente de poder político y social en el planeta, pero se aplican a todos los que ejercen el poder. En El Paraíso de la Justicia, escribió que los gobernantes de los distintos países deben «actuar con equidad y completa sinceridad hacia sus súbditos, y decretar para ellos lo que Dios mismo ha decretado en Su poderoso y eterno Libro».

4: Una norma de conducta personal centrada en la justicia

Bahá’u’lláh instruyó a los pueblos del mundo a «adornarse … con la vestimenta de la justicia, ya que su ejercicio corresponde a toda la humanidad».

Al estudiar y analizar la tabla de Bahá’u’lláh sobre la justicia, queda claro que la justicia no es una fuerza externa misteriosa, como la suerte, sino que debe considerarse una característica fundamental e integral del comportamiento humano.

En última instancia, el triunfo de la justicia depende de lo bien que los miembros de la raza humana puedan comprender y practicar los rasgos de carácter positivos y las cualidades espirituales internas que se encuentran en el corazón de los escritos bahá’ís.

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