Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Los bahá’ís no consideran a la ciencia y la religión como rivales. Estas dos esferas no están en batalla, frente a frente, empujando en direcciones opuestas, o al menos, no deberían estarlo.
El conocimiento que genera cada disciplina está relacionada con áreas diferentes y están basadas en métodos diferentes. Las enseñanzas bahá’ís dicen que cuando la ciencia y la religión parecen contradecirse entre sí es porque estamos desarrollando una, o las dos, de forma incorrecta.
Las enseñanzas bahá’ís hacen un llamado a la humanidad a establecer equilibrio y aprovechar tanto la ciencia como la religión en sus esfuerzos por promover el bienestar social y espiritual de todas las personas:
La religión y la ciencia son las dos alas con las que la inteligencia del ser humano puede remontarse a las alturas, con las que el alma humana puede progresar. ¡No podrá volar sólo con un ala! Si trata de volar sólo con el ala de la religión, caerá inmediatamente al lodazal de la superstición, mientras que, por otro lado, si sólo trata de usar el ala de la ciencia, tampoco podrá hacer ningún progreso, pues se hundirá en el angustioso pantano del materialismo. – Abdu’l-Bahá, La Sabiduría de Abdu’l-Bahá, pp. 175-176.
Poned todas vuestras creencias en armonía con la ciencia; no puede existir contradicción, pues la verdad es una. Cuando la religión, libre de supersticiones, tradiciones y dogmas ininteligibles muestre su conformidad con la ciencia, se sentirá en el mundo una gran fuerza unificadora y purificadora que limpiará de la tierra las guerras, desacuerdos, discordias y luchas, y entonces la humanidad será unificada por el poder del Amor de Dios. – Ibid., pág. 179.
Poner nuestras creencias en armonía con la ciencia puede implicar mucho más que simplemente no decir cosas fácilmente refutables por la ciencia. Si las personas de fe simplemente se abstuvieron de negar la teoría de la evolución, o de afirmar que la Tierra solo tiene 6000 años, eso no convierte inmediatamente a la religión en una fuerza para el progreso social. Simplemente significa que han dejado de cargar a la religión como peso muerto en el avance de la humanidad. Se necesita mucho más para crear lo que Abdu’l-Bahá llamó: «una gran fuerza unificadora y purificadora» que volverá a la humanidad «unificada por el poder del Amor de Dios».
Para lograr eso, la humanidad debe aprender a aprovechar el poder creativo de la ciencia para dar peso y sustancia a la búsqueda espiritual de una sociedad moral y justa.
Durante más de un siglo, los bahá’ís de todo el mundo se han esforzado por incorporar las enseñanzas bahá’ís en su conducta individual, en la vida de sus comunidades y en el funcionamiento de sus instituciones. Bajo la dirección de la Casa Universal de Justicia, el órgano de gobierno internacional de la Fe Bahá’í, ha surgido un marco de acción evolutivo que no solo adopta un enfoque espiritual para abordar los problemas sociales, sino que concibe su trabajo como un proceso científico de aprendizaje sistemático.
El objetivo de tal aprendizaje no es solo transmitir el conocimiento recibido, sino generar un nuevo conocimiento sobre cómo practicar la unidad de la humanidad y acercarnos espiritualmente a Dios, nuestro Creador. Al hacerlo, la Casa Universal de Justicia ha tomado medidas para establecer este proceso de transformación social y espiritual sobre una base científica firme. Esto no significa que los bahá’ís que sirven a otros en sus vecindarios realicen estudios precisos y altamente controlados que puedan enviarse a revistas científicas o investigaciones de laboratorio. En cambio, significa leer la realidad del mundo que nos rodea, sopesar la evidencia y probar hipótesis sobre lo que funciona en la práctica social. Los datos no son simples números, sino que es la experiencia vivida de un servicio abundante y generoso para la comunidad.
Sobre este tema, la Casa Universal de Justicia ha escrito:
…la comunidad bahá’í ha adoptado un modo de operación caracterizado por la acción, la reflexión, la consulta y el estudio, estudio que implica no solo una referencia constante a los escritos de la Fe sino también el análisis científico de los patrones que se desarrollan. De hecho, cómo mantener este modo de aprendizaje en acción, cómo garantizar que un número creciente de personas participe en la generación y aplicación del conocimiento relevante, y cómo diseñar estructuras para la sistematización de una experiencia en expansión a nivel mundial y la distribución equitativa de las lecciones aprendidas, son, en sí mismos, objeto de examen periódico. – La Casa Universal de Justicia, A los bahá’ís de Irán, 2 de marzo del 2013.
Al mismo tiempo, nada de esto se ha vuelto demasiado complicado o sofisticado para aquellos que no se consideran a sí mismos como estudiantes de la ciencia. Estas «estructuras para la sistematización de una experiencia en expansión a nivel mundial» se basan en conversaciones informales cálidas entre pares y en la entrega desinteresada de su tiempo y esfuerzo para ayudar a otros.
Cuando intentamos conversar entre nosotros de una manera que ilumine nuestra situación, en lugar de proyectar más sombras, gradualmente desarrollamos un cuerpo de conocimiento que puede ayudarnos a progresar. Los bahá’ís comparten estas ideas y experiencias en reuniones comunitarias, las discuten en el contexto de lo que se está discutiendo y haciendo en otras comunidades y las evalúan a la luz de la unidad que producen. Cualquier aprendizaje que parezca especialmente grande se transmite a otras comunidades. Entonces el conocimiento que este proceso genera circula a nivel global.
Pero ninguna de estas estructuras sistemáticas puede tener ningún efecto si las personas comunes y corrientes en entornos ordinarios no se esfuerzan por comprender lo que experimentan a diario y tratan de eliminar las ilusiones y los prejuicios que nos bombardean desde todas las direcciones. La ciencia aquí involucra a todos, uniendo la inteligencia localizada de las diversas partes de la humanidad en un solo movimiento hacia adelante.
La religión y la ciencia son las dos alas de nuestra inteligencias. Todos los días, los bahá’ís se esfuerzan por aprender a volar con ambas alas.
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