Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Los seres humanos tenemos una doble naturaleza, podemos actuar de forma más violenta que el depredador más salvaje; o podemos mostrar un lado compasivo y bondadoso, virtudes que se remontan a más de un millón de años en la historia humana.
La violencia humana tiene muchas causas, desde inclinaciones individuales hasta odios grupales, culturales o nacionales. Incluso las diferencias entre las religiones de Dios han sido la causa de acciones violentas de unos contra otros, algo que aun persiste hasta el día de hoy. ¡Dios no lo permita!
Las enseñanzas bahá’ís tienen mucho que decir con respecto a la abominación de la guerra y sobre cuál debería ser nuestra respuesta a ella:
¡Pero la guerra se hace para satisfacer la ambición de las personas; por afán de ganancia material para unos pocos, causando una terrible miseria a innumerables hogares, destrozando los corazones de centenares de hombres y mujeres!
¡Cuántas viudas lloran a sus esposos, cuántas historias de salvaje crueldad llegan a nuestros oídos! ¡Cuántos pequeños huérfanos claman por sus padres muertos, cuántas mujeres lloran a sus hijos asesinados! ¡No hay nada tan desgarrador y terrible como un arrebato de salvajismo humano!
Os exhorto a todos para que cada uno de vosotros concentréis vuestros pensamientos y sentimientos en el amor y la unidad. Cuando se os presente un pensamiento de guerra, oponedle uno más fuerte de paz. Un pensamiento de odio debe ser destruido por uno más grande de amor. Los pensamientos de guerra traen consigo la destrucción de toda armonía, bienestar, tranquilidad y felicidad.
Los pensamientos de amor son los forjadores de hermandad, paz, amistad y felicidad. ¡Cuando los soldados del mundo desenvainen sus espadas para matar, que los soldados de Dios unan sus manos! Para que la barbarie de la humanidad desaparezca por la Misericordia de Dios, debéis trabajar con pureza de corazón y sinceridad de alma. ¡Y no penséis que la paz del mundo es un ideal imposible de alcanzar! – Bahá’u’lláh, La sabiduría de Abdu’l-Bahá, pág. 34.
Actualmente, sería ingenuo pensar que una persona podría cambiar la historia con un pensamiento más grande de amor, incluso tendría un gran costo pensar de esa forma, ¿no? En realidad, contamos con muchos ejemplos de justamente eso:
- Buda: Crítico de la estructura de castas de la sociedad hindú, Buda enseñó un camino intermedio de pensamiento correcto y no violencia.
- Jesucristo: Enseñó un mensaje de amor y perdón durante un período brutal de ocupación romana. Sus ideales cristianos serían adoptados más tarde por el Imperio Romano, asegurando la difusión de su filosofía y enseñanzas por toda Europa.
- Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la Fe Bahá’í, cuya fe enseña la paz, la unidad y la no violencia, y se ha extendido por el mundo entero.
Cada uno de estos individuos, entre muchos otros, algunos siendo los fundadores de las grandes religiones del mundo y otros líderes de grandes grupos de personas, vivieron vidas de paz, resiliencia y gracia espiritual. Demostraron, a través de no solo sus palabras, sino sus acciones, que los seres humanos puedes trascender las lealtades tribales, religiosas y nacionales que conducen al odio y la violencia, y en lugar de esto, unirse en armonía. Ellos nos enseñaron que podemos vivir conforme a las mejores virtudes de nuestra naturaleza, en lugar de degradarnos a la violencia.
Pero en el centro de la violencia humana se encuentran nuestras propias debilidades e inclinaciones humanas hacia la codicia, el poder, el control y la dominación, todo lo cual puede transformarse, según las enseñanzas bahá’ís, a modos más elevados de altruismo y buena voluntad a través del ejercicio del amor:
El poder del Espíritu Santo, iluminando la inteligencia del individuo, ha hecho posible que éste descubra los medios de doblegar a su arbitrio una gran cantidad de leyes naturales. Vuela por los aires, flota sobre el mar, y hasta se desplaza bajo las aguas.
Todo ello prueba cómo la inteligencia humana ha sido capacitada para librarle de las limitaciones de la naturaleza, y para resolver muchos de sus misterios. El ser humano, hasta cierto punto, ha roto las cadenas de la materia.
El Espíritu Santo le otorgará al individuo mayores poderes que éstos, si tan sólo se esfuerza por alcanzar las cosas del espíritu y se empeña en armonizar su corazón con el amor infinito y divino.
Cuando améis a algún miembro de vuestra familia o a un compatriota, ¡que este amor sea como un rayo del Amor Infinito! ¡Que sea en Dios y por Dios! Dondequiera que encontréis los atributos de Dios, amad a esa persona, ya sea de vuestra familia o de otra. Derramad la luz del amor sin límites sobre todas las personas que os encontréis, ya sean de vuestra patria, de vuestra raza, de vuestro partido político o de cualquier otra nación, color o tendencia política. El cielo os ayudará mientras trabajéis en reunir a los dispersos pueblos del mundo bajo la sombra de la todopoderosa tienda de la unidad. – Abdu’l-Bahá, La Sabiduría de Abdu’l-Bahá, pág. 45.
Generalmente no hablamos con nuestros amigos o vecinos sobre el Espíritu Santo o el amor infinito y divino, pero, tal vez, es momento de hacerlo.
Primero, debemos creer que somos capaces de ser influenciados por el Espíritu Santo, y segundo, creer en el infalible poder del amor para superar cualquier inclinación producida por nuestra naturaleza animal hacia la violencia.
Debemos creer en nuestra bondad innata y nuestra capacidad humana hacia la solidaridad de unos por otros, y no de lastimarnos unos a otros.
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