Viajes y espíritu: ¿Cuál es tu lugar favorito?

Me gusta escuchar las experiencias de viaje de otras personas. Al hacerlo, no sólo aprendo sobre los lugares en los que han estado, sino también más sobre ellos como narradores y como personas.

Cuando escuchamos esas historias y hacemos preguntas, aprendemos lo que les ha hecho disfrutar, los problemas que han superado, las lecciones aprendidas, todo lo cual puede enriquecer e iluminar.

Tengo la suerte de haber viajado bastante, desde que era adolescente cuando iba de acampada con mi tropa de Girl Scouts. Pero el planeta es grande, y la lista de lugares a los que me gustaría ir parece mucho más larga que la de los que ya he visitado.

Así que cuando alguien me pregunta: «¿Cuál es tu lugar favorito?». rara vez tengo una respuesta que no sea otra pregunta: «¿Basándose en qué criterios?».

Puede que prefiera un lugar por la amabilidad de sus ciudadanos, el clima ideal, la buena comida, la música animada, la arquitectura inspiradora, la facilidad para viajar, la belleza de sus paisajes, el reto que supone hacer senderismo, los tipos de cambio favorables o cualquier otra característica. Así que siempre me reservo el derecho a cambiar mi respuesta de un día para otro, dependiendo de mi estado de ánimo y de mis recuerdos subjetivos.

¿Mi principal preferencia a la hora de viajar? Me gusta que los lugares que visito sean diferentes de donde vivo. Por mucho que anhele la belleza, visitar lugares sombríos y sin color ha ampliado mi visión del mundo. De hecho, algunas de mis experiencias más preciadas han tenido lugar en lugares donde la gente atravesaba grandes dificultades políticas o económicas.

En tales circunstancias, he comprobado que la gente era de lo más amable, generosa y hospitalaria. Compartían todo lo que tenían, estaban deseosos de intercambiar historias y noticias, y estaban decididos a mejorar sus circunstancias. El amor a la familia y el compromiso con la comunidad brillaban ante las dificultades.

Cuando se trata de comida, siempre intento seguir el ejemplo de mi padre. Desde que era pequeño me aconsejaba: «Come como los lugareños». Por suerte no tengo alergias, puedo ser omnívora cuando viajo. En mi propia casa soy vegetariana, pero como visitante pruebo casi cualquier cosa. Compartir la comida con amigos y desconocidos es una forma de intercambio cultural que nos ayuda a estrechar lazos.

La música y las artes suelen ser lo más destacado de cualquier viaje. La forma en que la gente se expresa es reveladora y divertida de explorar. Todas las formas de expresión cultural pueden considerarse una celebración de la diversidad. Nuestro colorido jardín humano se muestra vívidamente de esta manera.

Algunos de mis lugares favoritos están en la lista debido a lo que me exigieron como visitante. Cuando tuve que confiar en mí misma, o incluso al revés, cuando tuve que confiar en extraños o en sistemas desconocidos, viví momentos emocionantes. Recompensaban con creces mi curiosidad, distanciamiento y flexibilidad; mi sentido del humor también se ejercitaba a menudo.

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Los escritos bahá’ís fomentan los viajes, especialmente cuando incluyen un proyecto de servicio. Más allá de su valor educativo y recreativo, viajar nos permite aprender sobre los demás, nos ayuda a crecer espiritualmente y puede compararse con el viaje del espíritu. En palabras de Abdu’l-Bahá, en Contestación a unas preguntas, Abdu’l-Bahá dijo:

Así, cuando un hombre viaja metódica y regularmente por una gran variedad de países y regiones, indudablemente ello le permite adquirir perfecciones; verá lugares, escenarios y países, gracias a lo cual se hará cargo de la condición y situación de otras naciones. Así se volverá un conocedor de la geografía, maravillas y artes de los países; se familiarizará con los usos y costumbres de sus pueblos; apreciará la civilización y el progreso de la época; se hará sabedor de la política de los gobiernos, del poder y capacidad de cada país.

Como señaló Abdu’l-Bahá, viajar por el mundo físico aumenta nuestro aprecio y amor por otras personas, y nos recuerda que debemos incluirlas en nuestro pensamiento y planificación.

Pero si no podemos viajar físicamente por alguna razón, tal vez podamos hacerlo de otras maneras. Podemos hablar con personas que han viajado, conocer a gente de otros lugares, ver documentales, leer libros y revistas, explorar museos, hacer visitas virtuales en línea y encontrar otras formas de experimentar las maravillas del mundo.

Ahora pienso que la próxima vez que alguien me pregunte: «¿Cuál es tu lugar favorito?». responderé: «Tengo dos favoritos: el último que exploré y el siguiente que tengo en la lista».