Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Durante la visita de Abdu’l-Bahá a Norteamérica en 1912, tuvo lugar una historia conmovedora que involucró a un grupo de niños que fueron a visitarlo a Nueva York, uno de ellos un afroamericano.
Howard Colby Ives relató que Abdu’l-Bahá, el hijo del fundador de la Fe Bahá’í, saludando a este niño de trece años con una sonrisa celestial, se refirió a él como una «rosa negra» en compañía de los otros niños. No solo eso, sino un poco más tarde, Abdu’l-Bahá sostuvo un turrón de chocolate en la mejilla del niño, expresando sin palabras que no solo era una rosa negra, sino un «dulce negro».
Al ser testigo de esto, Ives recordó en su libro Portales a la Libertad lo siguiente:
Volvió a reinar un silencio reverente en la habitación y los muchachos nuevamente miraron al negrito con verdadero asombro, como si nunca antes lo hubieran visto, lo que en realidad era cierto. El muchacho, a quien todos contemplaban, parecía no darse cuenta de nada. Sus ojos estaban fijos en ’Abdu’l-Bahá con una mirada de adoración y arrobamiento que jamás había visto yo antes. Momentáneamente Se había transformado. – Howward Colby-Ives, Portales a la Libertad, pág. 42.
Actualmente soy un candidato doctoral persiguiendo el grado de sociología aplicada, especializado en raza, clase y género y en sociología urbana. Profundamente preocupado por los asesinatos de Trayvon Martin, Michael Brown, Tamir Rice, Sandra Bland y muchos otros, me vi obligado a buscar una comprensión más profunda de las raíces estructurales de los asuntos raciales.
En mis estudios, busco involucrarme críticamente con las nociones convencionales de raza analizando cómo se combina con otras fuerzas de la desigualdad, como la clase, el género y el lugar. Por ejemplo, mi tesis se centra en el lograr vecindarios afroamericanos de clase media. Espero que al desarrollar una comprensión más holística de cómo se construye socialmente la raza, pueda contribuir más eficazmente a las acciones que conducen a la unidad de la raza.
Si reflexionamos sobre el período histórico que rodea este encuentro espiritual, periodo en el que el orden social de Jim Crow se consolidó en el sur y describió a los afroamericanos en los medios populares como idiotas, infantiles y serviles, en ese contexto la forma de ennoblecer de tal manera a este joven fue bastante revolucionaria. Este suceso plantea la pregunta: ¿Qué vio Abdu’l -Bahá en este niño de trece años que sus compañeros blancos no podían ver?¿Qué dice esto acerca de la distinción entre realidad material y espiritual, y la naturaleza de la raza como un fenómeno social con implicaciones espirituales?
Los bahá’ís entienden que la estación espiritual de Abdu’l -Bahá es muy superior a la nuestra como seres humanos, y sin embargo, es conocido por nosotros como el «Ejemplo Divino». Sus escritos y su ejemplo nos guían hacia realidades más profundas:
¡Unámonos todos en este divino poder del amor! …Derramad la luz del amor sin límites sobre todas las personas que os encontréis, ya sean de vuestra patria, de vuestra raza, de vuestro partido político o de cualquier otra nación, color o tendencia política. – Abdu’l-Bahá, La Sabiduría de Abdu’l-Bahá, pág. 51.
A pesar de las implicaciones socialmente construidas de tener una piel de tez oscura, Abdu’l -Bahá reconoció y enfatizó la realidad espiritual de este adolescente y su inherente nobleza. En una sociedad que lo denigró como «menos» debido al fenotipo y la ascendencia, Abdu’l -Bahá «puso su brazo alrededor del hombro del niño» y este acto de bondad amorosa encendió un resplandor que «parecía llenar la habitación». A pesar de lo que las oscuras fuerzas sociales del racismo intentaron imponer, Abdu’l-Bahá cautivó el alma de este muchacho con la luz del amor.
Desafortunadamente, el constante bombardeo de las controversias raciales que enfrentamos hoy tiene un efecto negativo en nuestras almas y en la sociedad en general, desafiando nuestro discernimiento de lo que es real. Esto presenta un desafío fundamentalmente espiritual, arraigado en el dualismo de la naturaleza humana: nuestra naturaleza divina está en sintonía con la realidad espiritual de la unidad y se esfuerza por ver esto reflejado en la sociedad, mientras que nuestra naturaleza material busca ventajas que se alinean con la lucha por la existencia.
La historia segregada de los Estados Unidos nos condiciona a asociar grupos raciales con posiciones sociales jerárquicas e ignorar el valor inherente que la verdadera diversidad aporta a una sociedad. El grupo racial en la posición de dominación prepara el escenario y tiene la ventaja de configurar políticas sociales, asignar recursos, acceder a oportunidades, contornear el debate público y decidir cómo se representa culturalmente a los grupos. A su vez, las dinámicas relacionales asociadas con el «lugar en la sociedad» de uno encienden conflictos cuando se percibe que los individuos actúan fuera de su «lugar legítimo».
La raza se hace real porque las ventajas materiales que se han acumulado son reales, y muchas personas sienten que perpetuar una mentira es más valioso que rectificar la contradicción entre la realidad de nuestra unidad y las profundas desigualdades que se alinean con el color de la piel y la ascendencia.
Las acciones de Abdu’l-Bahá no solo ejemplificaron una oposición radical a la injusticia racial, sino que también me recuerdan los escritos bahá’ís dedicados a los afrodescendientes:
¡Oh tú que eres puro de corazón, de espíritu santificado, de carácter incomparable, de rostro hermoso! Se ha recibido tu fotografía, la cual revela tu forma física en la mayor gracia y en el mejor aspecto. Eres de semblante oscuro y de carácter luminoso. Eres como la pupila del ojo, la cual es de color oscuro, mas es la fuente de luz y la reveladora del mundo contingente.
No te he olvidado ni te olvidaré. Ruego a Dios que magnánimamente te haga el signo de Su munificencia entre la humanidad, ilumine tu rostro con la luz de aquellas bendiciones que son conferidas por el Señor misericordioso y te escoja para su amor en esta edad que es distinguida entre todas las edades y centurias del pasado. – Abdu’l-Bahá, Selecciones de los Escritos de Abdu’l-Bahá, pág. 87.
Si Abdu’l -Bahá hubiera ignorado al afroamericano solitario dentro de ese grupo de muchachos alborotados, o incluso si lo hubiera tratado como a los otros chicos, no se habría hecho mucho alboroto. En cambio, Abdu’l-Bahá, como alguien que siempre opera en el reino espiritual, optó por elevar a ese niño ante los ojos de sus amigos, permitiéndoles verlo desde una nueva perspectiva. Él eligió hacer notar un punto espiritual en un ambiente social trastornado.
Todos podemos disfrutar de oportunidades similares para reconocer la realidad espiritual de la situación racial y preguntarnos: ¿qué es real? y ¿quiénes somos nosotros como seres humanos? Como muchos de ustedes, anhelo ver el día en que construyamos una sociedad tan llena de luz y amor que los ojos de cada alma, sin importar el trasfondo, «sostenga miradas de adoración y felicidad», inspiradas en la victoria de la luz de la unidad sobre las sombras ilusorias de la estratificación racial.
Al llevar a cabo ese proceso de unificación, todos podemos definir conceptualmente la raza y el racismo como parte de un orden social materialista, y comprender que la unidad racial en una escala sostenible implica una revolución espiritual en la forma en que nos identificamos y vemos nuestra conexión con nuestros semejantes seres humanos.
Comentarios
Inicia sesión o Crea una Cuenta
Continuar con Googleo