Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Aunque vivimos en un contexto mayormente no segregado – al menos legalmente – la vida privada de la mayoría de los estadounidenses no lo refleja.
Cuando mi amiga Susan Troxel se dio cuenta de esto, se fue de viaje para asegurarse de que su círculo social reflejara la diversidad en la que ella creía.
Hace sesenta y cinco años, al fallar en el famoso caso Brown vs. Junta de Educación, el Tribunal Supremo de los Estados Unidos declaró ilegales las instalaciones de educación pública segregadas para estudiantes negros y blancos a nivel estatal, lo que inició el lento proceso de desegregación de los espacios públicos en los Estados Unidos.
Sin embargo, hoy en día, el 75 por ciento de los estadounidenses blancos tienen «entornos sociales totalmente blancas sin ninguna presencia de minorías», según el Instituto de Investigación de la Religión Pública. Estas crudas estadísticas plantean a nuestro país un enorme problema – debido a que entender y tener empatía por sus luchas significa asociarse estrechamente con los oprimidos.
¿Cómo pueden los estadounidenses blancos ver alguna vez a los estadounidenses negros o morenos – o a personas de otras naciones y culturas – como seres humanos y preocuparse por nuestros derechos si nunca ven u oyen nuestra perspectiva? ¿Cómo pueden los blancos dejar de vernos como «los otros» si nunca estamos en los mismos lugares?
Las enseñanzas bahá’ís hacen hincapié en la necesidad de tener amistades estrechas y diversas, y en la responsabilidad que tiene la mayoría privilegiada de luchar por los derechos de todas las minorías. La Casa Universal de Justicia, el órgano de gobierno mundial de la Fe Bahá’í, escribió:
Shoghi Effendi explicó que «toda comunidad organizada que se enliste bajo la bandera de Bahá’u’lláh debe sentir que es su primera e ineludible obligación nutrir, alentar y salvaguardar a cada minoría que pertenezca a cualquier fe, raza, clase o nación dentro de ella». – La Casa Universal de Justicia, 27 de diciembre de 2017. [Traducción provisional]
Con el fin de nutrir, alentar y salvaguardar a todos de las culturas minoritarias, los bahá’ís creen que los blancos pueden beneficiarse enormemente al estar íntimamente involucrados en la vida de las personas de color:
¡Oh hijos de los hombres! ¿No sabéis por qué os hemos creado a todos del mismo polvo? Para que nadie se exalte a sí mismo por encima de otro. Ponderad en todo momento en vuestros corazones cómo fuisteis creados. Puesto que os hemos creado a todos de la misma substancia, os incumbe, del mismo modo, ser como una sola alma, caminar con los mismos pies, comer con la misma boca y habitar en la misma tierra, para que desde lo más íntimo de vuestro ser, mediante vuestros hechos y acciones, se manifiesten los signos de la unicidad y la esencia del desprendimiento. Tal es Mi consejo para vosotros, ¡oh concurso de la luz! Prestad atención a este consejo para que obtengáis el fruto de la santidad del árbol de maravillosa gloria. – Bahá’u’lláh, Las palabras ocultas, pág. 50.
Debido a esto, estoy muy agradecida por las personas blancas en mi vida que han seguido estas enseñanzas. Susan Troxel, una amiga cercana de la familia, ella realmente ha acogido este llamado con el corazón. Explicó que siempre se preocupó por el tema de unidad racial, e incluso adoptó niños de color, pero no fue hasta hace cinco años que empezó a desarrollar amistades estrechas con mujeres de color. Ella dijo:
Estoy realmente comprometida a cultivar amistades muy cercanas e íntimas que cruzan las líneas de color porque he llegado a comprender que estar en reuniones y discutir sobre la raza es una cosa, pero tener amistades muy cercanas en las que realmente nos acercamos a la vida de otras personas me ha enseñado cosas que nunca hubiera aprendido de otra manera y me ha traído mucho significado y mucha alegría.
En mi servicio a los bahá’ís, he llegado a tratar intencionalmente de elevar a las pupilas de los ojos [un término de los escritos bahá’ís que se refiere a las personas de ascendencia africana] de varias maneras. Una es apoyando a una amiga muy cercana en su camino de servicio, que implica increíbles [diálogos comunitarios] tanto en su casa como en público, que se centran en la raza y la justicia. Por lo tanto, algo que he aprendido a hacer es a comprometerme mucho a apoyar a estos esfuerzos de cualquier manera que pueda. A veces eso significa ayudar con refrescos o con artículos de papelería o ayudar a saludar a la gente o ayudar a limpiar, pero sea lo que sea, como sea que pueda ayudar, estoy muy comprometida con eso y en realidad ha sido una especie de revelación para mí de lo mucho que ha significado para ella.
La humildad de Susan se refleja en lo que dice aquí, ya que ella hace mucho más que eso. Siempre se asegura de que haya comida vegana en ciertos eventos para que mi madre y yo (ambas veganas) no tengamos que preocuparnos por no poder comer nada; ella hizo un recorrido histórico en autobús durante todo el día por el ferrocarril subterráneo con nosotros cuando nos enteramos de que estábamos relacionados con Harriet Tubman; y a menudo se pone a disposición a diferentes horas del día para compartir la emoción o el dolor de mi madre cuando necesita hablar con un amigo.
La verdadera amistad va más allá del servicio formal a los demás: incluye las reuniones, salidas y conversaciones espontáneas e íntimas que crean los muchos recuerdos que llegamos a apreciar en nuestras vidas. Susan no sólo le dice a sus amigos que los ama – ella expresa este amor a través de las muchas cosas diferentes que hace:
No os contentéis con demostrar amistad sólo con palabras; dejad que vuestro corazón se encienda con amorosa bondad hacia todos los que se crucen en vuestro camino. – Abdu’l-Bahá, La sabiduría de Abdu’l-Bahá, pág. 18.
Susan realmente deja que su corazón arda con amorosa bondad por todos los que se cruzan en su camino. Ella tuvo la siguiente experiencia con una mujer afroamericana después de que ella se mudara a su comunidad:
Otra experiencia de una relación muy cercana con una mujer de color ocurrió cuando una mujer joven que se acababa de mudar a mi área se cayó en el metro y se rompió la rodilla gravemente. Ella estuvo en muletas durante mucho tiempo, mientras trataba de adaptarse a un nuevo trabajo, nuevo apartamento, nueva área, [y] nueva comunidad bahá’í. Fue muy difícil. Por suerte, yo acababa de jubilarme y pude acompañarla muy de cerca. Nuestra amistad creció profundamente, ya que la ayuda que necesitaba era tanto emocional como física. Lo más profundo para ambas es el recuerdo de mi lavado de pies cuando ella no podía alcanzarlos; me pareció una especie de acto de redención para la historia de su pueblo, así como un acto íntimo de profunda amistad. Nuestra amistad continúa hasta el día de hoy, ya que los sábados por la mañana nos reunimos habitualmente para tomar un café y compartimos juntas nuestra vida y lo que hay en nuestro corazón.
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