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Una cura espiritual para mi agotamiento de Zoom

Makeena Rivers | Ago 14, 2020

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Makeena Rivers | Ago 14, 2020

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Recientemente comencé a experimentar agotamiento de las reuniones por Zoom, sentía que me arrastraba hacia la pantalla solo para cumplir mis compromisos. Pero una reunión de oración – también por Zoom – me ayudó a ganar algo de perspectiva.

Me uní a la versión digital de una reunión de mujeres de oración que unas amigas han organizado cada mes durante algún tiempo. A medida que este tiempo de aislamiento social avanza, me ha resultado cada vez más difícil comenzar cualquier reunión digital con alegría y motivación. Aunque esta reunión era para orar, antes de empezar, comencé a sentir aquella misma sutil irritabilidad que experimento antes de empezar otros compromisos por Zoom.

Pero una vez que la llamada comenzó, rápidamente noté que mi actitud cambió. Empezamos con una conversación ligera, y la naturaleza genuina y casual del grupo alivió mi humor. Dejé de pensar en la reunión como una obligación y me permití sentirme más cómoda- haciendo una pausa con mi cámara cuando caminaba para hacer té y permitiéndome olvidar la influencia de la pandemia en nuestras circunstancias. Luego comenzamos a compartir nuestras esperanzas detrás de nuestras oraciones. Cada una de las mujeres del grupo compartió sobre qué deseaban orar, desde tener relaciones más amorosas con los demás hasta el bienestar del medio ambiente.

Me sentí inmersa en la conversación, emocionada por orar con aquel grupo de mujeres. Abdu’l-Bahá, el hijo del profeta y fundador de la fe bahá’í, dijo: «¡La alegría nos da alas! En momentos de alegría nuestras fuerzas son mayores, nuestra inteligencia más sutil y nuestra comprensión menos nublada. Nos sentimos más capaces de entendernos mejor con el mundo y encontrar nuestra esfera de utilidad. En los momentos de alegría nuestra fuerza es más vital, nuestro intelecto más agudo, y nuestro entendimiento menos nublado. Parece que somos más capaces de enfrentarnos al mundo y de encontrar nuestra esfera de utilidad«. Podía sentir que estábamos construyendo alegría a través de nuestra honesta y significativa conversación, incluso cuando hablábamos de los factores estresantes y las luchas que cada una de nosotras enfrentaba.

Los escritos bahá’ís describen la oración como una plataforma para pedirle a Dios lo que queramos. Un pasaje nos anima: «Cierra los ojos a todo lo demás y ábrelos al dominio del Todoglorioso. Pídele solamente a Él cuanto desees; solicítale sólo a Él todo lo que requieras. Con una mirada Él otorga cien mil esperanzas, de un vistazo Él cura cien mil enfermedades incurables, con un gesto Él pone bálsamo en toda herida, con una ojeada Él libra los corazones de los grillos del dolor«.

Mientras me muevo entre los altibajos de la cuarentena y navego a través del agotamiento de Zoom, trato de mantener la oración en el centro de mi mente. Es una de las cosas que me alivia de la irritabilidad y me ayuda a sentirme concentrada, presente y alegre.

Abdu’l-Baha también escribió: «Cuando una persona encuentra la alegría de vivir en algún lugar, vuelve al mismo sitio en busca de más alegría. Cuando alguien descubre oro en una mina, regresa a la misma mina para extraer más oro. Ello muestra la fuerza interior y el instinto natural que Dios ha otorgado al ser humano, y el poder de la energía vital que es innato en él«.

Sí, a veces todavía siento agotamiento de Zoom… y sí, desearía que todos los días pudiéramos estar orando juntos en persona. Pero valoro la manera en la seguimos encontrando formas creativas de conectarnos y elevarnos espiritualmente. Permitirme ser abierta, honesta y conversar en mis reuniones de oración con mis seres queridos es una maravillosa fuente de alegría que me protege de la angustia emocional.

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