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Espiritualidad

Encontrando – y aceptando – la verdad

V. M. Gopaul | Nov 6, 2020

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V. M. Gopaul | Nov 6, 2020

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Conocer la verdad es nuestra ancla a la realidad, y sin ella, la vida estaría llena de temores. Ser incapaz de distinguir entre la falsedad y la verdad es como navegar por la ciudad de Nueva York sin un mapa ni la habilidad comunicativa para pedir indicaciones.

En cualquier aspecto de la vida, necesitamos conocer los hechos para sentir que caminamos en terreno firme. Para ello, confiamos en el poder de la comprensión, un regalo dado a cada ser humano, el cual usamos para alimentar nuestra conciencia con el conocimiento que pensamos que es verdadero. Ocurren dos cosas: un influjo de información y, a través de un mecanismo de filtrado, la traducción de los datos a un mundo que se siente real.

¿Cómo evitamos que la desinformación o la manipulación secuestren nuestra integridad?

Todos aceptamos algunas verdades básicas: hay siete días en la semana; la muerte es natural; los humanos necesitan comida, aire y agua para sobrevivir. Pero a medida que recorremos el camino de la vida, terminamos absorbiendo diferentes creencias.  Desde que nacemos, somos bombardeados con información sobre padres, hermanos, profesores, televisión, líderes, científicos, amigos, periódicos, héroes, expertos, mentores, etc. El flujo de información es interminable, y aumenta en volumen a medida que la tecnología avanza. Las empresas, los comerciantes y los políticos entienden cómo se moldea nuestro sistema de creencias.

A veces la aceptación de los datos como verdades puede ocurrir instantáneamente. Por ejemplo, si una mujer – llamémosla Sylvia – buscara en Google un remedio para la artritis. Después de escuchar una presentación de un maestro espiritual, Sylvia no solo aceptó instantáneamente su cura, sino que también se convirtió en su adepta. Por otro lado, si hay un hombre – llamémosle Joe – que cree que la Tierra es plana, se rehúsa a cambiar de opinión sin importar cuantas presentaciones vea que desacrediten aquella teoría.

Pero nada es permanente, y cada creencia puede ser rechazada o reemplazada. Es muy fácil contaminar nuestra conciencia y, posteriormente, nuestras acciones; por tanto, ambas merecen una mirada más atenta. Una parte aterradora de la vida es que fácilmente podríamos hacer algo horrible basándonos en los consejos de otros. En este debate sobre responsabilización, la veracidad es crucial. ¿Cómo evitamos que la desinformación o la manipulación secuestren nuestra integridad?

Se han escrito muchos artículos y libros sobre este tema tan crítico que da forma a los individuos, sociedades, naciones y a la humanidad.  En «Verdad vs. Falsedad: Cómo distinguir la diferencia», el Dr. David R. Hawkins, un psiquiatra, explicó que el propósito de su presentación sobre la veracidad es «el alivio del sufrimiento en virtud de reemplazar la falsedad con la verdad y compartir el conocimiento de cómo llegar a la verdad por sí mismo, ya que el camino a su origen reside en el interior. Para aquellos que están alineados con la verdad, el camino se ilumina; para aquellos que la rechazan, el camino se oscurece. Todos somos libres de elegir».

La pregunta es, ¿cómo aceptan los individuos la verdad? Es un proceso complicado.

Digamos que no te sientes bien y que tu médico diagnostica tu enfermedad como un problema cardíaco. Sin embargo, un cardiólogo te dice que tuviste un ataque de ansiedad, y que tu corazón está perfectamente bien. Un tercer profesional médico te dice que, en realidad, lo que tienes es cáncer. Ahora estás totalmente confundido: ¿en quién puedes confiar? Dependiendo de tu personalidad, podrías pensar que hay una conspiración en tu contra. O, en base a un análisis racional, puedes decidir que no es que los tres estén mintiendo, sino que cada médico llegó a un diagnóstico basado en su percepción de la realidad, y que debes llevar a cabo algunas pruebas más para determinar la verdad.

Para ayudarnos en esta búsqueda de la verdad, cada uno de nosotros posee el poder del descubrimiento. De acuerdo con Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la Fe bahá’í, “El primero y más sobresaliente de esos favores que el Todopoderoso ha otorgado al hombre es el don del entendimiento. Ese don da al hombre el poder de discernir la verdad en todas las cosas, lo conduce hacia aquello que es justo y le ayuda a descubrir los secretos de la creación”.

La facultad intelectual procesa la información entrante y la acepta como parte de la realidad. Por ejemplo, yo creo en la evolución, que la Tierra es redonda y que los átomos existen. No puedo probar o ser testigo de ninguno de ellos, así que me baso en hechos científicos. Todo lo que pasa por mis sentidos a mi cerebro es examinado rigurosamente antes de que se convierta en parte de mí.

A nivel social, abrazo la unidad de la humanidad, considero que ayudar a los demás es algo bueno, creo que la igualdad de género es una verdad innegable, y confío en que adquirir las habilidades adecuadas es un boleto para el éxito en la vida. Una vez más, las fuentes creíbles, la experiencia personal y mi propio poder de comprensión me han permitido aceptar estas ideas.

Pero además de entender el mundo físico, hay otro tipo de creencia que solo surge a través del alma. Una vez fui ateo, pero ahora creo en un Creador. Nunca he conocido a este Ser todopoderoso, compasivo y todo-amoroso, pero acepto su existencia como realidad porque todo lo que he leído de las sagradas escrituras y lo que he experimentado en mi vida lo confirma.

La investigación independiente de la verdad es la clave para evitar ser engañado con la falsedad. Abdu’l-Bahá, el hijo de Bahá’u’lláh y su sucesor designado, explicó que necesitamos investigar la verdad de forma independiente “a fin de que el mundo de la humanidad se salve de la oscuridad de la imitación y alcance la verdad; que desgarre y deseche esta raída indumentaria de hace un millar de años que se le ha quedado pequeña y se coloque el manto tejido con la mayor pureza y santidad en el telar de la realidad. Dado que la realidad es una sola y no admite multiplicidad, por consiguiente, las diferentes opiniones deben finalmente fusionarse y llegar a ser una sola”.

Generalmente, se necesitan tres encuentros de fuentes aparentemente diferentes e independientes para moldear una creencia humana. Si esperamos encontrar la verdad en un mundo lleno de ideas contradictorias, necesitamos hacer uso de todos los recursos a nuestra disposición: la ciencia, la historia, la experiencia, las sagradas escrituras – y nuestro propio poder de descubrimiento.

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