El argumento espiritual para reconectarse con la naturaleza

A principios del año pasado, pasé un tiempo en lo más profundo del campo canadiense sin servicio de telefonía móvil ni wifi. Para muchos de nosotros, esto es una pesadilla porque vivimos en una época en la que nuestros teléfonos nos mantienen conectados con nuestro trabajo, nuestras relaciones y la actualidad del mundo que nos rodea.

Yo experimenté un pequeño síndrome de abstinencia por el fácil contacto con amigos y familiares que me proporcionaban los teléfonos. Me descubría a mí misma en Instagram solo para ver la misma publicación de fotos mirándome fijamente, recordándome que era adicta a la aplicación.

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La falta de wifi me empujó a reflexionar más profundamente sobre los beneficios de estar lejos de la ciudad de Nueva York. Empecé a pensar en el patrón de personas de todos los rincones de las zonas menos pobladas del mundo que se mudan a las ciudades. Y me pregunté cuáles son los beneficios de estar más profundamente inmersa en la naturaleza.

Me recordó una anécdota sobre Abdu’l-Bahá -el hijo de Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la fe bahá’í y su sucesor designado- y sus comentarios sobre la naturaleza. El libro «Abdu’l-Bahá en Londres», que trata acerca de las charlas y experiencias de Abdu’l-Bahá allí en 1911, describe cómo:

La primera tarde, mientras conducíamos, ’Abdu’l-Bahá expresó un gran interés por la Inglaterra rural, maravillándose de los árboles centenarios y el verde vivaz de los bosques y colinas, tan diferentes del árido Oriente. «Aunque es otoño parece como si fuera primavera», manifestó. Las casas con sus pequeñas parcelas de tierra trajeron al recuerdo una cita que ’Abdu’l-Bahá hizo de los escritos de Bahá’u’lláh en la que se alude a que cada familia ha de disponer de una porción de tierra. ’Abdu’l-Bahá comparó el campo al alma, y la ciudad al cuerpo del hombre, diciendo: «El cuerpo no puede vivir sin el alma. Es bueno -señaló- vivir bajo el cielo, al sol y al aire libre».

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Me sentí radiante en este refrescante descanso de la ciudad. A pesar de la irritabilidad inicial inducida por la «necesidad» insatisfecha de revisar mi teléfono, la desconexión me permitió estar mucho más presente en el momento. Pude desprenderme de las distracciones improductivas que drenan mi energía. Como nos dicen los escritos bahá’ís:

Naturalmente, los nuevos pensamientos e inclinaciones espirituales deben también hacerse manifiestos. Si la espiritualidad no se renovase, ¿qué frutos produciría la mera reforma física? Por ejemplo, el cuerpo del hombre puede mejorar, la calidad del hueso y los tendones puede progresar, la mano puede desarrollarse, otras partes y miembros pueden aumentar su excelencia, pero si la mente no se desarrolla, ¿de qué sirve el resto? El factor importante del mejoramiento humano es la mente. En el mundo de la mente necesariamente debe haber desarrollo y mejoramiento. Debe haber reforma en el reino del espíritu humano; de lo contrario, no se logrará ningún resultado del mejoramiento de la mera estructura física.

Este necesario distanciamiento del zumbido de mi teléfono y de la ciudad también creó un espacio para que me reencontrara con lo que realmente soy. He estado pensando en cómo la presencia constante de las redes sociales y el ajetreo de las ciudades muy pobladas tienen un impacto en mi psiquis. Ahora trato de hacer lo que Abdu’l-Bahá recomendó en «Star of the West, Volume 6»:

Todos los días, por la mañana al levantarte debes comparar el día de hoy con el de ayer y ver en qué condiciones te encuentras. Si ves que tu creencia es más fuerte y tu corazón está más ocupado con Dios y tu amor ha aumentado y tu libertad del mundo es mayor, entonces agradece a Dios y pide el aumento de estas cualidades. Debes empezar a orar y a arrepentirte de todo lo que has hecho mal y debes implorar y pedir ayuda y asistencia para que seas mejor que ayer y puedas seguir progresando. [Traducción provisional por Oriana Vento].

Redirigir mi energía hacia la comprensión del arte como lenguaje y recluirme en una espaciosa tierra deshabitada me proporcionó el tiempo para pensar en lo crucial que es la oración y la reflexión. Volví con un enfoque renovado en mantener un espacio en cada día dedicado a supervisar mi progreso personal a pesar del ruido de la ciudad y las redes sociales.