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Religión

El fascinante y enigmático misterio del profeta Idris

Ali Helmy | Jul 8, 2021

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Ali Helmy | Jul 8, 2021

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Los bahá’ís creen en la unidad esencial de todas las religiones: que todas y cada una de ellas provienen de un mismo Creador. Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la fe bahá’í, escribió:

Es indudable que los pueblos del mundo de cualesquiera raza o religión derivan su inspiración de una sola fuente celestial y son los súbditos de un solo Dios.

Dado que nuestra inspiración proviene de una fuente celestial, como bahá’í siempre me han fascinado los antiguos profetas, especialmente los mencionados en muchas escrituras y tradiciones religiosas.

Uno de los más fascinantes -Idris, también conocido como Enoc- es conocido por una miríada de otros nombres en diversos escenarios históricos. Esta misteriosa figura tiene una intrigante narración que arroja luz sobre enigmáticos acontecimientos del pasado.

Profundizar en la historia de Idris puede ampliar nuestro marco conceptual y nuestra percepción de los contextos históricos, las culturas antiguas y las diversas formas en que la humanidad ha visto y venerado a las figuras sagradas. Siempre me ha fascinado cómo sus múltiples nombres extienden su reputación a través de varias naciones, y por qué es respetado y considerado sagrado en todas ellas, pero ilustrado con diferentes tipos de características, rangos y clasificaciones.

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En pocas palabras, Idris fue un filósofo y un profeta reconocido en todas las religiones abrahámicas: el judaísmo, el cristianismo, el islam y la fe bahá’í. Bahá’u’lláh lo mencionó en la «Tabla de la Sabiduría»:

La primera persona que se consagró a la filosofía fue Idris. Así se llamaba. Algunos lo llamaban también Hermes. Él tiene un nombre especial en todas las lenguas. Él fue quien hizo exposiciones completas y convincentes en todas las ramas de la filosofía. Después de él, Balínús tomó sus conocimientos y su ciencia de las Tablas Herméticas, y la mayor parte de los filósofos que le siguieron hicieron sus descubrimientos filosóficos y científicos a partir de sus palabras y explicaciones…

Idris también es conocido como el profeta Enoc, el séptimo patriarca del Libro del Génesis en el Antiguo Testamento, situado en su linaje entre Adán y Noé. Sin embargo, ¡todo esto es solo la punta del iceberg de la ruta del misterio! En el contexto judeo-musulmán, se le considera una figura profética con dos nombres diferentes, pero también se le conoce como Houshang, un rey-vidente en las tradiciones persas; como Thoth, un dios egipcio; y como Hermes Trismegisto, el legendario filósofo de la primera civilización griega. Quizá haya más nombres y contextos de Idris en las crónicas y registros de otras civilizaciones que los historiadores aún no han descubierto.

El hecho de que se le represente en una amplia gama de tipos de personajes y figuraciones lo hace aún más interesante. Es muy probable que se le haya mitificado como un dios, se le haya visto como una figura legendaria, como un profeta y también como un oráculo, un héroe de la cultura, un sabio, un místico, un mago, entre otros.

Dado que el Corán afirma que «En cada lengua tiene un nombre especial», lo más probable es que Idris se manifestara en pasajes divinos aún inexplorados de los libros proféticos mesoamericanos, africanos y de otros continentes. La credibilidad de esta teoría se ve aumentada por un extracto del versículo coránico de la Surah an-Nisa:

En verdad, te hemos inspirado (oh Muhammad) como inspiramos a Noé y a los profetas después de él; También inspiramos a Ibrahim (Abraham), Ismail (Ismael), Ishaque (Isaac), Yaqoob (Jacob) y Al-Asbat (los doce hijos de Yaqoob (Jacob)), Iesa (Jesús), Ayub (Job), Yoonus (Jonás), Haroon (Aarón) y Sulaiman (Salomón), y a Dawud (David) le dimos el Zaboor (Salmos). Y a Mensajeros que os hemos mencionado antes, y a Mensajeros que no os hemos mencionado, y a Moosa (Moisés) Alá le habló directamente.

Además, Idris también es conocido por su elevado nivel de conocimiento, sabiduría y erudición.

El estudio de esta misteriosa figura de la antigüedad puede imbuirnos de un marcado cambio de paradigma en lo que respecta a los mensajeros de Dios, y alterar la forma en que se les percibe en la multitud de contextos de varias escrituras divinas que abarcan muchas naciones y culturas.

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Personalmente, solía quedarme atrapado en la semántica. Tenía una perspectiva estrecha de miras sobre las figuras sagradas, basada en la perspectiva semítica de Oriente Medio, principalmente con un trasfondo islámico. Para mí, estas figuras eran profetas o no profetas, una mentalidad de blanco o negro. Todo lo demás se consideraba mitología o leyenda.

Pero el relato histórico de Idris demuestra que las distintas culturas tienen términos y percepciones diferentes para sus profetas y figuras divinas. Al final todos están unidos, pero individualmente muestran personalidades y perspectivas ricas y multifacéticas. Por ello, palabras como vidente, oráculo y sabio pueden ser a veces intercambiables y sinónimos de términos familiares como profeta, mensajero, etc., según el contexto cultural del que procedan.

Para mí, este descubrimiento ha evocado una nueva dimensión de uno de los principios bahá’ís fundamentales, la unicidad de la religión. Ese cambio de paradigma ha ampliado mi marco conceptual sobre este mismo principio, ayudándome así a correlacionar y encontrar coherencia con conceptos bahá’ís pertinentes como la universalidad de la Fe de Dios.

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