Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Cuando tratamos temas como los derechos humanos y la justicia social, es útil hacer una pausa, rebobinar la conversación y buscar los atributos espirituales necesarios para mantener una solución duradera.
Con la creciente conciencia de que ya no está bien decir que «la gente solo quiere estar con los de su clase», los individuos y las comunidades locales están abordando el cáncer del racismo, cuyos tentáculos atrapan la psicología individual y las estructuras institucionales. Aunque el cambio necesario es algo monumental, Bahá’u’lláh -el profeta y fundador de la fe bahá’í– proporcionó orientación sobre cómo lograrlo. De hecho, un principio básico de sus enseñanzas hace hincapié en la necesidad de la unidad: «El bienestar de la humanidad, su paz y seguridad son inalcanzables, a menos que su unidad sea firmemente establecida».
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Unidad a través de la justicia social
Las enseñanzas bahá’ís también aportan una clara comprensión de que antes de que podamos sentirnos, y realmente estar, unidos como un solo pueblo, debemos trabajar para establecer la justicia social y económica. En su libro Las Palabras Ocultas, Bahá’u’lláh escribió:
Lo más amado de todo ante Mi vista es la Justicia; no te apartes de ella si Me deseas y no la descuides para que Yo pueda confiar en ti. Con su ayuda verás con tus propios ojos y no por los ojos de otros, y conocerás con tu propio conocimiento y no mediante el conocimiento de tu prójimo. Pondera en tu corazón cómo te corresponde ser. En verdad, la justicia es Mi ofrenda a ti y el signo de Mi amorosa bondad. Tenla pues ante tus ojos.
Entonces, ¿cómo podemos incluir la justicia y otros atributos espirituales en nuestras conversaciones, nuestro discurso y nuestro trabajo? ¿Cómo podemos nosotros y nuestros colegas buscar la unidad de pensamiento a la hora de encontrar soluciones y actuar en consecuencia?
Para encontrar soluciones, podemos recurrir una vez más a Bahá’u’lláh, que compartió la exquisita herramienta de resolución de problemas que es la consulta bahá’í. La práctica de este tipo de consulta requiere un enfoque reflexivo y de oración, el aplacamiento del ego, el compromiso de encontrar la verdad en la situación, la búsqueda de los principios espirituales subyacentes, la liberación de cualquier propiedad personal de las ideas, y el acuerdo de que el determinante final de una solución es cómo se alinea con las enseñanzas espirituales primarias de todas las grandes religiones del mundo. Bahá’u’lláh escribió:
El mérito del hombre reside en el servicio y la virtud, y no en la pompa de las riquezas y la opulencia. Poned atención para que vuestras palabras estén purificadas de ociosas fantasías y deseos mundanos, y para que vuestras acciones estén limpias de astucias y sospechas.
Cuando los grupos utilizan el conjunto de herramientas de la consulta, a menudo descubren que promueve la conciliación, la armonía y la acción unificada. Sin embargo, primero hay que intentar comprender cómo se desarrollaron originalmente las injusticias de nuestra sociedad.
Reflexionar sobre cómo aplicar la justicia entendiendo primero la historia
Si reflexionamos en nuestros corazones sobre cómo promulgar la justicia, empezamos a ver cómo empezaron algunas desigualdades. Por ejemplo, sabemos por la historia de los Estados Unidos que cuando las personas que habían sido esclavizadas se trasladaron al norte después de la Guerra Civil, se vieron atraídas por las ciudades y los trabajos disponibles allí. Pero, en una amarga ironía, mientras que siglos de trabajo gratuito de los negros permitieron a numerosas familias blancas amasar una riqueza increíble, vivir en mansiones palaciegas y transmitir esta riqueza a generaciones de herederos, sus posibilidades de alcanzar la riqueza generacional se vieron ahogadas cuando la propiedad de la tierra y de las casas fue víctima de un sistema racista.
A menudo, cuando se presentan estos hechos, la gente es lo suficientemente imparcial como para examinar sus propias suposiciones y prejuicios y comprender las fuerzas históricas que condujeron a algunas de las graves injusticias a largo plazo que siguen afectando a nuestra sociedad actual.
La respuesta de una comunidad interreligiosa: A Mighty Stream
A través de años de interacción, consulta y amistad, la comunidad interreligiosa de Cincinnati, Ohio, ha creado un nuevo programa para abordar las injusticias raciales llamado A Mighty Stream (AMS). Tomado del conocido pasaje bíblico de Amós 5:24 – «Pero que el juicio corra como las aguas, y la justicia como una poderosa corriente»-, AMS se ha unido para buscar la justicia social.
Muchas comunidades religiosas locales ya están comprometidas con la acción social -como la firma de peticiones y la presión sobre la legislación- y estaban deseosas de implicar a más grupos religiosos en esfuerzos similares. Pero otros participantes en la AMS, como los bahá’ís, que ven que el cambio necesario debe surgir de un lugar espiritual, han animado a dedicar el mismo tiempo a compartir la orientación bíblica de nuestras tradiciones religiosas sobre nuestra vocación de contribuir a la mejora de la sociedad. Se trata de una dimensión que las personas de fe aportan al trabajo de acción social y que a menudo falta en otras organizaciones de carácter cívico. Los bahá’ís, por ejemplo, intentan seguir la guía de Bahá’u’lláh de «Preocupaos fervientemente con las necesidades de la edad en que vivís y centrad vuestras deliberaciones en sus exigencias y requerimientos».
El proyecto de la AMS comenzó durante la pandemia, cuando las congregaciones no se reunían en persona, por lo que el enfoque principal del grupo ha sido educativo, con un comité interreligioso que trabaja en presentaciones desde dos perspectivas: orientación espiritual de varias religiones sobre la justicia racial; y hechos e información sobre la equidad racial y el activismo sagrado.
Nuestro objetivo final en la AMS consiste en abrir nuestras puertas y animar a las congregaciones a acercarse a comunidades religiosas diferentes a la nuestra para compartir mutuamente nuestras perspectivas y seguir estableciendo lazos de verdadera amistad en la búsqueda de la justicia.
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