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Religión

Al interpretar las profecías, añadamos la palabra «espiritual»

Christopher Buck | Dic 10, 2021

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Christopher Buck | Dic 10, 2021

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Al crecer en un hogar cristiano, a menudo me preguntaba sobre el regreso de Jesús, y cómo sabríamos cuando regresara. Así que le preguntaba a mi madre, una y otra vez, para estar seguro.

Aunque no pudo responderme nada específico, dijo que todo el mundo sabría el día en que Jesús por fin regresara. Esa era una buena respuesta, pero luego seguí preguntándome: ¿qué pasaría si todo el mundo no se enterara cuando Jesús volviera? ¿Qué sucedería entonces?

Consideremos, en su sentido literal, esta profecía de Jesús, del Libro de Mateo, capítulo 24, versículos 29-31:

E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas.

Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria.

Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro.

Si se lee literalmente, este pasaje parece decir que el sol, en lo alto del cielo, se oscurecerá repentinamente, y la luna también, de modo que el mundo entero quedará sumido en una oscuridad casi total. Entonces aparecerá Jesús, bajando, sobre una nube, del cielo a la Tierra. Y entonces se escuchará un gran sonido de trompeta en todo el mundo, y Cristo volverá a reunir físicamente a todos los cristianos, pasados y presentes, «desde un extremo del cielo hasta el otro».

Difícil de imaginar, ¿verdad? Realmente imposible, sin suspender las leyes físicas de la naturaleza. Sin embargo, la fe en Jesús significa que sus profecías deben ser ciertas. Si son verdaderas, deben estar destinadas a hacerse realidad. Entonces, ¿cómo puede esta profecía hacerse realidad? ¿Existe otra forma, una forma mejor, de entender esta importante profecía de Jesús?

Si una lectura literal de estos pasajes de Mateo suena demasiado inverosímil para ser cierta, entonces esa es otra razón para pensar dos veces en una lectura literal. Entonces, ¿cuál es la alternativa? En lugar de tratar de entender esta profecía literalmente, ¿por qué no hacerlo espiritualmente? Una forma sencilla de hacerlo consiste en añadir la palabra «espiritual» antes de todos y cada uno de los sustantivos importantes que, de otro modo, se interpretarían como literales o físicos, por ejemplo:

E inmediatamente después de la tribulación [espiritual] de aquellos días, el sol [espiritual] se oscurecerá, y la luna [espiritual] no dará su resplandor, y las estrellas [espirituales] caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas.

Entonces aparecerá la señal [espiritual] del Hijo del Hombre [espiritual] en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra [espiritualmente], y verán al Hijo del Hombre [espiritual] viniendo sobre las nubes [espirituales] del cielo, con poder y gran gloria.

Y enviará sus ángeles [espirituales] con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro.

¿Tiene sentido? Veamos ahora cómo Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la fe bahá’í, interpreta este pasaje en su Libro de la Certeza:

…«opresión» significa la falta de capacidad para adquirir conocimiento espiritual y entender la Palabra de Dios. Significa que, cuando el Sol de la Verdad se haya puesto, y los espejos que reflejan Su luz hayan desaparecido, la humanidad será afligida por «opresión» e infortunio y no sabrá adónde dirigirse en busca de guía. Así te instruimos en la interpretación de las tradiciones y te revelamos los misterios de la sabiduría divina, para que quizás comprendas su significado y seas de aquellos que han bebido de la copa del divino conocimiento y comprensión.

En la frase que he puesto en cursiva, Bahá’u’lláh da a entender que un nuevo mensajero de Dios suele proporcionar las claves para entender a los anteriores. Este significado implícito se deriva de la expresión «Palabra de Dios». Entonces, ¿quién habla la «Palabra de Dios»? Dios, ¿verdad? Bueno, no precisamente. Recordemos que Jesús es descrito como el «Verbo» en el preámbulo del Evangelio de Juan, capítulo 1, versículos 1-5:

En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. 

Este era en el principio con Dios.

Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.

En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.

La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.

En otras palabras, la palabra de Dios es Dios hablando a través de sus profetas, quienes anuncian y predicen. Aquí, la «opresión» no es un acto de comisión, sino de omisión. Sin acceso a la palabra de Dios para su día y su época, no hay luz que brille en la oscuridad espiritual.

En el siguiente pasaje del mismo libro –El Libro de la Certeza– Bahá’u’lláh explica claramente los símbolos (también con cursiva añadida) que se encuentran en Mateo:

Y ahora, referente a Sus palabras «Y entonces se lamentarán todas las tribus de la tierra, y ellos verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria», estas palabras significan que en esos días los hombres lamentarán la pérdida del Sol de la divina belleza, de la Luna del conocimiento y las Estrellas de sabiduría divina. Verán entonces el semblante del Prometido, de la Belleza adorada, descendiendo del cielo y cabalgando sobre las nubes. Quiere decirse con ello que la divina Belleza se manifestará desde el cielo de la voluntad de Dios y aparecerá en la forma del templo humano. El término «cielo» denota sublimidad y exaltación, por cuanto es la sede de la revelación de las Manifestaciones de la Santidad, las Auroras de antigua gloria. Estos antiguos Seres, a pesar de haber nacido de la matriz de su madre, en realidad han descendido del cielo de la voluntad de Dios. A pesar de habitar en esta tierra, su verdadera morada son los retiros de gloria en los reinos de lo alto. Aunque caminan entre mortales, vuelan por el cielo de la presencia divina. Sin pies hollan el sendero del espíritu y sin alas se elevan a las exaltadas alturas de la unidad divina. Con cada exhalación recorren la inmensidad del espacio, en cada momento atraviesan los reinos de lo visible e invisible. En sus tronos está escrito: «Nada en absoluto puede impedirle a Él ocuparse de cualquier otra cosa»; y en sus sedes está inscrito: «Verdaderamente, Sus caminos son cada día diferentes». Son enviados mediante el trascendente poder del Antiguo de los Días y son levantados por la exaltada voluntad de Dios, el Rey más poderoso. Esto quieren decir las palabras «viniendo sobre las nubes del cielo»

De manera similar, Bahá’u’lláh explicó la frase de Mateo que ha desconcertado a los teólogos durante siglos, «las nubes del cielo»:

Mediante estas explicaciones luminosas, concluyentes y precisas, el significado de «cielo» en el versículo mencionado anteriormente se ha hecho notorio y evidente. Y ahora, referente a Sus palabras sobre que el Hijo del hombre «vendrá sobre las nubes del cielo», por «nubes» se entiende aquello que es contrario a las prácticas y deseos de los hombres… Estas «nubes» significan, en cierto sentido, la anulación de las leyes, la abrogación de anteriores Dispensaciones, la supresión de ritos y costumbres usuales entre los hombres, la exaltación de los creyentes iletrados por encima de los doctos opositores de la Fe. En otro sentido, indican la aparición de aquella inmortal Belleza en la imagen de un hombre mortal, con limitaciones tales como el comer y beber, pobreza y riqueza, gloria y humillación, sueño y vigilia, y otras cosas que crean duda en la mente de los hombres y los hacen apartarse. Todos estos velos se denominan simbólicamente «nubes».

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Dadas estas explicaciones, consideremos este mismo pasaje de Mateo, con las interpretaciones simbólicas clave de Bahá’u’lláh insertadas entre paréntesis y en cursiva:

E inmediatamente después de la tribulación [la falta de capacidad para adquirir conocimiento espiritual y aprehender la Palabra de Dios] de aquellos días, el sol [de la belleza divina] se oscurecerá, y la luna [del conocimiento] no dará su resplandor, y las estrellas [de la sabiduría divina] caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas.

Entonces aparecerá la señaldel Hijo del Hombre [la Belleza divina = Jesús] en el cielo [de la voluntad de Dios]; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubesdel cielo [velos], con poder y gran gloria.

Y enviará sus ángeles [seres santos… dotados de los atributos de lo espiritual] con gran voz de trompeta [el toque de trompeta de la Revelación de Muhammad], y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro.

Aquí, la aparición de cada uno de los mensajeros de Dios más conocidos después de Jesús en una sucesión progresiva e histórica en momentos clave de la historia -Muhammad, el Báb y Bahá’u’lláh- recrea, y por tanto cumple, la profecía paradigmática y altamente simbólica de Jesús, porque describe futuros acontecimientos espirituales.

Los teólogos sistemáticos cristianos llaman a este concepto «historia de la salvación». En términos bahá’ís, este proceso de apariciones sucesivas de mensajeros enviados por Dios se denomina revelación progresiva. Abdu’l-Bahá, el hijo y sucesor de Bahá’u’lláh, definió este principio básico bahá’í en una charla que dio en California en 1912:

Entre las bondades de Dios se halla la revelación. De ahí que la revelación sea progresiva y continua. Nunca cesa. Es necesario que la realidad de la Divinidad con todas sus perfecciones y atributos se vuelva resplandeciente en el mundo humano.

Profundizar en las profecías de las religiones del pasado y transformar lo literal en espiritual puede ayudarnos a comprender la unidad subyacente de todas las creencias.

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