Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Mientras visitaba a mi amiga, escuché a su hija pequeña quejarse de un tema que estaba estudiando en la escuela. Ella decía: «Eso ya lo sé. Lo estudiamos el año pasado».
Le pedí que me contara más, ya que parecía ser un tema que uno podría estudiar durante muchos años sin dominarlo por completo. Ella conocía algunos hechos y cifras, pero la relevancia y la aplicación no habían sido aún exploradas.
Esto me hizo reflexionar más en la idea de saber. La palabra en sí misma suena estática y cerrada. Por otro lado, “aprender” suena vivo y orgánico. La distinción entre estas palabras es comparable a lo que sabemos sobre las plantas: lo que no está creciendo, está muriendo.
También hay un aspecto práctico de esto. A mediados de la década de 1950, Eric Hoffer escribió: “En una época de cambios drásticos, son los aprendices quienes heredan el futuro. Los aprendidos generalmente se encuentran equipados para vivir en un mundo que ya no existe».
El reconocido entrenador y motivador John Wooden creía que el aprendizaje nunca se detiene si estamos abiertos a él y reconocemos las oportunidades que ofrece: «Lo que cuenta es lo que se aprende después de saberlo todo». Por cierto, ¡el entrenador Wooden murió pocos meses antes de cumplir 100 años!
Ambas citas son tan ciertas hoy en día como cuando fueron expresadas por sus autores, y tal vez incluso más relevantes teniendo en cuenta el ritmo acelerado de cambio en nuestro mundo junto con la cantidad total de conocimiento humano que se acumula rápidamente. Si estamos de acuerdo con estas ideas, entonces adoptaremos el aprendizaje de por vida, y eso evitará que caigamos en la complacencia. Estas palabras nos invitan a convertirnos en aprendices de por vida, lo que nos ayudará a mantener nuestra relevancia incluso mientras vamos entendiendo mejor los tiempos en que vivimos.
¿Cuáles son los requisitos para ser aprendices de por vida? Yo pondría como número uno en esta lista el tener una mentalidad abierta, porque sin ella el resto no se puede dar. Tener una mente cerrada es como cerrar de golpe una puerta y luego bloquearla con información, hábitos, prejuicios e incluso supersticiones antiguas. Por otro lado, una mentalidad abierta invita a la consulta, la cooperación y la búsqueda honesta por la verdad.En las enseñanzas bahá’ís, Bahá’u’lláh advirtió a todas las personas:
…no juzguen con ojo crítico los dichos y escritos de los hombres. Que más bien consideren tales dichos y escritos con espíritu de imparcialidad y amorosa simpatía. – Bahá’u’lláh, Pasajes de los Escritos de Bahá’u’lláh, pág. 173.
Otro requisito de la mentalidad abierta es la humildad, con lo cual me refiero a dejar de lado nuestros egos para que podamos aprender de los demás, escuchar más de lo que hablamos y estar dispuestos a decir «no sé» cuando ese es el caso. Esto combinado con curiosidad, esto puede constituir la fuerza que nos impulse a investigar nuevas ideas, considerar un rango de perspectivas y probar nuevas técnicas para lo que queramos hacer.
Ser receptivo al cambio está estrechamente relacionado con la humildad, porque podríamos encontrarnos en una posición distinta a donde comenzamos. Y esto podría ocurrir a través de la retroalimentación de otros, o podría ser el resultado de nuestro propio aprendizaje. Podría estar motivado por requisitos del trabajo o una necesidad interna de saber.
Todo esto requiere un compromiso con el proceso de aprendizaje, ya que debemos verlo como una inversión en nuestro propio crecimiento. Sin el aprendizaje, nos agotamos, nuestras carreras y relaciones se estancan y nuestra vida se vuelve aburrida con la rutina.
En varios de sus escritos, Bahá’u’lláh fomentó el aprendizaje y su aplicación de forma práctica al mundo real y físico:
«Preocupaos fervientemente de las necesidades de la edad en que vivís, y centrad vuestras deliberaciones en sus exigencias y requerimientos. – El Tabernáculo de la Unidad, pág. 3.
Regresando a mis pensamientos sobre la hija de mi amiga, me doy cuenta de que sus palabras pueden haber sido debido a su juventud o incluso a la incomodidad en presencia de sus padres. Por otro lado, me pregunto sobre su maestra y cómo se presenta el tema. Pensando en mis propios días escolares, muchos de esos temas parecían aburridos en ese momento, al menos hasta ponerlo en contexto. Técnicas como integrar los temas en todas las disciplinas, agregando narrativas que muestren relevancia, pueden entusiasmar y motivar a los estudiantes.
Los niños y los jóvenes son lo mismo que los adultos, son impulsados por un propósito. Los objetivos de la educación deben incluir no solo conocer la información, sino también usarla. Esa aplicación práctica nos puede llevar a un objetivo aún más importante: estar motivado para ser siempre un aprendiz. No solo puede ser divertido, sino que también puede ser la puerta de entrada a un futuro satisfactorio.
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