Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
En su canción «Ballad in Plain D», Bob Dylan se hacía la famosa pregunta: «¿Son libres los pájaros de las cadenas del cielo?».
Medio siglo antes, en una charla que dio en Londres, Abdu’l-Bahá, una de las figuras centrales de la fe bahá’í, dijo: «El pájaro está cautivo en el aire y el pez en el mar. Sólo el hombre destaca… pues solamente es libre cuando no es presa de sus deseos».
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Todas las criaturas de la Tierra, excepto los seres humanos, existen como esclavas de la naturaleza, completamente restringidas por sus limitaciones. Las leyes naturales dirigen todo lo que hace un pájaro, todo lo que hace una ameba, todo lo que hace un avestruz. Pero los hombres y las mujeres pueden volar por todo el mundo, descender a las profundidades de cualquier mar, contemplar los misterios del universo y trascender las leyes naturales comprendiéndolas y desvelando sus secretos.
Los bahá’ís ven la mano del Creador en esa realidad. Como dijo Abdu’l-Bahá a una audiencia en París:
Si un individuo observa el mundo que le rodea, se convencerá de que todas las cosas creadas dependen y están sujetas a las leyes de la naturaleza.
Sólo el ser humano, por su poder espiritual, ha podido liberarse y elevarse sobre el mundo material y convertirlo en su siervo.
Sin la ayuda de Dios, el ser humano es como las bestias que perecen, pero Dios le ha dotado con un poder tan maravilloso, que siempre puede mirar hacia arriba y recibir, entre otros dones, la curación de su Divina Generosidad.
Por lo tanto, durante esta época cada año, justo antes del mes que precede a la llegada del equinoccio de primavera, los bahá’ís observan cuatro o cinco días especiales para reconocer y conmemorar la alegría, la serenidad y el gozo que puede producir el don de la verdadera libertad de Dios.
Se denominan Días Intercalares. Los bahá’ís utilizan este breve período cada año para celebrar, socializar, hacer regalos, ofrecer caridad a los pobres y necesitados, y deleitarse alegremente con la belleza y la maravilla de la vida.
Estos pasajes de las charlas y escritos de Abdu’l-Bahá nos piden:
Romped todas las cadenas y buscad la alegría espiritual y la iluminación; entonces, aunque caminéis sobre la tierra, os veréis a vosotros mismos dentro del horizonte divino.
La constelación de amor, sabiduría y poder está brillando de nuevo desde el Horizonte Divino, para dar alegría a todos aquellos que dirijan sus rostros hacia la Luz de Dios.
…tu tarea concierne a la vida del alma, pues ello, ciertamente, conduce a la alegría del hombre en el mundo de Dios… Conversa sobre la alegría perdurable, las delicias espirituales, las cualidades divinas y cómo el Sol de la Verdad ha surgido sobre los horizontes de la tierra: conversa sobre cómo insuflar el espíritu de vida en el cuerpo del mundo.
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El mensaje de los Días Intercalares dice que este gran regalo de alegría, amor y felicidad nos llega directamente del Creador. Los bahá’ís celebran al alegre Creador durante los Días Intercalares anuales, los días sagrados reservados en el calendario bahá’í para la hospitalidad, el regocijo y la caridad. Abdu’l-Bahá dijo que si podemos empezar a entender al Ser Supremo como ejemplo de alegría y felicidad, cada uno de nosotros puede empezar a reflejar esos atributos también:
Los creyentes… deben mostrar sus creencias en la vida diaria, de modo que el mundo pueda ver la luz que brilla en sus rostros. Un rostro brillante y feliz alegra a las personas que le rodean. Si estáis tristes y os cruzáis con un niño que ríe, el niño, al ver vuestro gesto, dejará de reír sin saber por qué. Si el día es oscuro, cuánto no se agradece un vislumbre de sol. Por lo tanto, que los creyentes lleven rostros sonrientes y felices, radiantes como el sol en la oscuridad.
Las enseñanzas bahá’ís prometen que todo mensajero divino viene a traer felicidad a la humanidad, a infundir la vida con una alegría infinita: “…las perfecciones espirituales», dijo Abdu’l-Bahá en 1911, «son un derecho de nacimiento de la persona y sólo a ella pertenecen entre todos los seres creados. El ser humano es, en realidad, un ser espiritual, y solamente cuando vive en espíritu es, en verdad, feliz.»
Los bahá’ís de todo el mundo fomentan este enfoque alegre de la vida, esta felicidad espiritual, especialmente durante los días de celebración Intercalares, e invitamos a todos a unirse a nosotros.
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