Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Para cualquiera que piense que la preocupación por el coronavirus proviene de la exageración de los medios de comunicación o de diversos gobiernos, solo tiene que hablar con un médico o una enfermera que esté sirviendo en las primeras filas de esta pandemia.
Basta con echar un pequeño vistazo a las vidas de nuestros trabajadores de salud para ver la realidad de este virus y las presiones, el estrés y los peligros a los que se enfrentan los que lo tratan en el día a día. Compartiré un ejemplo de estos valientes ángeles de la misericordia.
Después de recitar una oración bahá’í por protección, mi bella amiga Kedi Davidson y su esposo Jared se despiden de su familia de siete todos los días para enfrentarse a un peligro desconocido como enfermeros en uno de los hervideros del virus: Sacramento, California. Jared trabaja en el Departamento de Emergencias de un enorme hospital, donde se arriesga a exponerse al COVID-19 diariamente. Su temperatura debe ser monitoreada dos veces al día. El nivel de estrés que la pareja experimenta está fuera de lo normal.
Kedi me dijo que el virus se está propagando tan rápidamente que la mayoría de los hospitales están levantando tiendas de campaña para el triage del flujo constante de aquellos que presentan signos del virus. Ella teme por sus compañeros enfermeros y médicos porque a menudo el equipo de protección personal (PPE) no está disponible.
“Tarde o temprano contraeremos el virus”, especula Kedi. “Nuestra preocupación es por los vulnerables, los inmunocomprometidos y los bebés. La parte más difícil es que podríamos exponer a nuestra nieta de 10 meses, Sophia”.
Al mismo tiempo, la hija de 18 años de la pareja, Carmel está sirviendo en la Marina, en la base naval de Great Lakes en Illinois. Debido a la pandemia, el contacto y el apoyo de la familia a su joven hija se cortó, y ella tendrá que graduarse sola de la formación básica en abril. “Básicamente lloro hasta dormirme todas las noches. Extraño a Carmel terriblemente”, confesó Kedi. “Pero saber que Dios estará con ella en todo momento me reconforta”.
Como la familia no estará en la ceremonia de graduación de su hija, el punto culminante de la finalización del entrenamiento básico, se han unido a otras familias de la Marina para crear un collage. Cada familia tomó fotos con una señal de aliento y felicitaciones para enviarlas a sus hijos e hijas en la base de la Marina. El 17 de abril, cuando su hija se gradúe, se izará una bandera de EE.UU. en su honor en la escalera del capitolio en Sacramento.
Jared y Kedi son miembros de la fe bahá’í, y Kedi me dijo que nunca podrían imaginar superar la pesadilla que es su vida ahora sin los consejos reconfortantes que se encuentran en los escritos bahá’ís.
Tanto Kedi como su esposo han sido testigos de otra consecuencia desgarradora ocasionada por el COVID-19, ver a las personas fallecer estando completamente aislados de sus familias. Al final, aquellos que han sucumbido a este violento virus deben morir solos. Con eso en mente, la pareja me dijo que una de las primeras cosas que hicieron fue sentar a sus hijos y discutir lo que les sucedería en el peor de los casos. “Esa fue una de las cosas más difíciles que tuve que hacer”, dijo Kedi.
Afortunadamente, para nosotros, los Davidson siguen en el frente de la batalla por ahora, sirviendo a aquellos que han contraído esta esquiva y hostil enfermedad.
Además de los valientes ángeles de la industria del cuidado de la salud, miles de otros individuos sirven a la humanidad en las líneas del frente. Mi esposo es un oficial de la Guardia Estatal de California, él comanda a los miembros del servicio en los equipos de exploración de la salud. ¡Tiene dos trabajos ahora!
Mi amiga Jenny trabaja en nuestro mercado local. Ella se pone en riesgo cada día mientras recoge carritos llenos de alimentos para envío y recojo para que los miembros de nuestra comunidad en mayor riesgo puedan estar seguros en casa. En realidad, cada industria de servicios que trata con el público ahora se arriesga a que ellos también puedan contraer el virus, o tal vez traerlo a casa a sus familias. Por su servicio desinteresado, deberíamos buscar formas de mostrar nuestra gratitud.
Nuestra comunidad bahá’í se reúne regularmente en línea o por conferencia telefónica para orar por la familia Davidson, y por todos aquellos que están en primera línea de batalla o los que más sufren durante esta pandemia. Hemos puesto en marcha un plan de comidas para ayudar a la familia Davidson para que, después de trabajar largas y exhaustivas horas, puedan tener al menos una cosa menos de la que ocuparse. Mi hija y yo escribimos cartas de ánimo al personal y a los residentes de nuestra residencia local, y cada vez que podemos, hacemos saber a aquellos que arriesgan su propia salud cuánto los apreciamos.
Así que, si pueden, tómense un momento de su día para reconocer y apreciar las valientes almas al frente de la crisis de COVID-19. Háganles saber de manera creativa que ustedes están detrás de ellos y sus familias. Se merecen nuestra más profunda gratitud, apoyo y reconocimiento porque literalmente nos mantienen vivos. Envíen a los que están en primera línea palabras de gratitud y aliento. Ofrezca una oración por su seguridad, como esta oración bahá’í de protección:
¡Oh mi Señor! Tú sabes que la gente está rodeada de dolor y calamidades, y envuelta en privaciones y dificultades. Toda prueba asedia al hombre, y toda adversidad acuciante lo asalta como el ataque de una serpiente. No hay refugio ni asilo para él sino bajo el ala de Tu protección, de Tu preservación, resguardo y cuidado.
¡Oh Misericordioso! ¡Oh mi Señor! Haz de Tu protección mi armadura, de Tu preservación, mi escudo, de la humildad ante la puerta de Tu unicidad, mi resguardo, y de Tu custodia y defensa, mi fortaleza y mi morada. Protégeme de las insinuaciones del yo y del deseo, y guárdame de toda enfermedad, prueba, dificultad y desdicha.
¡Verdaderamente, Tú eres el Protector, el Guardián, el Preservador, el Suficiente y, en verdad, Tú eres el Más Misericordioso de los misericordiosos!
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