Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
¿Qué hacer en estos momentos de incertidumbre? La acción comunitaria es la respuesta.
“Ama a los hijos de los hombres y participa de sus pesares, se de aquellos que promueven la paz” – Selecciones de los escritos de Abdu’l-Bahá.
En muchos países alrededor del mundo, existen muchas familias cuyas condiciones no les permiten darse el privilegio de dejar el trabajo en tiempos de cuarentena. A pesar que muchos gobiernos están planificando una entrega de dinero o comida a los pobladores en mayor necesidad, esta ayuda no llegará de manera inmediata.
La semana pasada una de mis vecinas me comentó su preocupación sobre algunas familias de nuestro barrio que dependen del trabajo diario para subsistir. Enseguida nos comunicamos con otros vecinos, los amigos que participan de nuestras actividades bahá’ís y otras familias. Ese mismo día logramos recaudar algunos víveres, y aunque la cantidad no fue demasiada, pudimos ayudar en algo.
Intentemos hacer algo
Uno de los elementos que contribuyen a la depresión y la tristeza en momentos de
cuarentena es el sentimiento de impotencia. Sin embargo, el tomar las medidas correspondientes para cuidarnos a nosotros y nuestras familias, pensar en cómo economizar mientras cuidamos la buena nutrición en casa, obedecer las recomendaciones de las autoridades de salud en nuestro país: todo esto nos ayuda a sentir algo de control sobre la situación.
Como individuos no podemos controlar el avance mundial de la pandemia, pero sí podemos actuar desde nuestras comunidades, tal vez dentro del radio de unas cuadras. Sí podemos asegurarnos que nadie en nuestro barrio, debido a la falta de medios de subsistencia, esté pasando por momentos de desesperación. Sí podemos tomar medidas para que otras enfermedades no compliquen más la situación. Sí podemos saludarnos, aunque sea virtualmente, o a distancia, con nuestros vecinos. Sí podemos estar pendientes unos de otros, para que nadie pase penas o preocupaciones.
Cada acción fortalece los lazos de amistad
Este ejemplo que menciono, y muchas otras acciones que se están realizando a nivel de vecindario, no son un llamado para hacer algo simplemente para sentirnos bien. No deben ser acciones que solo alimenten nuestro ego. Se trata de generar esperanza y tranquilidad en nosotros mismos y en los demás al saber que no estamos solos en esto. Al dar la mano al vecino, fortalecemos nuestra relación de amistad con los que nos rodean.
Las enseñanzas bahá’ís nos alientan a mostrar este tipo de amistad: “No os contentéis con demostrar amistad sólo con palabras; dejad que vuestro corazón se encienda con amorosa bondad hacia todos los que se crucen en vuestro camino”. (La sabiduría de Abdu’l-Bahá).
El fortalecer este tipo amistad nos reafirma que no estamos solos. Debemos aprender a conocer nuestros barrios y acercarnos, espiritualmente, a nuestros vecinos. Así ayudamos a desarrollar esos lazos comunitarios que nuestro mundo necesita. En estos tiempos de distanciamiento físico, se hace más evidente nuestra necesidad de un acercamiento espiritual.
Veamos el valor de cada contribución
Mi barrio es muy diverso, con familias grandes y pequeñas, algunos con pocos recursos y otros con muchos. Además, estos recursos pueden ser de diferentes tipos. La señora que vende verduras ahora verá que su huerta y su conocimiento son altamente apreciados. La vecina que es doctora o el vecino que es enfermero toman un rol de importancia especial. La profesora en la cuadra será una gran ayuda cuando los niños tengan tantas tareas que realizar por su cuenta. Aunque no podamos visitarnos y socializar, podemos fortalecer los lazos de amistad con llamadas telefónicas, saludos a la distancia y palabras sinceras.
Sé un hogar para el forastero, un bálsamo para el que padece, un baluarte para el fugitivo. Sé ojos para el ciego y una luz de guía a los pies de los que yerran. Sé un ornamento del semblante de la verdad, una corona sobre la frente de la fidelidad, un pilar del templo de la rectitud, un hálito de vida para el cuerpo de la humanidad, una insignia de las huestes de la justicia, un lucero sobre el horizonte de la virtud, un rocío para la tierra del corazón humano, un arca en el océano del conocimiento, un sol en el cielo de la munificencia, una gema en la diadema de la sabiduría, una luz refulgente en el firmamento de tu generación, un fruto del árbol de la humildad. – Pasajes de los escritos de Bahá’u’lláh.
Entonces, mientras los gobiernos del mundo están buscando maneras de ayudar a la población a sobrellevar las dificultades y la incertidumbre de estos meses difíciles, nosotros también necesitamos hacer algo. No nos privemos de la tranquilidad que surge de saber que podemos contar con nuestros vecinos, porque sabemos que ellos también pueden contar con nosotros.
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