Cómo Dios nos moldea espiritualmente a través de las dificultades

La situación mundial nos ha motivado a evolucionar para enfrentar nuevas dificultades. ¿Nuestro crecimiento espiritual depende de cómo enfrentamos las pruebas de la vida?

El ser humano ha vislumbrado grandes avances en la ciencia durante las últimas décadas, los cuales han ayudado a mejorar la calidad de vida de nuestra civilización, nos han dado comodidad y aumentado nuestra esperanza de vida. Se podría decir que  quizás el hombre ha evolucionado lo necesario en cuanto a su cuerpo y su próxima evolución tendrá  que ver más con el progreso de su alma en este mundo de materia, sin la cual el cuerpo no prevalecerá.  

Los escritos de la Fe bahá’í dicen que, así como el hombre se preparó en el mundo de la matriz, el vientre de su madre, para obtener todo lo que necesitaría en este mundo, como los sentidos, órganos y extremidades; de la misma forma debe prepararse para adquirir lo que le será útil en el Reino de Dios al que irá luego de partir de este mundo. Es decir, el desarrollo de cualidades espirituales es nuestra meta más grande en este mundo material.

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Este tipo de evolución espiritual implica el manejo de nuevas formas de ver la vida, nuevas actitudes hacia Dios y hacia nuestros semejantes y nuevas formas de abordar los problemas a los que nos enfrentamos. Los bahá’ís creemos que una de las cualidades más meritorias es la de “conformidad radiante”, la cual significa  estar contentos con lo que nos acontece, demostrando valentía, paciencia y sumisión a la Voluntad de Dios en momentos de dificultad. Mediante esta cualidad tratamos de ver dichos problemas como pruebas que sirven para impulsarnos, avanzar, y continuar esforzándonos por alcanzar nuestras metas, en lugar de verlos como obstáculos que nos hagan retroceder.

Esta cualidad no se podría alcanzar si todo en nuestra vida fuera fácil y no existieran las tribulaciones, tristezas y pesares. Hace un tiempo comencé a comprender un poco más acerca de la forma en la que Dios nos moldea a través de sus pruebas. 

A mi madre le gustaba mucho trabajar con arcilla, con esta materia ella hacía múltiples figuras, tazas y adornos. Pero para que todos estos objetos llegaran a tener un buen resultado, debían ser calentados en un horno especial y todo en ellos cambiaba: pasaban de ser objetos maleables, suaves y oscuros a objetos con un color más claro y contextura firme. De la misma forma, Dios nos moldea a través de sus pruebas, haciéndonos más resistentes y firmes. Abdu’l-Bahá, el hijo de Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la fe bahá’í, escribió: “La sabiduría de la aparición del espíritu en el cuerpo es esto: el espíritu humano es un Depósito Divino, y debe atravesar todas las condiciones, pues su paso y avance a través de las condiciones de la existencia constituyen el medio por el cual adquiere perfecciones”.

La situación actual en el mundo debido a la crisis sanitaria ha forzado el acontecimiento de muchos cambios. Ha motivado a que el ser humano trascienda, evolucione, dándole mayor atención a lo que tiene más importancia, como la salud, la familia, el hogar, la unidad y la amistad, los cuales han salido a relucir demostrando su prioridad en la vida de las personas. Además creo que hemos recordado lo que aprendimos cuando comenzamos a caminar por primera vez: levantarnos después de una caída o un tropiezo, la forma automática en la que el cuerpo nos decía: “¡Tú puedes!”. 

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No debemos dejarnos llevar por la corriente, hacer lo que todos hacen o resistirnos al cambio. Cada vez más escuchamos casos de personas que se han «reinventado». Y es aquí donde puedo ver claramente que Dios nos está moldeando a través de sus pruebas, y todo dependerá de la forma cómo las afrontamos. Si por ejemplo una tacita de arcilla que recién ha sido puesta en el horno se sintiera tan caliente que rápidamente deseara salir de allí, no estaría completando su proceso y simplemente quedaría estancada como algo sin valor e importancia. 

Cuando se le preguntó a ’Abdu’l-Bahá: “¿Progresa más el alma mediante el dolor o mediante la alegría experimentados en este mundo?”, Él contestó: 

“La mente y el espíritu progresan cuando son probados por el sufrimiento. Cuanto más se are la tierra, mejor crecerá la semilla, mejor será la cosecha. Lo mismo que el arado surca hondamente la tierra, purificándola de malas hierbas y abrojos, así el sufrimiento y las tribulaciones libran al hombre de las pequeñeces de esta vida terrenal, hasta que él llegue a un estado de completo desprendimiento. Su actitud en este mundo será hacia la de la divina felicidad. El hombre, por decirlo así, se halla inmaduro; el calor del fuego del sufrimiento le hará madurar. Mirad hacia atrás a los tiempos pasados y encontraréis que los hombres más grandes han sufrido más”.