Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
La historia está llena de instancias en las que la música ha servido de medio para crear entornos de la mente y el alma—no siempre con buenas intenciones, sino para el control y la manipulación de la psiquis de las personas.
Durante la época que trabajaba en la industria de la música, en una ocasión se me pidió hacer una grabación en un estudio de Manhattan. No conocía a muchos de los músicos en esa ocasión, y cuando observé la música que estábamos por grabar, entendí por qué la mayoría de músicos que yo conocía no estaban en la sesión. La música no tenía títulos, sino que números, del 1 –al no sé cuánto.
Cuando empezó la sesión de grabación yo no entendía de qué se trataba esta música, y a quién estaba dirigida. Grabamos una pieza de música tras otra, sin reconocimiento alguno de lo que se suponía que era. Terminamos la sesión y guardamos nuestros instrumentos y nos fuimos a casa. Unas semanas más tarde, fui al sindicato de músicos para recibir mi pago. El cheque era por la cantidad normal de una sesión de grabación según el tiempo que había tomado, así que era una buena cantidad de dinero.
Sin embargo, hasta entonces no tenía idea de por qué hicimos la grabación—hasta que miré el cheque y vi que la sesión de grabación era para una empresa llamada Muzak. Si no reconoce el nombre, creame que no era una empresa de música respetable, pero su misión era el control y la manipulación de la población.
Como empresa proveedora de música grande y exitosa, Muzak estaba diseñada para controlar a las personas en fábricas, empresas, consultorios médicos, y supermercados—todo para que las persona que usan los servicios de esas empresas se sintieran de una manera que más le convenía a la empresa, o controlar a los trabajadores para que no se dieran cuenta de las exigencias que les estaban imponiendo sus empleadores.
Muzak desarrollo amplias investigaciones psicológicas de la manera efectiva de controlar la conducta de las personas en varias situaciones y entornos y como crear música que produjera estos resultados sin que nadie supiera que los estaban manipulando. En los lugares de trabajo se utiliza Muzak como un técnica llamada “progresión del estímulo”, donde la música va gradualmente acelerando el tempo, y la instrumentación subiendo de volumen, más vientos y más marcial—básicamente para acelerar el ritmo y la productividad de los trabajadores.
Su primera reacción puede ser decir que esto es falso, que no se puede controlar a las personas con música de ese modo. Perdón amigos, pero es así de efectiva, y sólo uno de muchos ejemplos de cómo se utiliza la música para controlar nuestras acciones. La próxima vez que vaya a un establecimiento comercial, ponga atención a la música que está sonando, y trate de entender por qué.
Luego, lea lo que dicen las enseñanzas bahá’ís sobre lo que debe ser la música siempre; y cómo aclaman el valor de elevar el corazón y el espíritu con la música. ¡De veras! La intención espiritual no quiere decir que la música siempre tiene que ser sombría y aburrida:
…piensa en lo mucho que se admira y elogia al arte de la música. Intenta, si puedes, emplear melodías, canciones y cánticos espirituales, y procura armonizar la música terrenal con la melodía celestial. Entonces te darás cuenta de la gran influencia que tiene la música y del gozo celestial y la vida que otorga. Empieza a tocar melodías y cánticos tales que hagan que los ruiseñores de los misterios divinos se llenen de júbilo y de arrobamiento. — ‘Abdu’l-Bahá, citado en La Música, Selección de las Escrituras Bahá’ís, Preparada por el Departamento de Investigación de La Casa Universal De Justicia.
El júbilo es casi siempre la doctrina principal de ‘Abdu’l-Bahá; Sed felices, sed felices, llenad vuestras vidas de música alegre, etc.—pero siempre como forma de exaltar y elevar el espíritu humano.
Si quieren ver un ejemplo excelente, observen con cuidado a Dizzy Gillespie, y vean cuánto respeto tenía y ungido al pasar a mejor vida. Dizzy siempre compartía alegría en sus presentaciones. Algunos dirían que se le pasaba la mano con sus payasadas y humor—aunque los que lo conocimos diríamos que su alegría resultaba contagiosa y servía para abrazar a todos, en todos lados, sin reserva ni límite. Era un músico bahá’í en su mejor expresión; la gente se sentía atraída a él como la miel.
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