Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Las religiones del pasado, en su mayoría, no recomendaban, pero sí permitían el uso de la espada para resolver los problemas del mundo, pero la fe bahá’í prohíbe la espada, pidiendo a la humanidad que use solamente las palabras.
Abdu’l-Bahá escribió:
En las noches y en los días la pluma clama y la lengua habla, para que contra la espada se alce la palabra, y contra la ferocidad la paciencia, y en lugar de la opresión la sumisión, y a la hora del martirio la resignación.
… La lucha y la contienda eran y son propias de las bestias de rapiña de la tierra, [pero] las acciones loables son propias del hombre. [Traducción provisional de Oriana Vento]
Por supuesto, desde una perspectiva bahá’í, la espada y la palabra simbolizan y representan conceptos mucho más amplios.
La «espada» significa todas las armas mortíferas, todo lo que causa daño a la humanidad. Incluso puede significar, en un contexto bahá’í, las armas verbales del insulto, la calumnia o la murmuración, como Bahá’u’lláh escribió: «Una palabra dura es como un golpe de espada; una palabra amable es como la leche. Ésta conduce a los hijos de los hombres al conocimiento y les confiere verdadera distinción».
La «palabra» significa las palabras sanadoras de paz y compasión y las acciones que las acompañan, que se originan en las enseñanzas de las grandes religiones del mundo. Todas ellas se basan en la Palabra de Dios y en los consejos de los santos mensajeros, como Cristo, Buda, Krishna, Moisés, Muhammad y, más recientemente, Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la fe bahá’í. La «palabra» también puede aludir a las palabras humanas: negociación, consulta y discurso racional, como escribió Bahá’u’lláh:
De hecho, mediante el poder de las buenas palabras los virtuosos siempre han logrado el dominio de las praderas de los corazones de los hombres. Di: ¡Oh vosotros los amados! No renunciéis a la prudencia. Inclinad vuestros corazones hacia los consejos que da la Pluma Más Exaltada y tened cuidado, no sea que vuestras manos o vuestras lenguas causen daño a alguien entre la humanidad.
Este mandato bahá’í, «que contra la espada se alce la Palabra», procede directamente de las figuras centrales de la fe bahá’í, no solo del conjunto de sus creyentes. Debido a esos comienzos originales y orgánicos, los principios de paz, consulta y desmilitarización constituyen las enseñanzas fundamentales de la revelación bahá’í, como escribió Bahá’u’lláh:
Cuidado, no sea que derraméis la sangre de alguien. Sacad la espada de vuestra lengua de la vaina de la expresión, pues con ella conquistaréis las ciudadelas de los corazones de los hombres. Hemos abolido la ley que os lleva a librar guerra santa unos contra otros. Ciertamente, la misericordia de Dios ha abarcado todas las cosas creadas, si lo comprendieseis. Ayudad a vuestro Señor, el Dios de la Misericordia, con la espada del entendimiento. Realmente es más aguda y de más fino temple que la espada de la expresión, si reflexionarais sobre las palabras de vuestro Señor. Así ha hecho descender Dios, Quien ayuda en el peligro, Quien subsiste por Sí mismo, a las huestes de la Revelación divina, y así han aparecido los ejércitos de la inspiración divina desde la Fuente del mandato, tal como lo ordena Dios, el Todoglorioso, el Bienamado.
Estos nuevos principios, bellamente ilustrados por esta historia, que tuvo lugar en Stuttgart, Alemania, en 1911, impregnan las enseñanzas bahá’ís y animan a cada bahá’í a utilizar las palabras en lugar de las espadas para perseguir la paz:
Mientras Abdu’l-Bahá miraba un día por la ventana de su hotel, observó pasar un regimiento de soldados en gran formación, y dijo:
Están dispuestos a luchar por su patria. Qué bárbaro parece enviar al campo de batalla a hombres que ni siquiera se conocen para que se disparen unos a otros.
El Gran Ejército bahá’í está formado por los ángeles invisibles del Concurso Supremo. Nuestras espadas son las Palabras de Luz. Nuestro armamento es el armamento del cielo. Luchamos contra las fuerzas de las tinieblas.
¡Oh, mis soldados! ¡Mis amados soldados! ¡Adelante! ¡Adelante! No tengáis miedo a la derrota, que no os falle el corazón. Nuestro Comandante Supremo es Bahá’u’lláh. Desde las alturas de la Gloria Él está dirigiendo este dramático combate. ¡Él nos ordena! ¡Adelante! ¡Adelante! Mostrad la fuerza de vuestros brazos. ¡Dispersad las fuerzas de la ignorancia!
Vuestra guerra confiere Vida; su guerra trae la muerte. Vuestra guerra es la causa de la iluminación de toda la humanidad; su guerra significa la ruptura y la oscuridad de los corazones. Vuestra guerra significa victoria sobre victoria; su guerra es derrota sobre derrota. Vuestra guerra es el medio de construcción; la guerra de ellos es el origen de la destrucción. [Traducción provisional de Oriana Vento, tomado de Star of the West]
Este concepto espiritual de librar una guerra constructiva, sin armas, en lugar de una guerra destructiva, de mantener la paz en lugar de un conflicto armado, infunde energía a los bahá’ís de todo el mundo.
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