Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Bahá’u’lláh abolió al clero y prohibió el proselitismo. Por lo tanto, la rápida difusión de la Fe Bahá’í a su condición actual de ser la segunda religión más difundida en el mundo (sólo después del cristianismo) resulta de la adhesión de individuos bahá’ís que acceden a la exhortación de Bahá’u’lláh a que todos los bahá’ís enseñen la Causa a quienquiera que manifieste interés.
Al mismo tiempo, este esfuerzo tiene limitaciones específicas impuestas por Bahá’u’lláh. En primer lugar, los bahá’ís tratan de expresar su fe principalmente a través de hechos, no de palabras:
“El propósito del único Dios verdadero al manifestarse a Sí mismo es emplazar a toda la humanidad a la veracidad y sinceridad, a la piedad y honradez, a la resignación y sumisión a la Voluntad de Dios, a la paciencia y amabilidad, a la rectitud y sabiduría. Su objetivo es cubrir a cada hombre con el manto de un carácter santificado y adornarlo con el ornamento de acciones buenas y santas.” – Bahá’u’lláh, Pasajes de los escritos de Bahá’u’lláh, página 336.
Las enseñanzas bahá’ís piden a cada bahá’í que se caracterice principalmente por sus acciones:
“¡Oh Hijo de Mi Sierva! La guía ha sido dada siempre con palabras, y ahora es dada con hechos. Todos deben manifestar acciones puras y santas, pues las palabras son propiedad de todos por igual, en tanto que acciones como éstas pertenecen sólo a Nuestros amados. Esforzaos, pues, con alma y corazón para distinguiros por vuestras acciones. Así os aconsejamos en esta santa y resplandeciente tabla.” – Bahá’u’lláh, Las palabras ocultas, página 94.
En segundo lugar, los bahá’ís deben ofrecer las enseñanzas bahá’ís sólo cuando se encuentren con un oído que escucha, alguien que sinceramente quiere esta información de modo que «si vuestro oyente responde, responderá por su propio bien […]» – Bahá’u’lláh, Pasajes de los escritos de Bahá’u’lláh, página 314. Y no a través de presión o seducción. Por lo tanto, el maestro bahá’í debe tener cuidado «no sea que disputéis con alguien; es más, esforzaos por hacerle consciente de la verdad de manera bondadosa y con muy convincente exhortación.» – Ibid., página 314.
Por supuesto, esto significa que es totalmente apropiado preguntar a alguien si le gustaría saber acerca de la Fe Bahá’í, puesto que difícilmente alguien puede preguntar acerca de algo si no sabe que existe. Sin embargo, mientras los bahá’ís enseñan a otros acerca de lo que creemos es una noticia importante, debemos ser conscientes, e inculcar en el oyente, ya sea un buscador o simplemente alguien curioso, que los bahá’ís no se consideran mejores o más virtuosos que las personas en otras religiones, simplemente porque hemos tomado un nuevo nombre o porque hemos elegido seguir el camino bahá’í. Otras personas en muchas otras tradiciones religiosas también están tratando de ser espirituales, de ser «buenas» personas. Los bahá’ís simplemente sienten que han tenido el privilegio de ser conscientes de la información concebida para guiar a la gente en el nuevo ambiente que es la edad moderna.
En resumen, me di cuenta de que tomar un nuevo nombre no me convertiría en una nueva persona. Volverse bahá’í es un camino y un proceso, la designación de la intención de perseguir una meta de por vida, un camino o Tao como se le llama en la tradición taoísta de las artes marciales.
Para mí, el hecho de ser bahá’í significaba que había alcanzado una nueva perspectiva, un nuevo conocimiento. Poner ese conocimiento en acción, esa segunda parte inextricablemente relacionada de la respuesta bipartita a las enseñanzas de Bahá’u’lláh, tan crítica para el ascenso espiritual personal, era otra cosa en su conjunto.
Descubriría esa verdad en mi camino durante las próximas cinco décadas, de la forma en la que todavía la descubro a diario.
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