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Ciencia

Ciencia y religión: cómo superar las supersticiones

Abdu'l-Missagh Ghadirian | Ene 30, 2022

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Abdu'l-Missagh Ghadirian | Ene 30, 2022

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¿Por qué la gente sigue manteniendo creencias supersticiosas en nuestra era científica? Los estudios de investigación demuestran que ese tipo de creencias puede crear una sensación ilusoria de control, que puede aliviar o reducir la ansiedad y el miedo.

Durante las grandes crisis, los pensamientos supersticiosos tienden a aumentar, en parte como medio de autodefensa psicológica contra el daño.

Por ejemplo, durante la Peste Negra en Europa, la mayor pandemia registrada en la historia, que mató a unos 200 millones de personas a mediados de los años 1300, la gente culpaba a los terremotos, a las fuerzas astrológicas e incluso al envenenamiento de los pozos causada por la población judía, que sufrió muchas persecuciones y muertes injustas como resultado. Otros sostenían que la ira de Dios estaba infligiendo un severo castigo al mundo. Obviamente, ahora sabemos que la peste, una enfermedad bacteriana, se propagaba por vectores de enfermedades transmitidas por pulgas y por aerosol.

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A pesar del auge de la ciencia desde la Edad Media, puede darse el caso de que algunas personas utilicen diversas formas de superstición, como la fantasía, como amortiguador para reducir el estrés que supone enfrentarse a experiencias y miedos dolorosos. Por ejemplo, durante la pandemia del COVID-19 la incertidumbre generalizada, la desesperanza y el aislamiento físico y emocional han alimentado el surgimiento de diversos mecanismos de defensa psicológica, muchos de los cuales han sido perjudiciales para el bienestar de la sociedad, e incluso han provocado un mayor número de muertes en algunos lugares.

Las enseñanzas bahá’ís piden a cada ser humano que investigue de forma independiente la verdad, acepte la ciencia legítima y renuncie a nuestros «prejuicios y supersticiones particulares», como en este discurso que Abdu’l-Bahá pronunció en París a principios del siglo XX:

… es imperativo que renunciemos a nuestros prejuicios particulares y a nuestras supersticiones si es que deseamos ardientemente buscar la verdad. A menos que hagamos en nuestra mente una distinción entre dogma, superstición y prejuicio, por un lado, y verdad, por el otro, no podremos triunfar. Cuando tenemos verdadero empeño por encontrar algo, lo buscamos por todas partes. Debemos poner en práctica este principio en nuestra búsqueda de la verdad.

Sin embargo, durante cualquier acontecimiento catastrófico importante, las teorías conspirativas y la desinformación destinadas a influir en la mente de las personas tienden a proliferar. Por lo general, estas teorías no están respaldadas por pruebas lógicas y basadas en la evidencia, pero pueden propagarse rápidamente cuando una calamidad que pone en peligro la vida de millones de personas como el COVID-19. En lugar de esforzarse por generar compasión, empatía y unidad, así como por seguir las directrices de los científicos expertos en materia de prevención y tratamiento, este tipo de comportamiento aumenta el miedo. Esto es especialmente cierto cuando el número de personas afectadas es cada vez mayor y se produce una elevada mortalidad.

Las teorías conspirativas y las interpretaciones erróneas de este tipo pueden tener consecuencias peligrosas. Obstaculizan el despliegue de los descubrimientos científicos que pueden salvar vidas, y socavan gravemente el progreso en la superación de los acontecimientos catastróficos. Abdu’l-Bahá, comentando estos fenómenos en una charla que dio en Filadelfia en 1912, dijo:

Las supersticiones han obscurecido la Realidad fundamental; el mundo está en tinieblas y la luz de la Religión no es perceptible. Esta obscuridad conduce a diferencias y disensiones.

Con respecto a la propia ciencia, incluso ese bastión del conocimiento está siendo atacado en el actual clima tóxico. El 17 de septiembre de 2021, Victor D. Hanson, historiador y comentarista conservador estadounidense de The New York Times, escribió:

El método científico solía regir gran parte del pensamiento popular estadounidense. De forma empírica, los científicos nos aconsejaban examinar las pruebas y los datos y luego, por inducción, llegar a hipótesis racionales. Los enemigos de la ciencia eran la política, la superstición, la parcialidad y la deducción. Sin embargo, ahora estamos volviendo a nuestra versión de la alquimia y la astrología medievales al rechazar un milenio de método científico…

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Por supuesto, los investigadores entienden que las supersticiones forman parte de nuestro comportamiento adaptativo, ya que luchamos por dar sentido a un mundo incierto. Sus investigaciones han demostrado que muchas personas eligen las supersticiones con la esperanza de que les ayuden a evitar cualquier daño que les pueda ocurrir. Las enseñanzas bahá’ís nos piden que evitemos caer en la trampa de la superstición, lo que incluye creer en cualquier afirmación religiosa que contravenga la ciencia. Abdu’l-Bahá dijo:

Cualquier creencia religiosa que no responda a una prueba científica y a la investigación es superstición, porque la verdadera ciencia es razón y realidad, y la religión es esencialmente realidad y razón pura; por tanto, las dos deben corresponderse. La enseñanza religiosa que esté en desacuerdo con la ciencia y la razón es invención o imaginación humana indigna de ser aceptada.

Para eliminar la superstición y la difusión de la desinformación, se requiere una educación que haga hincapié en la necesidad vital de la armonía entre la realidad espiritual y el conocimiento científico. La educación puramente secular por sí sola no logrará este propósito. Las enseñanzas bahá’ís, que condenan toda forma de superstición y prejuicio, son bastante explícitas a este respecto:

Si las creencias y opiniones religiosas se encuentran contrarias a las normas de la ciencia, son meras supersticiones e imaginaciones; porque la antítesis del conocimiento es la ignorancia, y el hijo de la ignorancia es la superstición. Indudablemente, debe haber acuerdo entre la verdadera religión y la ciencia. [Traducción provisional de Oriana Vento].

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