Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Puede que necesitemos un plan divino para ayudarnos a salir del embrollo planetario en el que nos hemos metido, y para ello necesitaremos al menos considerar la creencia en una divinidad, un Creador.
Por supuesto, a muchos en la cultura occidental actual les resulta difícil hablar de la existencia de un Ser Supremo. Aquellos que aparentan conocer lo divino pueden parecer pretenciosos, y la discusión sobre una divinidad a menudo nos divide en lugar de unirnos. Aquino lo entendió bien cuando lo explicó:
En última instancia, todo lo que el hombre sabe sobre Dios es que no lo conoce, ya que sabe que lo que Dios es sobrepasa todo lo que podemos entender de él. – De Potentia.
Así que no nos encontramos realmente a la altura de la tarea de hablar de Dios, aunque se nos pide que lo intentemos. Este esfuerzo por comprender la verdadera naturaleza de la divinidad nunca ha llegado a ninguna conclusión real, y probablemente nunca lo hará – pero cada persona suele batallar con ello en algún momento de su existencia. Esta es una de las grandes interrogantes de la vida que todos afrontan en su búsqueda por el verdadero significado de la vida.
Las enseñanzas bahá’ís nos aconsejan a buscar las respuestas a esas grandes preguntas de una forma única e inesperada – desprendiéndonos «de las formas y prácticas externas de la religión», despejando cualquier cosa que pueda obstruir nuestros pasos en el camino hacia la verdad:
Si una persona desea triunfar en la búsqueda de la verdad, en primer lugar, debe cerrar sus ojos a todas las supersticiones tradicionales del pasado…
Nosotros deberíamos, pues, desprendernos de las formas y prácticas externas de la religión. Debemos convencernos de que estas formas y prácticas, aun siendo hermosas, no son sino la vestimenta que arropa el ardiente corazón y los miembros vivientes de la Verdad Divina.- Abdu’l-Bahá, Las sabiduría de Abdu’l- Bahá, pág. 158.
Dios, sea lo que sea o quien sea, nos llama de muchas maneras, y sentimos una necesidad interior de articular esta percepción. Creyentes de todas las tendencias y tipos han creado un mar de diferentes ideas sobre Dios, con diferentes profundidades, corrientes interesantes y encuentros dramáticos, muchos de ellos dignos de ser explorados.
Pero para hablar de Dios, necesitaremos una definición – y dada la riqueza y la variedad de pensamiento sobre el tema, lo sencillo es lo mejor. Qué tal esto: Dios es el autor eterno de todo lo que existe.
Para usar la frase de de Chardin, Dios es el fundamento de todo ser, la fuente de la que venimos y a la que volvemos.
En el judaísmo, Dios es el que habla a los elegidos, anunciando a Moisés «Yo soy lo que soy», es decir, el que tiene una existencia inexplicable, incondicional y primaria.
En el Cristianismo y el Islam, Dios (Alá) es el Autor de todo.
En el Hinduismo, Él es la fuente suprema del ser, el Brahman. En el budismo, Dios parece estar en gran parte ausente como Creador personal, pero el objetivo budista de la existencia espiritual, nirvana o suceso, se siente para todo el mundo como el mismo cielo que buscamos en Occidente – un lugar de extraordinaria presencia, de estar vivo con el Ser.
Para los bahá’ís, Dios es todas estas cosas y una esencia desconocida:
Dios, en Su Esencia y en Su propio Ser, ha sido por siempre invisible, inaccesible e incognoscible. – Bahá’u’lláh, La epístola al hijo del lobo, pág. 108.
Es evidente para todo corazón perspicaz e iluminado que Dios, la Esencia incognoscible, el Ser divino, es inmensamente exaltado por encima de todo atributo humano tal como existencia corpórea, ascenso y descenso, salida y retorno. Lejos está de Su gloria el que la lengua humana pueda apropiadamente referir Su alabanza, o que el corazón humano pueda comprender Su misterio insondable. Él está y ha estado siempre velado en la antigua eternidad de Su Esencia, y permanecerá en Su realidad eternamente oculto a la vista de los hombres. – Bahá’u’lláh, El libro de la certeza, pág. 80.
Sin embargo, independientemente de lo que usted piense acerca de un Creador, todos reconocemos la existencia de la creación misma, ya que vivimos en ella todos los días. Si aceptas la ciencia de causa y efecto, y reconoces que nada viene de la nada, sabes que todo efecto tiene una causa. Así que esa Primera Causa – término de Aristóteles para referirse a un Creador – definitivamente merece consideración.
Aunque las palabras y los términos varían, todas las culturas tienen maneras de identificar este Ser extraordinario y supremo que subyace a todo.
Si, después de buscar respuestas a esa gran pregunta y determinar lo que piensas y sientes, llegas a la conclusión de que sí crees en un Ser Supremo, entonces considera esto: todo creador debe tener un plan. ¿Cómo sería ese plan?
Comentarios
Inicia sesión o Crea una Cuenta
Continuar con Googleo