¿Cuál es nuestra verdadera realidad espiritual?

En el artículo anterior de esta serie, expliqué cómo nuestra vida en este plano físico es una ilusión, una posible proyección holográfica de una realidad superior.

Pero nuestra realidad exterior, física, no es la única realidad que tenemos. También tenemos una realidad interior, espiritual, que es real y de naturaleza divina.

¿Cuál es nuestra realidad espiritual interior?

“Esta otra realidad íntima es llamada el cuerpo celestial, la forma etérea que corresponde a este cuerpo”, explicó Abdu’l-Bahá, una de las figuras centrales de la Fe bahá’í, en una charla que dio 1912, “Esta es la realidad consciente que descubre el significado íntimo de las cosas, pues el cuerpo exterior del hombre no descubre nada”.

Compartimos todas nuestras capacidades y limitaciones físicas con el reino animal. Por tanto, si nuestros descubrimientos procedieran de nuestro cuerpo físico, los animales también idearían e inventarían. Nuestra capacidad de imaginar nuevas posibilidades, comprender y reflexionar sobre la realidad, y recordar todo lo que hemos imaginado, pensado y comprendido son poderes espirituales que son únicos de nuestra realidad interior.

Abdu’l-Bahá añadió:

La realidad etérea íntima entiende los misterios de la existencia, descubre las verdades científicas e indica su aplicación técnica. Descubre la electricidad, produce el telégrafo el teléfono y abre la puerta al mundo de las artes.

Dijo que esta realidad interior es distinta de:

Las substancias elementales … Pues la mortalidad y la desintegración son propiedades inherentes a las composiciones y se refieren a las cosas que están sujetas a la percepción sensorial, pero la realidad colectiva del hombre, no estando así sujeta, descubre las cosas. Por tanto, es real, eterna y no sufre cambios o transformaciones.

Esta realidad espiritual distingue a los humanos de los animales. No está definida por una información sensorial engañosa y no está compuesta por lo que se puede desintegrar. Es una conciencia inmortal que nos permite comprender la prueba de la existencia de la Realidad Universal.

¿Cuál es la Realidad Única y Universal?

Según los escritos bahá’ís, «existe un Poder Universal que dirige y regula este universo infinito«, y «si no fuera por este Director, este Coordinador, el universo sería defectuoso y deficiente«. Esta Realidad Universal es preexistente y «no es alterada por las condiciones que rigen los fenómenos».

Pero, al igual que una planta no puede entender a un humano, un humano no puede comprender la realidad interior de Dios, el Ser Divino que abarca todo lo creado. Por ello, los bahá’ís creen que Dios ha enviado educadores divinos, o Manifestaciones de Dios, a lo largo de la historia para revelar Sus enseñanzas a la humanidad. Estas Manifestaciones de Dios incluyen a Abraham, Zoroastro, Moisés, Buda, Krishna, Jesucristo, Muhammad, el Báb, el heraldo de Bahá’u’lláh, y el fundador de la Fe bahá’í, Bahá’u’lláh.

Las «Santas Manifestaciones de Dios«, escribió Abdu’l-Bahá, “son los puntos focales donde aparecen en todo su esplendor los signos, las señales y las perfecciones de aquella sagrada y preexistente Realidad”.

Él dijo:

Todas las enseñanzas son una realidad, pues la realidad es única y no admite multiplicidad. Por tanto, los Profetas divinos son uno, por cuanto revelan la única realidad, la Palabra de Dios.

Nuestra realidad humana se encuentra entre nuestra naturaleza superior e inferior: el mundo animal y el Reino de Dios.

Los profetas:

…vienen para disipar la oscuridad del animal o naturaleza física del hombre, para purificarlo de sus imperfecciones y que su naturaleza celestial y espiritual pueda ser vivificada, para que despierten sus cualidades divinas, sus perfecciones sean visibles, sus poderes potenciales revelados y puedan nacer todas las virtudes del mundo de la humanidad latentes en él.

Abdu’l-Bahá dijo que si nuestra naturaleza animal se vuelve predominante, nos rebajaremos «más que el animal», pero si nuestros «poderes celestiales» triunfan, nos convertiremos en «los [seres] más nobles y superiores del mundo de la creación».

Así pues, Bahá’u’lláh animó a la humanidad a «investigar la realidad de forma independiente» y a buscar la verdad sin obstáculos. Esto requiere que nos esforcemos por liberarnos de prejuicios, nociones preconcebidas e imitaciones ancestrales. Como dicen los escritos bahá’ís, cuando «despojemos los velos de la ilusión del rostro» de nuestros corazones, «las luces de la Unidad se harán manifiestas».