Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
¿Tenemos los seres humanos un propósito espiritual más elevado, un impulso interno instintivo para pasar de lo humano a lo celestial?
Hace poco descubrí a un historiador que reconocía sin problemas las habilidades adicionales que los humanos tienen sobre los animales en lo que concierne a la cooperación e imaginación – pero luego pasaba a calificar cualquier propósito espiritual más elevado como una «historia ficticia».
Los escritos bahá’ís, en contraste, afirman que esta capacidad espiritual inherente realmente proporciona el punto de nuestra existencia:
Habiendo creado el mundo y todo lo que en él vive y se mueve, Él [Dios], por la acción directa de Su libre y soberana Voluntad, optó por conferirle al ser humano la singular distinción y capacidad de conocerle y amarle; una capacidad que debe necesariamente ser considerada el impulso generador y el objetivo primordial que sostiene la creación entera. – Bahá’u’lláh, Pasajes de los escritos de Bahá’u’lláh, pág. 20.
Pero, el argumento de este supuesto «experto» me hizo pensar: ¿qué tienen que decir los escritos bahá’ís sobre los reinos animal vs. humano vs. celestial? Este tema ha causado mucho debate entre los filósofos durante miles de años, pero siempre he valorado las explicaciones claras, directas y sencillas de Abdu’l-Bahá.
En un poderoso libro llamado «Contestación a unas preguntas», él definió cinco aspectos del espíritu. En primer lugar, el espíritu vegetal combina las sustancias orgánicas y el poder de crecimiento. En segundo lugar, el espíritu animal -una forma de existencia más compleja- utiliza el poder de los sentidos para percibir la realidad de las cosas. En tercer lugar, el espíritu humano tiene todos los elementos de los primeros niveles, más el poder del intelecto y del descubrimiento. El espíritu humano, por ejemplo, puede descubrir cosas desconocidas – los grandes oficios, inventos y empresas del mundo proceden todos de este reino. Abdu’l-Bahá advierte, sin embargo, que este espíritu humano puede evidenciar dos aspectos opuestos:
Si [el espíritu humano] adquiere virtudes, alcanza a ser el más noble de los seres existentes; y si adquiere vicios, se convierte en la existencia más degradada. – Abdu’l-Bahá, Contestación a unas preguntas, pág. 179.
En cuarto lugar, Abdu’l-Bahá dijo que el espíritu celestial o el espíritu de fe viene de la gracia de Dios:
Proviene del hálito del Espíritu Santo y, mediante el poder divino, se transforma en causa de la vida eterna. Es el poder que hace celestial al hombre terrenal, y perfecto al hombre imperfecto. – Ibid., pág. 173.
Las enseñanzas bahá’ís afirman que nosotros, aunque seamos simples mortales, tenemos la capacidad de aprovechar esta fuerza.
Abdu’l-Bahá identifica el quinto y último nivel como el propio Espíritu Santo, que afirma sirve como mediador entre Dios y Sus criaturas. A éstos los identifica como los educadores divinos – como Cristo y su propio padre Bahá’u’lláh:
Así como el espejo puro recibe la luz del sol y transmite sus favores a otros, así el Espíritu Santo constituye el mediador de la Luz Sagrada que, procedente del Sol de la Realidad, viene a derramarse sobre las realidades santificadas. – Ibid., pág. 173.
El mundo se renueva, dijo, por este poder espiritual.
No estoy segura hasta qué punto podemos acceder al Espíritu Santo los seres humanos. Pero, a un nivel más básico, ¿cómo nos movemos de un espíritu terrenal o humano a uno celestial? No creo que sea fácil necesariamente, pero tampoco imposible. Los escritos bahá’ís sugieren que no podemos dar el salto de nuestra naturaleza inferior a la superior sin alguna intervención divina y el «espíritu de fe» al que me referí anteriormente. Los profetas de Dios juegan un papel muy importante aquí y Abdu’l-Bahá los llama los «jardineros del mundo de la humanidad». Es una bonita representación, pero probablemente también debemos recordar que un buen jardinero a veces necesita quitar las malas hierbas y podar los setos.
«Dios ha enviado a los profetas con el propósito de vivificar el alma del hombre para que alcance conocimientos superiores y divinos«, afirma Abdu’l-Bahá en una charla que dio en Canadá en 1912. A través de los libros celestiales, continuó diciendo:
…el aliento del Espíritu Santo ha soplado en los jardines de los corazones humanos, las puertas del Reino Divino se abrieron a la humanidad y las inspiraciones invisibles enviadas desde lo Alto. Este Poder divino e ideal se ha concedido al hombre para que pueda purificarse de las imperfecciones de la naturaleza, elevando su alma al reino de fuerza y poder. -Abdu’l-Bahá, La promulgación a la paz universal, pág. 81.
Abdu’l-Bahá también definió las limitaciones entre un reino y otro, a saber, que las formas inferiores no pueden comprender completamente las formas superiores. Sin embargo, todas ellas poseen un elemento común, la atracción y la cohesión de los componentes – que él también identifica como el amor – que mantienen unidas a todas las cosas. En el ámbito humano, dijo:
…encontramos que todos los grados de expresión del amor mineral, vegetal y animal están presentes y a ellas se suman las inconfundibles atracciones de la conciencia. Es decir, el hombre posee un grado de atracción que es consciente y espiritual. Aquí hay un avance inmensurable. En el reino humano se hacen visibles los sentimientos espirituales, el amor ejerce su grado superlativo y es la causa de la vida humana. – Ibid., pág. 277.
Abdu’l-Bahá también hizo una observación importante sobre la presencia o ausencia de amor:
…cuando observamos el fenómeno del universo, reconocemos que el eje alrededor del cual gira la vida es el amor, mientras que el eje alrededor del cual giran la muerte y la destrucción es la animosidad y el odio. – Ibid., pág. 276.
En otra parte de este mismo pasaje dijo que si existe repulsión en lugar de atracción – en todos estos diferentes reinos – entonces el resultado es «… desintegración, destrucción e inexistencia». Al llevar estos conceptos desde lo abstracto hasta nuestra vida cotidiana, ¿cuál de estos caminos -individual y colectivamente- queremos seguir?
Este artículo es una adaptación de la segunda temporada del podcast de Zarrín Caldwell sobre The Soul Salons: Exploring our Spiritual Heritage: https://www.buzzsprout.com/280970
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