Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Cuando piensas en la Divinidad, el Creador, la Fuente de toda la vida, ¿qué imagen mental te viene a la mente? ¿Imaginas a un ser bondadoso y compasivo o un ser aterrador e iracundo?
Muchas personas ven al Creador como un juez severo, un ser que impone disciplina o incluso como una figura enojada y vengativa. Esta visión tal vez provenga de las imágenes aterradoras que los artistas pintaron de Dios, o de las interpretaciones literales de las antiguas escrituras que algunos clérigos han usado para asustar a sus congregaciones.
Pero los bahá’ís no ven a Dios de esa manera; en cambio, las enseñanzas bahá’ís reconocen y celebran el regocijo, la serenidad y la alegría que produce el volverse hacia Dios:
La constelación de amor, sabiduría y poder está brillando de nuevo desde el Horizonte Divino, para dar alegría a todos aquellos que dirijan sus rostros hacia la Luz de Dios. – Abdu’l-Bahá, La Sabiduría de Abdu’l-Bahá, pág. 45.
…tu tarea concierne a la vida del alma, pues ello, ciertamente, conduce a la alegría del hombre en el mundo de Dios… Conversa sobre la alegría perdurable, las delicias espirituales, las cualidades divinas y cómo el Sol de la Verdad ha surgido sobre los horizontes de la tierra: conversa sobre cómo insuflar el espíritu de vida en el cuerpo del mundo. – Abdu’l-Bahá, Selecciones de los Escritos de Abdu’l-Bahá, pág. 70-71.
Si el corazón se aparta de las bendiciones que Dios ofrece, ¿cómo puede esperar la felicidad? Si no deposita su esperanza y su confianza en la Misericordia de Dios, ¿dónde podrá encontrar descanso? ¡Oh, confiad en Dios, pues Su Munificencia es eterna, y en Sus Bendiciones, porque son espléndidas! ¡Oh, depositad vuestra fe en el Todopoderoso, pues Él nunca os abandona y Sus bondades perduran eternamente! Su Sol brinda Luz continuamente, y las Nubes de Su Misericordia están colmadas con las aguas de la compasión, con las que refresca los corazones de todos aquellos que confían en Él. Su refrescante brisa siempre lleva en sus alas la curación para las abrasadas almas de los seres humanos. ¿Sería sabio alejarse de un Padre tan amoroso, Quien derrama sus bendiciones sobre nosotros, y escoger por el contrario ser esclavos de la materia? – Abdu’l-Bahá, La Sabiduría de Abdu’l-Bahá, pág. 142.
Esa alegría, amor y felicidad viene a nosotros del Creador. De acuerdo con las enseñanzas bahá’ís, podemos comparar la refulgencia del amor y la alegría de Dios con los rayos del sol, que dan vida a todo:
Si somos de aquellos que percibimos, veremos que las bondades de Dios se manifiestan a sí mismas continuamente, de la misma forma que los rayos del sol emanan incesantemente de su centro. El mundo de los fenómenos mediante la resplandeciente efulgencia del sol es radiante y brillante. Del mismo modo, el reino de los corazones y de las almas es iluminado y resucitado por los brillantes rayos del Sol de la Realidad y las munificencias del amor de Dios. Por ello el mundo de la existencia, el reino de los corazones y las almas es siempre revivificado. – Abdu’l-Bahá, La Promulgación a la Paz Universal, pág. 266.
Entender al Creador como un ser alegre nos lleva directamente hacia el objetivo de los Días Intercalares bahá’ís, los días sagrados reservados en el calendario bahá’í para la hospitalidad, el regocijo y la caridad. Si podemos comenzar a entender el Ser Supremo como ejemplo de alegría y felicidad, también podemos comenzar a reflejar esos atributos:
Los creyentes… deben mostrar sus creencias en la vida diaria, de modo que el mundo pueda ver la luz que brilla en sus rostros. Un rostro brillante y feliz alegra a las personas que le rodean. Si estáis tristes y os cruzáis con un niño que ríe, el niño, al ver vuestro gesto, dejará de reír sin saber por qué. Si el día es oscuro, cuánto no se agradece un vislumbre de sol. Por lo tanto, que los creyentes lleven rostros sonrientes y felices, radiantes como el sol en la oscuridad. – Abdu’l-Bahá, Abdu’l-Bahá en Londres, pág. 124.
…las perfecciones espirituales, son un derecho de nacimiento de la persona y sólo a ella pertenecen entre todos los seres creados. El ser humano es, en realidad, un ser espiritual, y solamente cuando vive en espíritu es, en verdad, feliz. – Abdu’l-Bahá, La Sabiduría de Abdu’l-Bahá, pág. 93.
Las enseñanzas bahá’ís fomentan esta visión de la vida, esta felicidad espiritual, especialmente durante los días de celebración de Ayyam-i-Há.
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