El encanto universal de la magia y cómo hacerla realidad

¿Recuerdas la antigua serie de televisión «Embrujada»? Una amiga mía solía desear tener los poderes mágicos de Samantha para poder, con un movimiento de su nariz, lanzar un hechizo y someter el mundo a su voluntad.

«Si tuviera sus poderes y conociera las palabras mágicas», decía con un suspiro medio en broma, «las tareas de la casa estarían hechas».

La magia tiene un enorme atractivo para casi todo el mundo. A lo largo de los tiempos, las historias sobre personas con poderes mágicos nos han fascinado y asustado. Debido a la mitología de la magia, los hechizos y los conjuros, me he preguntado: ¿hay alguna base en la realidad para la magia?

Como bahá’í, he buscado en los escritos bahá’ís para ver si encontraba algo sobre los poderes extraordinarios que podemos tener los humanos. También he pensado en el poder de las palabras más allá de lo ordinario. ¿Tienen ciertas palabras un impacto desmesurado en nuestras mentes y nuestras almas?

Pues bien, si buscamos en un libro de oraciones bahá’í, justo en la página introductoria encontramos este pasaje de Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la fe bahá’í:

Entona, oh Mi siervo, los versículos de Dios que has recibido, como son entonados por aquellos que se han acercado a Él, para que la dulzura de tu melodía encienda tu propia alma y atraiga los corazones de todos.

Entonar significa hablar en voz alta o cantar. Para ser escuchados, tenemos que dar voz a nuestras palabras. Cuando hablamos, la laringe, la garganta y la lengua emiten vibraciones sonoras en el aire y crean el medio por el que nuestras palabras se hacen oír. Esta vibración, o melodía, es la forma en que el poder de estas palabras, los versos de Dios, se transmiten y tienen su efecto.

Los escritos bahá’ís dicen que estas palabras tienen el poder de encender, o avivar, nuestras almas, hasta tal punto que atraeremos los corazones de los demás, lo que se resume en esta promesa aún más asombrosa de Bahá’u’lláh:

Siempre que alguien recite en la intimidad de su aposento los versículos que Dios ha revelado, los ángeles esparcidores del Todopoderoso difundirán por doquier la fragancia de las palabras emanadas de su boca, y harán que palpite el corazón de toda persona recta.

Así, la dulzura de nuestra melodía espiritual es realzada por medios místicos, por «ángeles esparcidores», y transformada a tal grado que su poder puede sentirse a grandes distancias y hacer palpitar los corazones de los demás.

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Probablemente una promesa metafórica y metafísica más que literal, este pasaje de los escritos bahá’ís proporciona un ejemplo de nuestros poderes y palabras que va más allá de lo ordinario. La dulzura que añadimos a la melodía y las propias palabras, trabajando conjuntamente con la inspiración divina de una nueva revelación, tienen una influencia mística (¿me atrevería a decir mágica?) sobre el alma.

Además de esta «dulzura», ¿qué magia pueden hacer los humanos? ¿Qué poderes dicen los escritos bahá’ís que tenemos? Bahá’u’lláh escribió:

Sobre la realidad del hombre, sin embargo, Él ha concentrado el esplendor de todos sus nombres y atributos y ha hecho a ésta un espejo de su propio Ser. De todas las cosas creadas solo el hombre ha sido escogido para recibir tan grande favor y tan perdurable generosidad.

¿Podemos convertirnos en poderosos «espejos» de Dios, y si es así, cómo? Bahá’u’lláh lo explicó:

Estas energías con las que el Sol de la divina generosidad y la Fuente de guía celestial ha dotado a la realidad del hombre yacen, sin embargo, latentes dentro de él, así como la llama está oculta dentro de la vela y los rayos de luz están presentes potencialmente en la lámpara.

Así que estos poderes son potenciales, no están materializados. ¿Cómo pueden manifestarse? Bahá’u’lláh escribió que «el Sol de la Verdad» utiliza la inspiración de las palabras de Dios:

…para limpiar, de todo corazón anhelante y de todo espíritu receptivo, la escoria y polvo de las preocupaciones y limitaciones terrenales. Entonces y solo entonces, el Fideicomiso de Dios latente en la realidad del hombre emergerá resplandeciente como el Orbe naciente de la Revelación Divina, de tras del velo del encubrimiento, para implantar la insignia de su gloria revelada sobre las cumbres de los corazones de los hombres… A través de las Enseñanzas de este Sol de la Verdad, todo hombre avanzará y se desarrollará hasta que alcance el estado en que pueda manifestar todas las fuerzas potenciales con que ha sido dotado su más íntimo verdadero ser.

La humanidad tiene un enorme potencial, ya dentro de nosotros, para crear una transformación mágica tanto en la vida individual como en la colectiva.