Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Sin duda has oído hablar del tráfico sexual, y puede que incluso lo hayas presenciado sin saberlo.
De acuerdo con las Naciones Unidas:
El tráfico sexual es el reclutamiento, transporte y alojamiento de personas – principalmente mujeres y niños – con el propósito de la explotación sexual en la prostitución, la pornografía, el turismo sexual y otras actividades sexuales comerciales.
El tráfico sexual, una forma moderna de esclavitud, produce miles de millones de dólares cada año a costa de millones de vidas inocentes. Si bien el tráfico sexual se ha producido desde los primeros tiempos registrados de la historia, solo en las últimas décadas ha recibido más atención en las noticias, las revistas populares y los medios electrónicos.
Como bahá’í, reconozco que el tráfico sexual refleja la desigualdad y el desequilibrio entre los géneros en nuestras sociedades y culturas. Los escritos bahá’ís afirman explícitamente que hasta que las mujeres no sean consideradas iguales a los hombres, el avance de la civilización no será posible:
En este mundo las mujeres tienen los mismos derechos que los hombres; en la religión y en la sociedad ellas son elementos muy importantes. Mientras se impida a las mujeres alcanzar sus más elevadas posibilidades, los hombres serán incapaces de lograr la grandeza que podría ser suya. – Abdu’l-Bahá, La sabiduría de Abdu’l-Bahá.
Y sépase una vez más que, hasta que la mujer y el hombre reconozcan y lleven a cabo la igualdad, no es posible el progreso social aquí o en cualquier otra parte. – La promulgación a la paz universal.
En la escuela de postgrado, comencé mi tesis sobre el tráfico sexual con énfasis en la «lado de la demanda», que consiste principalmente en hombres, empresas y países que se benefician de la explotación de niños y mujeres inocentes. El «lado de la oferta» se refiere a los traficantes y las víctimas – pero por supuesto, este nunca existiría sin la demanda.
Resulta interesante que en mi investigación descubrí que hasta hace poco tiempo no se había explorado, fiscalizado ni castigado el lado de la demanda del tráfico sexual por parte de los académicos, los activistas contra el tráfico y las fuerzas del orden. Descubrí que las personas que cometen estos delitos a menudo permanecen anónimas y sin rostro, lo que les permite continuar con sus atrocidades contra la humanidad.
Mi objetivo era sacarlos a la luz. La luz del sol, como dicen, es el mejor desinfectante.
«En lo que respecta a la trata de personas con fines sexuales, se espera que las mujeres aborden el tema directamente, mediante la educación, el empoderamiento y/o cambiando ellas mismas, cuando son sobre todo los hombres los que crean la demanda en primer lugar»
Esto se relaciona directamente con el concepto de hegemonía, lo que significa que los grupos dominantes tienen el poder de establecer las ideas e ideología e incluso las formas en que se construye el conocimiento en la sociedad. La ideología, entonces, se hace evidente en las cuestiones sociales y en la forma en que las estudiamos y enmarcamos. Esto significa que las desigualdades e injusticias en la sociedad tienden a ver el tráfico sexual como un «asunto de mujeres» o «asunto extranjero» – mientras que los grupos dominantes, los hombres y los países que crean la demanda, son invisibles y por lo tanto no se les pide cuentas.
La hegemonía se extiende a todas las desigualdades sociales, políticas y económicas en las que un grupo de personas tiene el poder de moldear actitudes, creencias, instituciones, etc.
De joven me enseñaron a usar ropa que no fuera muy reveladora, a caminar en grupo y a no salir nunca sola por la noche. Muchas niñas y mujeres son criadas con creencias similares. No digo que esto esté mal, pero sentí que la responsabilidad caía sobre mis hombros para evitar ser violada o traficada – en lugar de sobre los hombros de los potenciales perpetradores. Esas experiencias me hicieron darme cuenta de que nuestra sociedad a menudo se centra en «culpar a la víctima» en lugar de castigar a los individuos que realmente cometen esos delitos.
En lo que respecta a la trata de personas con fines sexuales, se espera que las mujeres aborden el tema directamente, mediante la educación, el empoderamiento y/o cambiando ellas mismas, cuando son sobre todo los hombres los que crean la demanda en primer lugar. En el pasado, la sociedad no esperaba que esos hombres cambiaran, fueran responsables o rindieran cuentas. Sin embargo, hoy en día, esa dinámica injusta ha comenzado a cambiar.
«En mi extensa investigación, encontré que aquellos que crean la demanda han escapado del escrutinio público y del sistema legal durante demasiado tiempo»
Afortunadamente, varios países y culturas del mundo han comenzado a reconocer la trata de personas como una cuestión de derechos humanos que requiere un mayor debate e investigación, especialmente en lo que respecta a los que crean la demanda. Los cuerpos de mujeres y niños que se compran y venden como mercancías representan males sociales más profundos, que se deben a su aparente falta de valor intrínseco en el mundo. Para resolver este pernicioso y persistente problema social, aprendí que el sexismo, el racismo y la discriminación inherentes al tráfico sexual deben ser abordados a nivel espiritual.
Irónicamente, los hombres involucrados en el tráfico sexual no se dan cuenta de que en realidad se están perjudicando a sí mismos e impidiendo su propio potencial al arrebatar a las mujeres sus derechos humanos básicos y, por lo tanto, impidiendo el progreso y la evolución de la civilización en su conjunto.
En mi extensa investigación, encontré que aquellos que crean la demanda han escapado del escrutinio público y del sistema legal durante demasiado tiempo. Necesitamos una mayor conciencia educativa, legislativa y pública que se centre en aquellos que crean la demanda, y debemos implementar métodos para eliminar esa demanda. Esto me recuerda una de mis citas favoritas de “Las palabras ocultas” de Bahá’u’lláh:
Lo más amado de todo ante Mi vista es la Justicia; no te apartes de ella si Me deseas y no la descuides para que Yo pueda confiar en ti. Con su ayuda verás con tus propios ojos y no por los ojos de otros, y conocerás con tu propio conocimiento y no mediante el conocimiento de tu prójimo. Pondera en tu corazón cómo te corresponde ser. En verdad, la justicia es Mi ofrenda a ti y el signo de Mi amorosa bondad. Tenla pues ante tus ojos. – Bahá’u’lláh, Las palabras ocultas.
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