Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Hemos vivido en la era moderna de las naciones con gobiernos seculares durante tanto tiempo que algunos podrían concluir que las naciones siempre han existido y existirán para siempre. ¡Pero no!
En realidad, el concepto de nación nació hace poco más de mil años, maduró y se hizo realidad en los siglos XVIII y XIX, y comenzó a dominar la vida política en el siglo XX.
Regresando al pasado, la familia, formada por una madre, un padre y sus hijos, proporcionó el pilar básico para la sociedad durante la época de nuestros antepasados en las cuevas. Luego, en diferentes momentos y lugares, la amplitud de la unidad se expandió a medida que las familias se unían en tribus, de tribus en aldeas, luego ciudades y eventualmente se convirtieron en parte de imperios; finalmente, se expandieron y consolidaron en naciones. Este proceso gradual de unidades cada vez más grandes tomó varios miles de años.
Todo lo cual plantea una pregunta interesante: ¿fueron esos cambios simplemente el resultado de una serie de eventos aleatorios que ocurrieron al azar en diferentes momentos y diferentes lugares? ¿o fue en realidad un proceso macrocósmico progresivo y evolutivo a lo largo de los eones que nos llevó al punto en que nos encontramos hoy?
Ciertamente, tenemos muchas pruebas de que los seres humanos se desarrollaron biológicamente a lo largo de un continuo progresivo a lo largo del tiempo. Junto con nuestro orden social en evolución, el hombre también se ha convertido en la noble criatura que ahora vive en todos los continentes habitables aquí en el planeta Tierra. Los arqueólogos y los científicos han encontrado pruebas abrumadoras de que hace unos tres millones de años, en el norte de África, nuestros ancestros se levantaron y empezaron a crear el hábito de caminar sobre dos patas traseras. Esos científicos le dieron el nombre de «Lucy» a los huesos que permanecen desde el primer homínido identificado. Sorprendentemente, Lucy solo medía 4 pies de altura, lo que plantea la pregunta: ¿Cómo eran sus ancestros antes de decidirse a pararse en dos patas?
Las enseñanzas bahá’ís dicen que estos dos temas, la evolución humana y la evolución de nuestros sistemas de gobierno, siguen el mismo patrón básico de desarrollo y maduración:
El objetivo de Bahá’u’lláh, el profeta de esta nueva y gran era en la que la humanidad ha entrado… no es destruir, sino que vino a cumplir con las Revelaciones del pasado, a reconciliar en lugar de acentuar las divergencias de los credos en conflicto que trastornan a la sociedad actual.
Su propósito… es reafirmar las verdades básicas que estas enseñanzas consagran, de una manera que se ajuste a las necesidades, esté en consonancia con la capacidad, y sea aplicable a los problemas, los males y las perplejidades de la era en que vivimos. Su misión es proclamar que la edad de la infancia de la humanidad ha pasado, que las convulsiones asociadas con la etapa actual de la adolescencia la están preparando lenta y dolorosamente para alcanzar la etapa de la madurez, y están anunciando la llegada a la Edad de las Edades cuando las espadas se convertirán en arados, cuando se haya establecido el Reino prometido por Jesucristo, y se haya asegurado la paz del planeta de forma definitiva y permanente. – Shoghi Effendi, Declaración sumaria ante el Comité Especial de las Naciones Unidas sobre Palestina, 1947. (Traducción provisional)
En ese sentido, comencemos con algunas definiciones:
- La palabra nación se refiere a una región autónoma, soberana dentro de su límite reconocido, habitada por personas que generalmente tienen una cultura, un idioma, una historia en común y aceptan voluntariamente cumplir con las leyes de aquel territorio.
- La palabra nacionalismo se refiere a la emoción y el sentido de lealtad que los ciudadanos sienten hacia su país, que a menudo está acompañado por la creencia de que su nación es mejor y más importante que otras naciones.
- La palabra civilización significa una sociedad organizada con un nivel relativamente alto de desarrollo cultural y tecnológico, con una apreciación del arte, la ciencia, la escritura, la lectura y el mantenimiento de registros escritos.
En 1816, el comodoro Stephen Decatur, Jr., uno de los padres fundadores de la marina de los Estados Unidos, después de una contundente y victoriosa batalla en la costa de Berbería, acuñó la siguiente frase para expresar su lealtad a los Estados Unidos: “¡Nuestro país! En su trato con otras naciones, que siempre esté del lado correcto: pero con nuestro país, en lo correcto o incorrecto «.
Desde entonces, muchos lo han reducido a «Mi país, correcto o incorrecto». Este tipo de nacionalismo ardiente ofrece una espada de doble filo; por un lado, puede unirnos con un sentido de comunidad, pero, por otro lado, puede separarnos de personas en otras naciones y convertirse en una fuente de disputas y guerras entre naciones, como hemos presenciado en las dos últimas guerras mundiales. Las enseñanzas bahá’ís se pronuncian en contra esta forma de «nacionalismo excesivo y limitado». En cambio, los bahá’ís trabajan por desarrollar:
…una comunidad mundial en la que la furia de un caprichoso y militante nacionalismo haya sido convertida en una perdurable conciencia de ciudadanía mundial. – Shoghi Effendi, El orden mundial de Bahá’u’lláh, pág. 40.
De la misma manera, las enseñanzas bahá’ís abogan por la unidad de las religiones del mundo y el reconocimiento de su propósito común. Hasta 1844, en general se reconocía que, si bien el hinduismo, el budismo, el zoroastrismo, el judaísmo, el cristianismo y el islam tenían muchas similitudes, esencialmente eran religiones separadas e independientes. Sin embargo, la Fe Bahá’í trajo una nueva enseñanza llamada revelación progresiva, que reconoce el hecho de que la religión, como la evolución humana o social, tiene una historia.
Anteriormente, ningún erudito o historiador religioso astuto había analizado toda la información disponible en los libros de historia, conectado los puntos e identificado las similitudes y la conectividad esencial de las religiones reveladas de Dios.
Con esta nueva perspectiva, los conocidos eventos históricos de larga data revelan sus conexiones y causas. Con esta nueva perspectiva, el año 1844, el año en que comenzó la era bahá’í, se vuelve más importante como un momento crucial para la humanidad. Siga esta serie de ensayos mientras observamos eventos anteriores para discernir un patrón mundial poco conocido, pero importante, que nos llevó hasta 1844; examinar una amplia gama de eventos desde 1844 hasta el presente; y luego, con esta nueva perspectiva, desarrollamos una mejor comprensión de los cambios trascendentales que se han producido en los últimos 175 años y que nos permiten mirar con optimismo hacia el futuro.
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