Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Una cita atribuida a menudo a James Baldwin refleja una profunda verdad: «Ser afroamericano es ser africano sin recuerdos y estadounidense sin privilegios».
Los afroamericanos soportan un racismo sistémico e institucionalizado por su condición de afrodescendientes, y al mismo tiempo no se pueden identificar con ningún país ancestral concreto -y conservar la lengua, la cultura y el legado que ello conlleva- porque la herencia de estas raíces ancestrales fue prohibida en la esclavitud.
Al principio, creía que esta experiencia era exclusiva de la comunidad afroamericana. Sin embargo, después de hablar con dos afro-latinas –mujeres negras de Brasil que están liderando poderosos esfuerzos para defender los derechos de los afro-brasileños– me di cuenta de que la opresión y el homicidio cultural para aquellos de nosotros que descendemos de africanos esclavizados es universal en todo el continente americano.
El racismo y el sexismo a los que se enfrentan las mujeres negras en Brasil
A pesar de que el 56% de los brasileños se identifican como negros –siendo la mayor población de ascendencia africana fuera de África–, la negritud en Brasil sigue estando a menudo vinculada a la inferioridad.
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Carolina Almeida, filósofa, internacionalista y politóloga, compartió que, desde niños, son criados con la idea de que cuanto más se alejen de la negritud, mayor será la calidad de persona que serán.
Ella dice: «Por lo tanto, identificarse como una mujer negra o como un hombre negro en Brasil es un gran paso, realmente un gran paso social y, también, emocional que hay que dar, porque constantemente estamos siendo persuadidos por todo lo que nos rodea de que ser negro es malo, es feo, no es interesante.»
En una carta de 2022 dirigida a los bahá’ís de la República Democrática del Congo, la Casa Universal de Justicia, el consejo de gobierno de la Fe bahá’í elegido a nivel mundial, analizó cómo esta «crisis de identidad está directamente relacionada con la propagación de los prejuicios».
Leticia Leobet, científica social especializada en antropología, añadió:
En mi vida cotidiana como brasileña, el impacto del racismo sumado a la misoginia es considerable. Y más que en mi vida cotidiana, repercute en la construcción de mí misma, de mi identidad interior. Por lo tanto, es una acción que te despoja de cualquier perspectiva de [futuro]: quién quieres ser, qué quieres hacer y cómo te ves en el mundo. Pierdes todo eso. Nos forjamos de tal manera que no creemos en nuestro potencial, en nuestras capacidades.
Su experiencia se hace eco de las ideas compartidas por la Casa Universal de Justicia en una carta de 2020 a los bahá’ís de Estados Unidos, en la que se hacía hincapié en cómo el racismo suprime la capacidad de las personas para desarrollar todo su potencial:
El racismo es una profunda desviación de la norma de la verdadera moralidad. Priva a una parte de la humanidad de la oportunidad de cultivar y expresar toda su capacidad y de vivir una vida significativa y fructífera, al tiempo que arruina el progreso del resto de la humanidad. [Traducción provisional]
Carolina afirma: «Para nosotras, las mujeres negras de Brasil, especialmente, siempre chocamos con este techo de cristal porque puedes ver, pero no puedes lograr» debido a «barreras sociales y políticas».
Estas dificultades impiden a muchas dedicarse a profesiones como la medicina o la ingeniería y, como señala, «en Brasil, las mujeres negras han estado en la parte [inferior] de la pirámide social desde la esclavitud».
Acceder a puestos de liderazgo en política es especialmente difícil, y esta lucha está tan arraigada que afecta a su mentalidad, limitando su capacidad de imaginarse a sí mismas en posiciones de poder. Carolina dice: «Nunca habría imaginado que estaría trabajando dentro de la ONU [Organización de las Naciones Unidas]… y la Comunidad Internacional Baha’í nos ha ayudado mucho en este camino».
Cómo Geledés aboga por los afrobrasileños
Carolina representa a Geledés – Instituto da Mulher Negra en los mecanismos de examen periódico de las Naciones Unidas y en el G20, mientras que Leticia actúa como asesora internacional de la organización. Fundada por mujeres negras en 1988, Geledés es una organización no gubernamental brasileña que combate el racismo y el sexismo en todas sus formas, al tiempo que garantiza la igualdad de acceso a los derechos y oportunidades para los afrodescendientes.
En septiembre de 2022, Geledés obtuvo el estatus consultivo ante el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas (ECOSOC), lo que permite a la organización acceder a diversos mecanismos de derechos humanos y eventos especiales. Desde que obtuvo este estatus, Geledés ha podido producir de forma independiente informes alternativos solicitados por los comités de la ONU, centrándose específicamente en las necesidades urgentes de las mujeres y niñas afrodescendientes en Brasil, quienes enfrentan las más graves vulneraciones. Estos detallados informes evalúan la situación actual y ofrecen recomendaciones sobre las medidas que debería adoptar el gobierno brasileño. Cabe destacar que muchas de estas recomendaciones se han integrado en las orientaciones oficiales proporcionadas por los comités de la ONU a Brasil.
Geledés aborda diversas cuestiones críticas, como el hambre y la pobreza, la violencia contra los afrodescendientes, el encarcelamiento masivo de negros, las disparidades en la sanidad pública, las crisis económicas, el cambio climático y la libertad religiosa. Además, la organización destaca el importante problema de la violencia contra las mujeres y niñas afrodescendientes en el sistema de salud pública. La ONU cita a menudo los datos recogidos por Geledés para abogar por que el gobierno brasileño tome medidas contra el feminicidio.
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Geledés cuenta con la tutoría de Iradj Eghrari, consultor internacional y antiguo miembro de la Asamblea Espiritual Nacional de los Bahá’ís de Brasil. Como bahá’í, Iradj reconoce que los objetivos de Geledés se alinean con una de las misiones de la Fe bahá’í, que es ser «un defensor de la víctima de la opresión». Expresa su apoyo afirmando: «La religión es convertir tus principios espirituales en acción».
Cómo todos podemos ayudar a erradicar el misogynoir
Mientras pensamos en cómo podemos erradicar el misogynoir (la misoginia hacia las mujeres negras), esta interseccionalidad entre racismo y sexismo que está hiriendo a las mujeres negras en Brasil y en todo el mundo, recordemos las siguientes palabras de la Casa Universal de Justicia:
Desconfiar, temer, odiar o discriminar a otra persona o a todo un grupo por motivos étnicos es una enfermedad espiritual. También es una plaga que infecta las estructuras sociales y provoca inestabilidad. Desde este punto de vista, erradicar los prejuicios étnicos exige una transformación tanto a nivel del individuo como del entorno social. [Traducción provisional]
A nivel individual, Iradj dice que «tenemos que empoderar a las mujeres afrodescendientes para que reconozcan su potencial». Este empoderamiento «no es sólo cuestión de darles algunas herramientas», es abrazarlas, amarlas y estar ahí para ellas. A nivel del entorno social, Iradj expresa la necesidad de que «establezcamos políticas» y cambiemos «las estructuras racistas».
Y continúa: «Así que lo que puedo hacer como individuo es poner en práctica la acción. Este pensamiento de: ¿cómo puedo servir a otro ser humano?».
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