Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Los bahá’ís creen que Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la Fe bahá’í, trajo una nueva revelación de Dios a la humanidad. ¿Cómo podemos evaluar esta sorprendente afirmación? ¿Qué hace que esta revelación sea tan única?
Bahá’u’lláh escribió que su revelación marca el comienzo de una nueva era, el día predicho en todas las escrituras del pasado, el día en que aparecería el Prometido de todas las religiones, descrito en la Biblia como el tiempo en que habrá un solo redil y un solo pastor.
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Un «redil», en el sentido antiguo de la palabra, significa una zona de pastoreo delimitada por estacas o vallas, un lugar protegido en el que el rebaño pueda existir de forma segura y unida.
Los bahá’ís creen en la unidad inherente de todas las religiones, por lo que en última instancia, según las enseñanzas bahá’ís, debe haber un solo redil. En un discurso en Montreal, Canadá, en 1912, Abdu’l-Bahá dijo:
… Bahá’u’lláh proclamó que por cuanto Dios es el único Pastor celestial y toda la humanidad son las ovejas de Su rebaño, la religión o guía de Dios debe ser el medio de amor y compañerismo en el mundo. Si la religión resulta ser fuente de odio, enemistad y contienda, si se convierte en causa de guerra y lucha y en una influencia para que los hombres se maten entre sí, su ausencia es preferible. Porque aquello que produce odio entre la gente es rechazado por Dios y lo que establece el compañerismo es deseado y sancionado por Él.
Necesitamos un solo redil religioso para liberar a la humanidad de la tiranía que suponen las falsas y anticuadas interpretaciones de la religión.
Las religiones, según las enseñanzas bahá’ís, necesitan renovarse. Aunque sus enseñanzas espirituales son imperecederas, con el tiempo sus enseñanzas sociales pierden relevancia y se vuelven anticuadas, sus interpretaciones de la teología se vuelven deficientes, y muchas de las acciones de sus seguidores no concuerdan con las enseñanzas de Dios ni para este día ni durante su accidentada historia.
Hoy, las enseñanzas bahá’ís nos dicen que es hora de avanzar.
Podemos ver la historia de la religión, entonces, como un proceso educativo progresivo. ¿Basta con la educación primaria para ir a la universidad? Por supuesto que no.
Las enseñanzas bahá’ís dicen que existe un solo Dios y, por tanto, un proceso educativo continuo. Ese proceso avanza a lo largo de la historia, y cada nueva revelación espiritual sigue a la anterior, renovando la religión regularmente. Los bahá’ís llaman a este proceso «revelación progresiva», puesto que educa a la humanidad de forma secuencial a lo largo del tiempo. Si utilizamos como analogía el crecimiento de un niño hasta convertirse en adulto, el propósito de Bahá’u’lláh es llevarnos a la versión madura de la adoración a Dios.
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Durante la historia de la humanidad, las versiones de niño a adolescente comenzaron con Adán y terminaron con Muhammad – los profetas y mensajeros que crearon lo que los historiadores llaman «el Ciclo Adámico». Bahá’u’lláh ha inaugurado un nuevo ciclo religioso, destinado a unificar el planeta y dar paso a la edad de oro de la humanidad, como explicó Abdu’l-Bahá en una charla que dio en Londres:
Éste es un nuevo ciclo del poder humano. Todos los horizontes del mundo son luminosos. En verdad, el mundo se ha de convertir en un jardín paradisíaco. Ésta es la hora de la unidad de los hijos de los hombres y de la reunión de todas las razas y clases. Ya no estáis prendidos de las viejas supersticiones que han hecho de los hombres ignorantes y que han destruido los cimientos mismos de la humanidad.
El don de Dios para esta época esclarecida es el conocimiento de la unidad de la humanidad y de la unidad fundamental de la religión.
En ese sentido, todas las religiones del ciclo adámico han cumplido su función y su propósito. El proceso natural de crecimiento, de madurez, significa que la humanidad ha avanzado. Las religiones del pasado han cumplido su propósito y la fe del presente nos pide que superemos nuestras antiguas divisiones religiosas y nos unamos.
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