Hablemos de héroes y heroísmo

Como yo, probablemente te hayas preguntado: ¿qué hace que alguien sea heroico? Los seres humanos pueden llegar a planos espirituales tan elevados, pero ¿cómo llegan allí? ¿Qué impulsa a alguien a actuar de forma heroica?

Todos admiramos a los verdaderos héroes. Todo el mundo tiene modelos de conducta en la vida, personas con cualidades y atributos que respetan y veneran. Así que exploremos ese fenómeno, y veamos si podemos descubrir cómo reconocer a un héroe y llevar una vida heroica.

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La definición de héroe

Como soy un antiguo profesor universitario de inglés, que intentaba formar a mis alumnos para que pensaran con claridad utilizando las palabras con precisión, cuando empecé a reflexionar sobre este fascinante tema del heroísmo, primero acudí a mi destartalado diccionario para buscar la definición:

héˑroˑe1. Hombre de valor o habilidad distinguidos, admirado por sus valientes hazañas y nobles cualidades 2. Persona que, en opinión de los demás, tiene cualidades heroicas o ha realizado un acto heroico y es considerada como modelo o ideal

¿No puede ser un héroe una mujer? Claro, la palabra heroína cumple ese papel:

heˑroˑíˑna 1. mujer de carácter heroico, héroe femenino

La palabra héroe podría estar relacionada con Hero, quien originalmente era una mujer: una sacerdotisa de Afrodita, la diosa del amor y la belleza en la mitología griega. Hero sacrificó su vida arrojándose al océano después de que su amante Leandro se ahogara mientras intentaba nadar el Helesponto (ahora llamado Dardanelos, el estrecho entre Europa y la Turquía asiática) cuando Leandro se vio invadido por el deseo de visitar a su amada Hero.

De todos modos, convengamos en utilizar la palabra héroe y aplicarla a cualquier persona de cualquier género que haga algo heroico.

Para los bahá’ís, un héroe describe a una persona cuyo ser está plenamente dedicado, como dijo Abdu’l-Bahá en un discurso que pronunció en 1912, a «las susceptibilidades del espíritu»:

¡Qué poderoso es el espíritu del hombre en oposición a su cuerpo débil! Si los atributos del espíritu lo controlan no hay criatura más heroica e intrépida que el hombre, pero si es dominado por las fuerzas físicas no encontrareis objeto más cobarde o aterrado, pues el cuerpo es muy débil e incapaz. Por tanto, el propósito divino es que los atributos espirituales del hombre superen y rijan sus fuerzas físicas.

Qué descripción tan conmovedora: «… no hay criatura más heroica». Después de reflexionar sobre estas importantes definiciones y sus orígenes, me sentí impulsado a escribir una serie de artículos sobre el verdadero heroísmo, explorando las cualidades internas que hacen que esas personas admirables sean tan notables.

Empezaremos así: ¿conoces a algún héroe? Intenta pensar en esa pregunta mientras lees estos artículos, y quizás también considera si tú puedes encajar en la definición, si tú mismo has hecho alguna vez algo heroico.

¿Qué hace que un héroe sea heroico?

Cuando reflexionamos sobre lo que se necesita para hacer algo heroico, a menudo pensamos primero en el valor físico: en la guerra, en medio de un desastre o una crisis, incluso en las películas. Un coche se incendia, hay personas atrapadas en su interior y los transeúntes reaccionan arriesgando sus propias vidas para salvarlas. Un soldado heroico rescata a un compañero herido, exponiéndose al fuego hostil. Un héroe de película salva el mundo con poderes sobrehumanos.

Estas manifestaciones y representaciones físicas del heroísmo suelen implicar tres cosas: una decisión en una fracción de segundo, el desprecio por la propia seguridad del héroe y una conclusión rápida y exitosa. Los militares conceden medallas por este tipo de heroísmo, pero cualquiera que lo haya visto o haya participado en él sabe que la rápida decisión de actuar suele provenir del puro instinto visceral, no del autosacrificio o el altruismo conscientes.

Probablemente por eso la mayoría de las personas que percibimos como heroicas -la mujer que salta a un río para salvar a un niño a punto de ser arrastrado, por ejemplo- no se consideran a sí mismas como héroes en absoluto. Cuando después se ve a esas personas etiquetadas como heroicas, casi siempre responden diciendo «no soy ningún héroe, hice lo que haría cualquiera». Puede parecer que están siendo modestos, pero no es así: simplemente están revisando la decisión instantánea inconsciente que tomaron y reconociendo con precisión lo que fue, una respuesta instintiva sobre la que tenían poco control.

Los verdaderos héroes, me parece, van más allá de ese tipo de actos impulsivos, instintivos e irreflexivos. En cambio, toman decisiones conscientes de sacrificarse por el bien de los demás y luego siguen, con el tiempo, esas decisiones, dedicando sus vidas a algo más grande que su ventaja individual.

Definido así, el verdadero heroísmo significa poner a los demás en primer lugar, incluso a riesgo propio. El verdadero heroísmo significa dedicar tu vida a una causa noble. El verdadero heroísmo significa, mediante la fuerza de voluntad y la fortaleza, sacrificar nuestra vida por un ideal. Cuando actúas de forma verdaderamente heroica, intentas incorporar ese ideal superior a tu propio ser, y aspiras a ejemplificar ese ideal en tus acciones diarias a largo plazo. Haces un compromiso del espíritu y te mantienes firme, sin importar los obstáculos.

Esta puede ser una de las razones por las que las enseñanzas bahá’ís se centran más en los hechos que en los pensamientos o las palabras. Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la fe bahá’í, escribió estos cuatro pasajes sobre el tema en diferentes lugares de sus escritos:

¡Oh gentes! Las palabras deben ser respaldadas por los hechos, ya que los hechos son la verdadera prueba de las palabras. Sin aquéllos, éstas jamás podrán apagar la sed del alma anhelante, ni abrir las puertas de la visión ante los ojos de los ciegos… Ésta conduce a los hijos de los hombres al conocimiento y les confiere verdadera distinción.

Que vuestros hechos sean una guía para toda la humanidad, pues lo que profesan la mayoría de los hombres, sean nobles o humildes, difieren de su conducta. Es por vuestros actos que podéis distinguiros de los demás. Por ellos puede ser derramado sobre toda la tierra el brillo de vuestra luz.

¡Por Mi vida! Todos cuantos están en la tierra fenecerán, mientras que sólo las buenas obras perdurarán; de la verdad de Mis palabras da testimonio Dios mismo.

La guía ha sido dada siempre con palabras, y ahora es dada con hechos. Todos deben manifestar acciones puras y santas, pues las palabras son propiedad de todos por igual, en tanto que acciones como éstas pertenecen sólo a Nuestros amados. Esforzaos, pues, con alma y corazón para distinguiros por vuestras acciones.

Todos podemos aspirar a este tipo de heroísmo espiritual ejemplificado por la acción. En el próximo artículo de esta serie, examinaremos los tipos de cosas que no constituyen heroísmo.