Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Las enseñanzas bahá’ís dicen que la era de las naciones ha llegado a su fin; sin embargo, aun en la actualidad tenemos un mundo gobernado principalmente por gobiernos nacionales anacrónicos:
“Qué patéticos son realmente los esfuerzos de esos directores de las instituciones humanas que, con total indiferencias hacia el espíritu de la época, procuran adaptar los procesos nacionales, apropiados para los antiguos días de naciones autárquicas, a una época que, o bien debe lograr la unidad del mundo tal como esbozó Bahá’u’lláh, o bien perecer”. – Shoghi Effendi, El Orden Mundial de Bahá’u’lláh, p. 68.
Esta llamativa descripción de Shoghi Effendi: «los antiguos días de naciones autárquicas», escrita en la década de 1930, rememora una era antes de que la mayoría de la gente entendiera que el comercio internacional haría que todas las naciones se vuelvan interdependientes. Entonces, ¿cuándo comenzó realmente a existir esa interdependencia entre las naciones?
Muchos historiadores sostienen que la interdependencia comenzó hace poco más de cien años, en 1917, cuando un Estados Unidos «neutral» y distante tomara la fatídica decisión de entrar en la Primera Guerra Mundial:
«Esa inútil resistencia [de los Estados Unidos] (a participar en la guerra) no ocurrió por nuestra culpa, ni, en un sentido más amplio, por la culpa de alguna inclinación específica de ninguna nación. Sino que fue la contracción de la tierra lo que nos arrojó tan violentamente contra el continente europeo. Tuvimos poca volición en el asunto».
«Lo que realmente puso fin a nuestra neutralidad mucho antes de que percibiéramos que había terminado, fue el hecho supremo de que el crecimiento de la industria, el entrelazamiento de las naciones del mundo, había hecho imposible una neutralidad completa y real. El concepto tradicional de neutralidad se había basado en la idea de una nación independiente y autónoma luchando contra otra nación independiente y autónoma, mientras que los países neutrales sostienen el ring de pelea, manteniendo la balanza uniforme, y no hacían: «nada, de ninguna manera». Sin embargo, hoy no existen las naciones económicamente autónomas». – Walter Edward Weyl, El fin de la guerra, p. 57.
El emblemático libro de Weyl, escrito hace un siglo, en 1918, fue uno de los primeros en notar que el mundo se había contraído y se había vuelto interdependiente, que este ya no podía trazar líneas definidas entre pueblos y países «divididos». Muchos diplomáticos, futuristas, pensadores y filósofos ahora están de acuerdo con esta idea de «posnacionalismo», es decir que el mundo ha dejado atrás su antiguo y obsoleto paradigma de Estado-nación:
«La era de las naciones ha llegado a su fin. Ahora, a menos que deseemos perecer, debemos sacudir nuestros viejos prejuicios y construir la Tierra. Mientras observo más científicamente al mundo, menos puedo imaginar un posible futuro biológico para él, excepto en la comprensión activa de su unidad». – Pierre Teilhard de Chardin.
Es posible que los países no existan como entidades viables en el 2050. Los países tienen alcance local y no son óptimos en la gestión del cambio… generalmente son vestigios ineficaces.
Para el 2050 seremos más globales en todas nuestras interacciones. Los límites geográficos parecerán sin sentido. Las creencias e ideologías políticas no serán manejadas por un pequeño número de personas en nombre de las masas.
El colectivismo social que utiliza medios electrónicos e interconexiones globales actuará para crear grupos dinámicos que compartan intereses y objetivos comunes. Este es el momento en que la comunicación social global está proporcionando la base para cambiar la forma en que las personas se comunican, comparten puntos de vista, se autogestionan, trabajan con otros y logran el cambio.
«Solo podemos mantener la esperanza de que podremos alcanzar un «gobierno» global para manejar los problemas globales y tener un gobierno local para los asuntos locales. Cualquier organización que se interponga en medio de estos dos extremos se volverá cada vez más obsoleto». – Chris Smedley.
«El estado-nación parece estar perdiendo su monopolio sobre la soberanía. … Y aun importante, las condiciones de la vida global liberan a los individuos de las fronteras físicas y psicológicas del estado-nación. Las personas que viven en diferentes continentes poseen una nueva familiaridad entre ellos. Esta proximidad cada vez mayor entre los pueblos crea una red de relaciones complejas que dan lugar a nuevos sentimientos de armonía global». – Ali Khan.
Estos tres grandes pensadores no fueron los únicos que sostuvieron estas ideas, sino que representan las opiniones de una gran cantidad de eminentes voces postnacionales, todas ellas haciendo eco del tema central de las enseñanzas bahá’ís que es la unidad orgánica de nuestro planeta:
La gente del futuro no dirá: “Pertenezco a la nación inglesa, francesa o persa”, pues todos ellos serán ciudadanos de una nacionalidad universal – la única familia, el único país, el único mundo de la humanidad – y estas guerras, odios y contiendas desaparecerán. – Abdu’l-Bahá, La Promulgación a la Paz Universal, p. 43.
La superficie de la tierra es una sola patria natal, y esa patria nativa fue provista para todos. Dios no ha fijado las fronteras y las limitaciones de raza. ¿Por qué barreras imaginarias que Dios no ha destinado originalmente se convierten en causa de contienda? Dios ha creado y provisto para todos. Él es el Conservador de todo y todos están sumergidos en el océano de Su merced. Ni una sola alma está privada. Puesto que tenemos un Dios y Creador tan amoroso, ¿por qué tenemos que hacernos la guerra unos a otros? Ahora que Su luz está brillando universalmente, ¿por qué arrojarnos a las tinieblas? Ya que Su mesa ha sido puesta para todos Sus hijos, ¿por qué debemos privarnos mutuamente de Su sustento? Ya que Su esplendor está brillando sobre todos, ¿por qué buscamos vivir entre las sombras? No hay duda de que la única causa es la ignorancia y que el resultado es la perdición. -Ibid, p. 116.
Entonces, sí, los bahá’ís creen que la era de las naciones ha llegado a su fin y que la edad de una nacionalidad universal ha llegado. En el próximo ensayo de esta serie, veremos cómo se interpreta ese hecho en las formas de gobierno de hoy y mañana.
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