Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
A pesar de que cada uno de nosotros tiene su propio gusto musical, es difícil escapar del resto de lo que está rondando por el mundo musical. La mayoría de nosotros no consideramos el tipo de música al que hemos sido expuestos y cómo las melodías impactan en nuestro cerebro, cuerpo y espíritu, como lo hemos explorado en el primer artículo de esta serie. La música nos afecta subliminalmente no solo a través de la melodía, pero sino también a través de la imágenes y lenguaje retratado en las letras.
Muchas personas actualmente son afortunadas de vivir en sociedades en las que la libertad de expresión y las licencias artísticas son derechos básicos. Sin embargo, cuando las letras de las canciones más accesibles y populares contienen temas sexuales, misoginia, lenguaje obsceno y referencias a drogas, violencia y ostentosas exhibiciones de riqueza, ¿en qué punto debemos trazar la línea?
Bahá’u’lláh proporcionó una guía clara para los Bahá’ís sobre el tema de la música y sus mensajes:
Hemos hecho que sea lícito para vosotros escuchar música y canto. Sin embargo, cuidad que el escucharlos no os haga traspasar los límites de la decencia y la dignidad. Que vuestra alegría sea la alegría que nace de Mi Más.
Grande Nombre, un Nombre que trae arrobamiento al corazón y llena de éxtasis la mente de cuantos se han acercado a Dios. En verdad, hemos hecho de la música una escalera para vuestras almas, un medio por el cual puedan ascender al dominio de lo alto. Por tanto, no hagáis de ella alas para el yo y la pasión. Nos es aborrecible veros contados entre los necios. -Bahá’u’lláh, El Libro Más Sagrado, p. 64.
En mi adolescencia, siempre fui hipersensible a los mensajes negativos de las canciones que escuchaba o a las que era expuesta, porque sentía que estos mensajes eran inconsistentes con mis creencias como Bahá’í. A raíz de esto, comencé mi búsqueda por artistas alternativos que se resaltarán por promover mensajes más coherentes con mis creencias. Sin embargo, no eran muy fáciles de encontrar ni de fácil acceso, especialmente a mediados del 2000. Mi exploración me llevó a espacios desconocidos y emocionantes, que involucró una nueva red de amigos y métodos únicos de intercambio musical, que relatan el origen de mi historia personal como músico y compositora. En este camino, mi intención principal era crear melodías y letras que estén guiadas por esta observación hecha por ‘Abdu’l-Bahá:
“…una melodía dulce al oído, trae el verdadero espíritu de vida al corazón enamorado de Dios; no obstante, mancha de concupiscencia a un alma absorta en los deseos sensuales.” – Selección de los escritos de Abdu’l-Bahá, p. 161.
Al reflexionar sobre las palabras anteriores de Bahá’u’lláh y ‘Abdu’l-Bahá, me he preguntado cuánta correspondencia tiene esto con los descubrimientos de la ciencia, es así que recientemente me embarqué en una búsqueda de estudios sobre los efectos de las letras y los mensajes de las canciones. Y esto fue lo que encontré…
Los norteamericanos escuchan en promedio 32 horas de música a la semana, según un reciente reporte publicado por Nielsen Music. Esto nos da una visión de la cantidad de música que algunos de nosotros estamos asimilando.
De acuerdo con un estudio llevado a cabo por el profesor P. Cougar Hail de la Universidad de Brigham Young, los casos de sexualización incrementaron dramáticamente en los mensajes de las canciones durante los años 90’s y el 2000, que él atribuye en parte a las leyes de control parental que permitían a los artistas decir cualquier cosa que quisiesen, siempre y cuando pusieran etiquetas de control parental en la cubierta de sus álbumes, La naturaleza generalizada de estos mensajes preocupa a Hall, quién cree que los adolescentes “confundirán los mensajes de la música popular con normas sociales”. – Sydney Cobb, “¿Letras literales? Los efectos del sexo, la violencia y la misoginia en la música popular”, Deseret News, 21 de abril 2016.
Otro estudio fue reportado como sigue: “Los participantes hombres que solo escucharon dos tipos de canciones con mensajes misóginos mostraron un incremento considerable en la agresión contra la mujer. ¿Qué puede decirse sobre este efecto en la vida real, en la que el hombre escucha probablemente cientos de canciones con mensajes misóginos durante sus vidas?” -Ibid.
Otro investigador, Jack R. Christianson, dijo “no diré que si escuchas canciones con mensajes penosos vas a salir y hacer lo que te sugieren las letras de aquellas canciones, sino que los pensamientos dominantes que tienes en la mente son los que dirigen tu comportamiento. La música te permite recordar las letras”. Él señalo que este proceso es generalmente subconsciente, porque ciertos acordes, ritmos y patrones musicales (melodías) liberan hormonas y estimulan el área de placer del cerebro. -Ibid.
Estos descubrimientos desafían la visión que tienen muchas personas sobre las letras de las canciones que escuchamos: “entran por un oído, salen por el otro”.
Mi experiencia personal también confirma esto, porque he usado inintencionalmente lenguaje peyorativo al cantar alguna canción o pensar en la canción en mi cabeza, y sé que no me ha pasado solo a mí. A veces el ritmo y las melodías enmascaran los mensajes y luego perdemos consciencia de lo que realmente estamos escuchando.
Solo para aclarar, no sugiero que dejemos de escuchar música. Eso sería de locos e imposible dado la ubicuidad de la música en la vida moderna. Tampoco no estoy sugiriendo que debamos escuchar solo música religiosa para “protegernos”, ya que esto solo agravará más la fragmentación y el sentido de dicotomía. De hecho, Shoghi Effendi, el Guardián de la Fe Bahá’í , ofreció una clara guía sobre este tema a aquellos con capacidades y talentos creativos:
La música, como una de las artes existentes, es un desarrollo cultural natural y el Guardián no siente que deba concentrarse un esfuerzo especial por desarrollar “Música Bahá’í”, ni tampoco por desarrollar escuelas Bahá’ís de pintura o escritura. Los creyentes son libres de pintar, escribir y componer en la vía que sus talentos los guíen. Si la música es escrita, incorporando los escritos sagrados, los amigos son libres a hacer uso de este, pero no debe nunca debe ser considerado como un requisito en las reuniones Bahá’ís.
Mientras más lejos se mantengan los amigos de cualquier forma fija, será mejor, ya que deben considerar que la Causa es absolutamente universal y lo que puede parecer un hermoso complemento al modo de celebrar una Festividad, etc.., podría tal vez ser sonidos poco placenteros a los oídos de personas de otro país y viceversa. Siempre y cuando tengan música para ellos mismos está bien; sin embargo, no debe considerarse como música Bahá’í. – Una carta de parte de Shoghi Effendi a una Asamblea Espiritual Nacional, julio 1946.
En la tercera y última parte de esta serie, exploraremos el papel de empoderamiento de los oyentes, consumidores y creadores conscientes de la música y considerar en especial el papel que juega la juventud en el surgimiento de una nueva cultura de melodías y música.
¡No olviden revisar el Spotify de BahaiTeachings para escuchar nuestra última playlist!
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