Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Pensé que estaba preparada para la maternidad, pero el ser responsable de una nueva y frágil vida me golpeó duro.
Me convertí en una persona de sueño extremadamente ligero, y fui sacudida por algunos de los (no solicitados) consejos de crianza que recibí. Afortunadamente, me enteré de la existencia de un grupo de apoyo a la maternidad que respaldaba sus consejos con buena información basada en la investigación. Las mamás de ese grupo dijeron: «¡Por supuesto que tu bebé no tiene que llorar para tener pulmones fuertes o para ser «independiente»! ¡Por supuesto que quieres cargar a tu hijo y descubrir lo que necesita!».
Con renovada confianza, practiqué un estilo de crianza tierno y sensible mientras mi hijo crecía. Cuanto más aprendía y más veía resultados positivos, en mi propio hijo y en los hijos de otros, más confirmada me sentía en mis decisiones.
Sin embargo, me dolía el corazón por todos aquellos bebés que todavía se les dejaba llorar solos desconsoladamente, y por todos los padres que se esforzaban por averiguar qué consejo de crianza seguir. Así comenzó mi viaje de décadas para proporcionar a los padres y otros cuidadores una buena información basada en la investigación. Reuní los resultados de investigaciones en neurociencia, psicología, antropología, primatología y otros campos, centrándome en las prácticas de crianza que facilitaban el desarrollo emocional, social, moral, intelectual y físico de los bebés y los niños. Luego los comparé con las enseñanzas bahá’ís para ver si la ciencia estaba en armonía con ellas, o al menos no entraba en conflicto.
Guía espiritual para la crianza tierna de los niños
En las enseñanzas bahá’ís, Abdu’l-Bahá dijo, en una charla en París en 1911, que «Dios ha hecho que la religión y la ciencia sean la medida, por así decirlo, de nuestro entendimiento… Pesad todas las cosas en esta balanza«.
Siguiendo ese consejo, apliqué los conceptos y prácticas de crianza apoyados por la ciencia y la religión a mi propia forma de criar a mis hijos, y más tarde los compartí en el sitio web y la página de Facebook de la organización que fundé, Parenting for a Caring World.
¿Qué enseñanzas bahá’ís me guiaron mientras sopesaba los resultados de la investigación en aquella balanza? Comencé con los pasajes de los escritos bahá’ís sobre el propósito de la existencia, ya que estos claramente forman la base desde la cual elegir las metas y métodos para la crianza de los hijos. Los escritos bahá’ís dicen que estamos aquí para adquirir las virtudes que necesitaremos tanto en este mundo como en el siguiente – aquel siguiente mundo, después de la muerte, lleno de alegría y exclusivamente espiritual. También estamos en este plano terrestre, señalan esos mismos escritos, para conocer y amar a nuestro Creador, para amar y servir a nuestros semejantes, para promover la unidad de la humanidad, y para «llevar adelante una civilización en continuo progreso».
Con esos consejos en mente, los padres bahá’ís se esfuerzan por evitar criar niños ensimismados que solo piensan en sí mismos y en los placeres fugaces de este mundo, y se esfuerzan por criar niños cariñosos, capaces, morales y alegres que busquen la cercanía de Dios, el crecimiento espiritual y una vida de amor y servicio a la humanidad.
Pero, ¿cómo logramos estos nobles objetivos? Los escritos bahá’ís nos brindan algunas respuestas en los siguientes pasajes:
La madre debe… criar al niño con suavidad, en el camino de la ternura… – Abdu’l-Bahá, Una compilación sobre la educación bahá’í [Traducción provisional por Oriana Vento].
El niño no debe ser censurado u oprimido por no estar desarrollado aún, debe ser pacientemente instruido. – Abdu’l-Bahá, La promulgación a la paz universal.
“Tratad a todos vuestros amigos y familiares…con una disposición de máximo amor y amabilidad”. – Tablets of Abdul-Baha Abbas.
Aunque las siguientes citas no se refieren específicamente a la crianza de los niños, creo que pueden y deben aplicarse a la forma en que tratamos a los niños:
Él sendero de la guía es un sendero de amor y compasión, no de fuerza y coacción. – El Bab, Selecciones de los escritos del Bab.
Incumbe a los dotados de perspicacia y entendimiento cumplir aquello que producirá alegría y esplendor. – Bahá’u’lláh, Las tablas de Bahá’u’lláh.
Todos los seres humanos deben sostenerse con fuerza unos a otros… Que en todo momento se preocupen por hacer una buena obra para alguno de sus congéneres, ofreciendo a alguien amor, consideración, atenta ayuda. – Abdu’l-Bahá, Selecciones de los escritos de Abdu’l-Bahá.
Por supuesto, los niños necesitan enfrentar y superar dificultades y desafíos. Los niños sí – no los bebés. Pero independientemente de la edad de los niños, nuestro estilo de crianza en general debe estar imbuido de la gentileza, ternura, amabilidad, amor, paciencia, consideración y comprensión.
La ciencia de la crianza tierna de los niños
Ahora pasemos a la ciencia, donde encontré mucho que apoyaba un enfoque de crianza bondadosa, afinada y sensible, y mucho que mostraba lo dañino de ignorar las necesidades de seguridad y comodidad de los bebés.
Me centraré en el consejo que tanto me molestó cuando me convertí en madre: que los padres deben dejar a los bebés solos para que lloren desconsoladamente. Muchos de los llamados expertos aprueban el uso de técnicas de «entrenamiento para independencia» de los bebés, como el «llanto controlado/calmante espaciado». La justificación de este «entrenamiento del sueño» es que los padres necesitan dormir y los bebés necesitan aprender a «calmarse» y «independizarse».
Empleemos primero la ciencia de la lógica para examinar estas afirmaciones. ¿Cómo puede un bebé ser «independiente»? Incluso nosotros los adultos somos todos interdependientes. Dependemos de los agricultores, camioneros y otros para nuestras necesidades físicas y materiales, y de los amigos y la familia para el apoyo emocional y práctico. Los adultos también dependemos de Dios y sus mensajeros para obtener fuerza, orientación, amor, alegría y tranquilidad. Así que no solo es ilógico sino ridículo esperar que un bebé sea independiente. Los bebés crecen muy lentamente en una interdependencia saludable… solo si sus necesidades emocionales, de relación y otras necesidades son satisfechas cálida y consistentemente. La interdependencia saludable y la dependencia apropiada deben ser los objetivos – no la independencia, que es imposible – incluso para los adultos.
En cuanto a la «autocomplacencia», los resultados de investigaciones de campos como la neurociencia han demostrado que los bebés solo se vuelven capaces de «autocomplacencia» o «autorregulación» de forma muy gradual. La autorregulación puede definirse como el mantenimiento o el retorno a un estado de no estrés, ya sea físico o emocional. La autorregulación implica ser capaz de procesar nuestras emociones de forma positiva.
Un adulto que siente calor puede quitarse el suéter; un adulto que está molesto puede decidir tomar respiraciones tranquilas o ir a dar un paseo por el bosque. Pero los adultos también recurren a la corregulación a veces, pidiendo a un amigo un abrazo cuando se sienten solos o llamando a su cónyuge cuando están disgustados. Los bebés experimentan la corregulación cuando los padres responden a sus señales con prontitud y amor, cuando los padres los sostienen, los «llevan», les hablan y les cantan, los amamantan, los consuelan y los acunan. Esta corregulación ayuda a los bebés a mantener un patrón de respiración saludable, una temperatura corporal normal e incluso un ritmo cardíaco saludable. Los bebés aprenden a autorregularse solo a través de la corregulación que los padres proporcionan cuando es necesario. A medida que se convierten en niños y adolescentes, esta necesidad de corregulación disminuye y la capacidad de autorregulación mejora.
¿Qué sucede cuando los bebés no reciben la corregulación y la comodidad que necesitan? Los estudios de imágenes cerebrales muestran que el llanto prolongado e intenso hace que los químicos tóxicos del estrés se desplacen sobre el cerebro, que se retiren los opiáceos y que se activen los circuitos del dolor en el cerebro. Los cerebros de los bebés que no son consolados constantemente cuando están angustiados no se «conectan» con el comportamiento moral o prosocial. Sus sistemas de respuesta al estrés sufren daños, por lo que se desencadenan fácilmente en el miedo o la ira.
Dado que los bebés privados de la corregulación y la comodidad necesarias no están dotados de un sentido de autoeficacia o agencia, tienden a sentirse indefensos y están predispuestos a sufrir más tarde de depresión. Como no reciben empatía, no aprenden a sentir empatía por los demás. Los niños que no sienten empatía pueden convertirse fácilmente en bravucones, o robar, golpear y victimizar a personas y animales. Dado que los bebés y los niños pequeños que a menudo se dejan a «valerse por sí mismos» no pueden depender de los humanos para obtener «sentimientos positivos», tienden a recurrir a objetos como ositos de peluche y «cobijas de protección» y, más tarde, a los cigarrillos, el alcohol, las drogas, la «comida de consuelo», etc. También es probable que recurran a actividades como las compras compulsivas y el juego para obtener sentimientos positivos.
El Estudio ACE ha reunido una enorme cantidad de datos sobre la importancia de las relaciones y el cuidado responsable en la infancia. Este estudio continuo de décadas de duración sobre las experiencias infantiles adversas ha demostrado definitivamente que las experiencias psicosociales negativas en los primeros años se transmutan en enfermedades orgánicas, adicciones, disfunciones sociales y enfermedades mentales. ¡Individuos con una puntuación de 6 (de 10) o superior murieron dos décadas antes que una persona con una puntuación cero! ¡Los que tenían una puntuación de 4 tenían un riesgo 400% mayor de enfisema! ¡Un niño varón con una puntuación de 6 en comparación con un niño varón con una puntuación de 0 tenía un 4.600% más de probabilidades de convertirse en un usuario de drogas inyectables en el futuro!
Estos son solo algunos de los hallazgos científicos que demuestran lo perjudicial que resulta no satisfacer las necesidades emocionales y de relación de los bebés y los niños, y que demuestran los resultados positivos de las prácticas de crianza bondadosas y sensibles. Para obtener más información, visite el sitio web de Parenting for a Caring World, en www.ListenToYourBaby.com.
Al aplicar las enseñanzas bahá’ís sobre la amabilidad y el cuidado bondadoso, y al adoptar las mejores prácticas que la ciencia tiene para ofrecer, seremos capaces de criar niños que, en palabras de Abdu’l-Bahá, «…irradie luz, crezca en espiritualidad, se llene de sabiduría y erudición y adquiera las características de la hueste angelical».
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