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¿La naturaleza tiene un propósito espiritual?

Christopher Buck , Kevin Locke | Ago 14, 2022

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Los antropólogos han estudiado a los pueblos indígenas desde hace mucho tiempo, ¿tienen valor los relatos de esos observadores académicos para alguien que quiera aprender sobre la espiritualidad indígena?

En esta entrega de nuestra serie en curso de BahaiTeachings.org sobre los mensajeros indígenas, ahondamos en esta cuestión, preguntando si los relatos que los antropólogos han producido son importantes para la preservación de la historia sagrada indígena. Junto con esta pregunta, exploramos la verdad espiritual indígena casi universal de que la propia naturaleza tiene un propósito espiritual, un concepto que también impregna las enseñanzas bahá’ís. En estas tres citas diferentes, y en muchos de los escritos y enseñanzas bahá’ís, Abdu’l-Bahá dijo:

La tierra tiene sus habitantes, el agua y el aire contienen muchos seres vivos y todos los elementos tienen sus espíritus de la naturaleza…

… los fenómenos del universo encuentran su realización a través del único poder que anima y domina todas las cosas, y todas las cosas no son más que manifestaciones de su energía y generosidad. La virtud del ser y de la existencia no es a través de ninguna otra agencia.

Todas las cosas están implicadas en todas las cosas. Pues cada fenómeno ha gozado de los postulados de Dios, y en cada forma de estos infinitos electrones ha tenido sus características de perfección. – [Traducción provisional]

RELACINADO: El simbolismo del maíz como semilla de fe

P: Kevin, en las partes 97 y 98 de esta serie, presentamos a Iatiku, «la mujer del maíz», la mensajera sagrada del Pueblo Acoma. En este artículo, ofreceremos algo más de información sobre ella de una fuente indígena de confianza, preservada por un antropólogo. Pero antes de hacerlo, discutamos el valor cultural de los esfuerzos de los antropólogos por registrar y preservar las tradiciones indígenas sagradas, a pesar de sus problemas y dificultades, ya que gran parte de nuestra información a lo largo de estos artículos proviene de dichas fuentes.

En el otoño de 1928, Edward Proctor «Jefe Serpiente Grande» Hunt relató la historia de la creación y migración del Pueblo Acoma en el oeste de Nuevo México a los estudiosos de la Oficina de Etnología Americana de la Institución Smithsoniana en Washington, DC – la historia de origen del Pueblo más completa y extensa jamás registrada por los antropólogos estadounidenses. La narración fue publicada por primera vez en 1942 por la Oficina de Impresión del Gobierno de los Estados Unidos como «Boletín 135 de la Oficina de Etnología Americana», bajo el título de Mito de Origen de Acoma y Otros Registros.

Extrañamente, pero no por ello sorprendente, Edward Proctor Hunt -el narrador indígena (o «informante», como solían decir los antropólogos)- y sus asistentes, no fueron nombrados. En su lugar, el Dr. Matthew W. Stirling fue el autor registrado. Como «jefe» recién nombrado de la Oficina de Etnología Americana, el arqueólogo Stirling transcribió la historia del origen del Pueblo Acoma, con la ayuda de un joven antropólogo británico visitante, el Dr. C. Daryll Forde.

El narrador, Edward Proctor Hunt, que en ese momento tenía 67 años, había nacido y crecido en el territorio del Pueblo Acoma. Su nombre nativo era «Gaire», que significa «Primera luz del amanecer» o «Ruptura del día». Tomó su nombre americano de un libro que encontró en un traje en el que alguien había escrito que quien encontrara el libro podría tomar ese nombre. Más tarde se le conoció como «Jefe Gran Serpiente». Uno de sus hijos, Henry Wayne «Wolf Robe» Hunt, traducía para él. Un hijo más joven, Wilbert Edward «Águila de Cielo Azul» Hunt, le ayudó a traducir los cantos sagrados de Acoma que formaban parte del mito. La esposa del Sr. Hunt, Marie «Estrella matinal » Valle Hunt, y Philip » Lengua de plata » Sánchez, originario de Santa Ana Pueblo, ayudaron en este importante proyecto de legado.

La publicación de 1942 de la historia de la creación y migración del Pueblo Acoma atribuyó el trabajo solo a «un grupo de indios del Pueblo de Acoma y Santa Ana que visitaban Washington». Sin nombre en ese momento, Edward Proctor Hunt no fue olvidado. La edición de 2015 de Penguin Classics lo dio todo el crédito, como debería haberse hecho en 1942.

Así que esta es mi pregunta, Kevin: ¿Qué importancia tienen los antropólogos y sus «informantes» para la preservación de la historia sagrada indígena? En un artículo anterior, dijiste que algunos narradores daban información errónea a propósito, sin querer revelar las tradiciones sagradas. Entonces, ¿cómo podemos saber si un registro antropológico o etnográfico es auténtico y preciso?

R: Mi creencia personal, Chris, es que los registros antropológicos y etnográficos son extremadamente valiosos, incluso si la lente del documentador estaba sesgada, contaminada y/o tenía prejuicios. Con nuestro actual acceso a las tradiciones orales existentes y a los modernos conocimientos ampliados, podemos utilizar la luz del conocimiento para discernir la verdad de la ficción y llegar a una mayor comprensión. Una forma de distinguir la verdad de la ficción es plantear esta pregunta: «¿Qué verdad contiene esta ficción?».

Q:  Muy bien, con eso en mente, echemos un vistazo a lo que el «Jefe Gran Serpiente» tenía que decir sobre Iatiku, o «Mujer de Maíz», la mensajera de Dios del Pueblo Acoma, quien, durante el período prehistórico conocido como la cultura Anasazi, no sólo creó el mundo físico y espiritual Acoma, sino también su mundo cultural, proporcionando a los Acoma las primeras casas, la plaza, las kivas, los lugares sagrados, la identidad social, los principios espirituales, los preceptos éticos, las prácticas religiosas, las instituciones políticas, las técnicas de supervivencia y los rituales de curación. Como parte de este amplio arco dramático, el Jefe Gran Serpiente narra:

En esta época Iatiku vivía sola en una casa en una isla en un lago. Ella vivía aquí y la gente vivía a su alrededor. Pero solo el Jefe del Pueblo la visitaba. Mientras recibía sus instrucciones para hacer el altar, corría de un lado a otro de la isla. Luego el Jefe del Pueblo se las transmitió al Hombre de Roble. …

Iatiku hizo su fetiche con la mazorca de maíz en el centro. En el hueco del fondo de la mazorca sopló su aliento. Esto significaba su propio poder, ya que había soplado su corazón, o alma, en ella. Añadió un poco de miel en el hueco como alimento para su aliento. La miel proviene de todo tipo de plantas y representa todos los alimentos vegetales. Ponerla en la mazorca significaba también que sería la semilla o la fuente de todos los alimentos venideros. Luego tapó la mazorca con algodón y la envolvió en cuatro capas de cáscara de maíz.

Ahora Iatiku tomó la piel de la cabeza del pato y una turquesa y las colocó debajo de la mazorca, como su asiento. Por encima y alrededor de las hojas exteriores extendió el algodón. La piel de pato con plumas azules se colocó debajo de la turquesa porque el color era similar. A partir de ahora la turquesa iba a tener mucho poder, el poder de hacer que uno sea atractivo y sea amado.

El aliento que Iatiku sopló en la mazorca sería poderoso hasta donde se extendiera el aire, pero no más allá. Utilizó plumas de correcaminos, urraca, plumón de águila y pavo (plumas cortas, todavía no había loros), y el plumón de debajo de la cola del águila. A partir de entonces, estas plumas debían servir para hacer oraciones.

Kevin, ¿te gustaría comentar este pasaje?

R: Al ver los intrincados detalles de esta forma ceremonial, debemos darnos cuenta de que la esencia de la narración es que cada detalle representa la contraparte física de su realidad espiritual. En eso consisten los símbolos sagrados.

Iatiku enseñó lo que es «útil para hacer oraciones». Por ejemplo, en una analogía quizá cultural con el pueblo, las mujeres lakotas se adornan con plumas de águila -el «plumón de debajo de la cola del águila»- para representar el aliento de Dios al que se alude en las canciones de la Mujer Búfalo Blanco, el aliento sagrado simbolizado por el viento primaveral que disipa el invierno y anuncia la primavera. Ese aliento sagrado es análogo al poder del mensaje de Dios para iluminar y renovar a la humanidad. Esa es la idea principal.

P: Excelente analogía. Aquí hay una respuesta oficial de Acoma a tu excelente pregunta, «¿Qué verdad contiene esta ficción?», titulada Declaración de Importancia del Pueblo de Acomo, preparada por Kurt Anschuetz:

La historia del origen de Acoma ilustra fácilmente la ecología espiritual como un principio esencial para vivir. Un Ser Espiritual enseñó a Iatiku y a Nautisi las relaciones entre ellos, el maíz al que daban vida y del que dependían para sostener su vida, junto con las otras plantas y los animales. Pero hay más: Iatiku enseñó a sus hijos lo que debían hacer para ganarse la vida mediante la oración y las ofrendas adecuadas a los Espíritus de las Direcciones Cardinales, los Espíritus de las Estaciones y los katsina en sus peticiones de ayuda. La historia del origen y la historia de la migración de algunos de los ancestros de Acoma enfatizan el principio de que las personas son en última instancia responsables de su propio bienestar en base a su decisión de vivir o no de acuerdo con el sistema tradicional de creencias, su herencia comunitaria definitoria. …

Una vez más, la historia del origen de Acoma Pueblo revela el compromiso eterno de la comunidad con el principio de la consagración para definir su papel y propósito en el mundo. Iatiku y Nautisi, utilizando el pensamiento, el aliento y las palabras de la oración, insuflaron vida en las semillas y las tallas de piedra de todas las diferentes plantas y animales y en otros seres vivos, incluidas las montañas, que luego fueron puestas en el mundo. En el corazón de su cuerpo de conocimiento tradicional, el pueblo Acoma entiende que son inseparables de la tierra; esta, la gente, los animales, las plantas, la tierra y sus características, es todo un ser vivo, un todo.

En un próximo artículo, discutiremos este fascinante concepto de «ensoulment (infusión de un alma)» en lo que respecta a toda la creación, que es una enseñanza indígena especial que parece ser universal y que puede enriquecer nuestra comprensión global de la relación entre nosotros, como humanidad, y con el resto de la creación.

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