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Las opiniones y puntos de vista expresados en este artículo pertenecen al autor únicamente, y no necesariamente reflejan la opinión de BahaiTeachings.org o de alguna institución de la Fe Bahá'í. El sitio web oficial de la Fe Bahá’í es Bahai.org y el sitio web oficial de los bahá’ís de los Estados Unidos es Bahai.us.
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La Tierra tendrá ocho mil millones de habitantes en 2022

David Langness | Sep 6, 2022

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David Langness | Sep 6, 2022

Las opiniones y puntos de vista expresados en este artículo pertenecen al autor únicamente, y no necesariamente reflejan la opinión de BahaiTeachings.org o de alguna institución de la Fe Bahá'í.

Las Naciones Unidas calcula que la población humana de nuestro planeta alcanzará los 8.000 millones -es decir, 8.000.000.000, con 9 ceros, el mayor número de personas que ha tenido el mundo jamás- en algún momento a finales de 2022.

Ocho mil millones es solo un número, un número muy, muy grande, pero muchos científicos dicen que la Tierra ya ha superado su biocapacidad y nos instan a considerar la superpoblación como una crisis que debemos solucionar inmediatamente.

Se trata de una preocupación comprensible, ya que la población mundial superó la barrera de los 7.000 millones de habitantes hace solo una década, en 2012. En una década, hemos añadido mil millones de personas más. Los seres humanos estamos experimentando el crecimiento más rápido de la historia, ya que el número de personas en la Tierra se incrementa en aproximadamente 140 millones cada año. Esto equivale a 267 nuevos bebés nacidos cada minuto.

Intente conceptualizar este aumento exponencial sin precedentes: en el año 1800, la Tierra albergaba a mil millones de personas. En 1950, a mediados del siglo XX, esa cifra se había duplicado con creces. A finales del siglo XX, alcanzamos los 6.000 millones de personas. Este ritmo de crecimiento exponencial representa algo completamente nuevo en la historia de la humanidad: uno de los mayores retos al que nos hayamos enfrentado.

Mil millones de cualquier cosa: difícil de imaginar

Mil millones de cualquier cosa es difícil de imaginar. Resulta útil imaginarlo en términos de tiempo: mil segundos equivalen a unos 17 minutos. Un millón de segundos equivale a 12 días. Mil millones de segundos equivalen a 31 años.

En el año 2100, según un estudio reciente de la revista Science, la Tierra albergará unos 11.000 millones de personas. Otras proyecciones demográficas y de natalidad estiman que habrá hasta 15.000 millones.

Sin embargo, el crecimiento explosivo de la población se ha producido por muy buenas razones. En los últimos siglos hemos descubierto formas de cultivar más alimentos, prevenir o curar más enfermedades, reducir la mortalidad infantil y dejar de librar guerras mundiales masivas y mortales. Las plagas, la peste negra y las enormes epidemias de gripe del pasado son ya historia antigua. Con la aparición de la pandemia del Covid-19, la humanidad desarrolló vacunas y tratamientos eficaces en un tiempo récord. Sabemos más y podemos hacer más, por lo que podemos salvar a más personas.

Pero como hemos tenido tanto éxito en hacer avanzar este tipo de iniciativas humanitarias, sociales y de salud pública, hemos sido testigos de un aumento masivo de la población humana. Esto ha planteado toda una serie de preguntas difíciles: ¿Tenemos los recursos necesarios para soportar un crecimiento tan rápido? ¿Es sostenible este nivel de crecimiento demográfico? ¿Podemos alimentar, vestir y albergar a tanta gente? Nadie lo sabe realmente, porque nunca lo hemos intentado antes. El planeta se ha convertido en una placa de petri experimental, y no tenemos ni idea de en qué se convertirá ni de lo abarrotado que puede llegar a estar.

¿Podemos controlar el crecimiento de la población con métodos anticonceptivos?

Con este rápido crecimiento, la anticoncepción es cada vez más importante. Las Naciones Unidas dicen:

En todo el mundo, unas 225 millones de mujeres que quieren evitar el embarazo no utilizan métodos de planificación familiar seguros y eficaces, por razones que van desde la falta de acceso a la información o a los servicios hasta la falta de apoyo de sus parejas o comunidades. La mayoría de estas mujeres con una demanda insatisfecha de anticonceptivos viven en 69 de los países más pobres del planeta.

El acceso a una planificación familiar segura y voluntaria es un derecho humano. También es fundamental para la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer, y es un factor clave para reducir la pobreza. Invertir en la planificación familiar también produce beneficios económicos y de otro tipo que pueden impulsar el desarrollo.

Esta cuestión, el control de la natalidad y el acceso universal a una planificación familiar segura y eficaz, ha suscitado un importante debate religioso en el pasado, y todavía en la actualidad. Las principales organizaciones religiosas se han opuesto a los métodos modernos de control de la natalidad, como la píldora. Los católicos y algunos grupos judíos ortodoxos prohíben la anticoncepción artificial. Incluso algunos gobiernos han declarado ilegales estos métodos por razones morales o políticas.

Los bahá’ís y el control de la natalidad

Entonces, ¿cómo abordan los bahá’ís esta importante cuestión? Bueno, las enseñanzas bahá’ís sobre el control de la natalidad han evolucionado definitivamente con el tiempo, lo que demuestra que el principio primordial bahá’í de la concordancia entre ciencia y religión, y la flexibilidad de un órgano de liderazgo universal elegido democráticamente, permiten a la Fe evolucionar, reaccionar y ajustarse a los nuevos desarrollos científicos en lugar de recaer en cualquier dogma rígido.

Como ejemplo de esa evolución, obsérvese la diferencia entre estas dos cartas, la primera del secretario del Guardián bahá’í, Shoghi Effendi, escrita en 1935; y la siguiente, casi 50 años después, en 1981, de la Casa Universal de Justicia:

En cuanto al problema del control de la natalidad. Ni Bahá’u’lláh ni Abdu’l-Bahá han revelado nada directo o explícito respecto a esta cuestión. Pero las Enseñanzas bahá’ís, cuando se estudian cuidadosamente, implican que tales concepciones actuales, como el control de la natalidad, si bien no son necesariamente erróneas e inmorales en principio, deben ser desechadas por constituir un peligro real para el fundamento mismo de nuestra vida social.

En cuanto a los métodos de control de la natalidad, la Casa de Justicia no desea comentar la eficacia o los posibles peligros de los agentes anticonceptivos actuales, y deja a los individuos la decisión de qué curso de acción tomarán a la luz de las enseñanzas y los mejores consejos médicos disponibles…

Por supuesto, tenemos que entender el contexto aquí: el control de la natalidad en 1935 era muy diferente a los anticonceptivos orales modernos y seguros que se desarrollaron por primera vez en la década de 1960, lo que explica por qué el consejo del orden administrativo bahá’í ha cambiado y progresado.

En la década de 1930, el control de la natalidad a menudo implicaba productos químicos agresivos, dispositivos intrauterinos primitivos y perjudiciales, abortos electivos relativamente rudimentarios que a menudo provocaban lesiones e incluso la muerte, o la esterilización permanente, y en la mayoría de los lugares, todos esos métodos eran contrarios a la ley. Ahora, los anticonceptivos orales y los dispositivos anticonceptivos mucho más sofisticados y benignos se utilizan de forma segura, amplia y legal para un control de la natalidad eficaz en todo el mundo.

Pero el asunto principal, por supuesto, implica mucho más que los métodos modernos utilizados para limitar y controlar la fertilidad. Como señaló Abdu’l-Bahá en un discurso que pronunció en Pittsburgh en 1912, implica directamente la emancipación, la educación y la igualdad de la mujer:

…Bahá’u’lláh ha revelado el principio religioso de que la mujer debe recibir el mismo privilegio en la educación que recibe el hombre y pleno derecho a sus prerrogativas. Es decir, no debe existir diferencia en la educación del varón y la mujer para que las mujeres puedan desarrollar igual capacidad e importancia que el hombre en la ecuación económico-social. Entonces el mundo alcanzará la unidad y la armonía.

Los bahá’ís creen que las mujeres deben tener una igualdad total y completa, incluyendo una voz en igualdad de condiciones en las importantísimas decisiones sobre la procreación.

En todos los lugares en los que se ha producido este tipo de evolución social avanzada, las mujeres han seguido la tendencia de todos los países con una amplia disponibilidad de anticonceptivos y han optado por dejar de tener tantos hijos. Si se les da la posibilidad de elegir, las mujeres limitarán la natalidad en el mundo.

Cuando esto ocurra en todo el planeta, en todos los países y culturas, cuando las mujeres tengan opciones sobre la reproducción, será mucho más probable que la población mundial se estabilice. Si queremos minimizar el impacto del crecimiento exponencial de la población, debemos asegurarnos de que las mujeres se conviertan en socias de pleno derecho en la toma de decisiones con los hombres en todos los aspectos de la sociedad humana.

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