Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Una de las grandes bondades de vivir en esta época es la riqueza de oraciones que las tres figuras centrales de la fe bahá’í –el Báb, Bahá’u’lláh y Abdu’l-Bahá– han revelado a la humanidad. Las oraciones que invocan a Dios para pedir ayuda, curación, familias, perdón, iluminación y para casi cualquier otra situación en la que una persona pueda encontrarse forman parte de la vasta revelación de la fe bahá’í. Al igual que la comida alimenta nuestro cuerpo, estas oraciones alimentan nuestra alma para que podamos crecer espiritualmente en nuestra fe y conocimiento.
Un elemento importante de muchas de estas oraciones es que nos ayudan a comprender mejor algunos aspectos de la naturaleza de Dios. Esto es especialmente importante porque, a lo largo de la historia, ha habido interpretaciones erróneas de las escrituras sagradas que han llevado a muchos conceptos e imágenes falsas de Dios, y han alejado a algunas personas de la verdadera realidad de Dios y de la religión, o incluso las han alejado de la fe por completo.
RELACIONADO: Cómo un corto libro bahá’í cambió mi vida espiritual
Hay muchos ejemplos de oraciones bahá’ís que tienen una función educativa. Uno de ellos es un verso que se encuentra en una conocida oración de Bahá’u’lláh. Esta oración aporta un sentido de espiritualidad, esperanza y felicidad al suplicar a Dios que «cree en mí un corazón puro… revélame Tu camino… elévame hasta el cielo de la santidad… permita que las brisas de Tu eternidad me alegren… permita que Tus melodías eternas inspiren tranquilidad sobre mí… y que las nuevas de la revelación de Tu Esencia incorruptible me traigan alegría…» Es una oración verdaderamente edificante.
La última frase de esta oración revela algo sobre Dios. Bahá’u’lláh termina la oración con el verso: «Oh Tú, que eres el más manifiesto de lo manifiesto y el más oculto de lo oculto». Todos tenemos secretos que solo conocemos nosotros mismos, por lo que todos estamos parcialmente ocultos, pero este verso dice que Dios es lo más oculto y, al mismo tiempo, lo más manifiesto.
¿Cómo puede ser eso? Exploremos estos atributos de Dios.
Según el diccionario, la palabra «manifiesto» significa «fácilmente percibido por el ojo o el entendimiento; evidente; obvio». No hay nada más obvio o evidente que todo lo que nos rodea, y todas las cosas creadas, desde las lejanas estrellas del cielo nocturno, hasta las cosas que se encuentran en la naturaleza, pasando por las hebras de ADN y todo lo demás, son en última instancia creaciones de Dios. Todas las escrituras de la religión, desde el Génesis en la Biblia hasta los escritos de la fe bahá’í, reafirman que Dios es el Creador. Bahá’u’lláh escribió:
Sabe que toda cosa creada es un signo de la revelación de Dios. Cada uno, de acuerdo con su capacidad es, y siempre será, una señal del Todopoderoso. Por cuanto Él, el Soberano Señor de todo, ha dispuesto revelar su soberanía en el reino de los nombres y atributos, toda cosa creada, por el acto de la Voluntad Divina, ha sido hecha un signo de su gloria.
Teniendo en cuenta estas manifestaciones físicas de la creación de Dios, conviene hacer una aclaración. Una escuela de filosofía llamada panteísmo cree que Dios está encarnado en las cosas de este mundo. Bahá’u’lláh aclara la relación entre Dios y Su creación:
Considerad la relación entre el artesano y su obra, entre el pintor y su pintura. ¿Podría alguna vez sostenerse que la obra producida por sus manos es igual que ellas mismas? ¡Por Aquel quien es el Señor del Trono en lo alto y de la tierra abajo! No pueden interpretarse de ningún modo sino como pruebas que proclaman la excelencia y perfección de su autor.
Otra forma en la que Dios es el «más manifiesto de lo manifiesto» es a través de los Mensajeros de Dios enviados a la humanidad por Dios. Bahá’u’lláh enseñó que los fundadores de las religiones del mundo manifestaban perfectamente las cualidades de Dios a través del conocimiento que impartían, sus normas de moralidad, la capacidad de encender en los corazones de sus seguidores el amor a Dios y a la humanidad, y la capacidad de superar todos los obstáculos para establecer su Fe sin importar lo feroz que fuera la oposición.
Dios no solo se manifiesta a través de sus profetas elegidos, sino que las escrituras reveladas a la humanidad por estos profetas también revelan un destello de la realidad de Dios. Y, dado que Bahá’u’lláh es la más reciente Manifestación de Dios cuya misión es llevar a todos los pueblos del mundo a una edad de madurez en forma de paz universal, unidad, justicia y bondad amorosa, la cantidad de escritos que produjo para nuestra guía y comprensión supera con creces a los del pasado.
Shoghi Effendi, el Guardián de la fe bahá’í, al escribir sobre la inmensidad de la revelación bahá’í, citó a Bahá’u’lláh diciendo «En esta poderosísima Revelación, todas las Dispensaciones del pasado han alcanzado su más elevada y final consumación».
Así, Dios se manifiesta a través de Su creación, de los Mensajeros enviados a la humanidad que manifiestan Sus cualidades, y por los Escritos Sagrados que producen.
Ahora, exploremos la parte de la oración que dice «el más oculto de lo oculto».
Una miríada de escritos bahá’ís dejan muy claro que es imposible que cualquiera comprenda la Esencia de Dios. Bahá’u’lláh escribió: “Exaltado eres por encima de la descripción de quienquiera que no seas Tú, y la comprensión de nadie fuera de Ti”. Y también, “Exaltado, inmensamente exaltado, eres Tú, por encima de los esfuerzos del hombre mortal para desentrañar tu misterio, describir tu gloria o aun insinuar la naturaleza de tu Esencia. Por tanto, por mucho que logren tales esfuerzos, jamás podrán tener la esperanza de trascender las limitaciones impuestas sobre tus criaturas, ya que están animados por tu mandato y son engendrados por tu inventiva”.
Una analogía adecuada de la relación del creador con lo creado es la de un artista con su pintura. Por muy perfecto que sea el cuadro, por muy realista que sea el retrato, nunca podrá alcanzar la comprensión del artista. Están en dos niveles de existencia distintos y desiguales. Del mismo modo, los humanos somos lo creado, y Dios es nuestro Creador, por lo que nuestras mentes son limitadas y no pueden alcanzar el nivel intelectual de Dios. Así, la esencia de Dios está «oculta».
Otro aspecto de lo oculto es la profundidad de la sabiduría en la Palabra revelada de Dios y los límites de nuestra capacidad para comprenderla en su totalidad. Los escritos sagrados son como un océano interminable, e incluso después de toda una vida de estudio, un buscador sincero siempre continuará profundizando su comprensión de las verdades que contiene.
A medida que leemos y meditamos los pasajes de la Palabra de Dios, se hace evidente que su esencia es incognoscible para nosotros. Sin embargo, eso no nos impide tener una conexión espiritual con Él a través de Su Creación, Su Manifestación y los versículos que revelan. La oración y el estudio de las Sagradas Escrituras nos acercan a Dios y a una mejor comprensión de Él.
Comentarios
Inicia sesión o Crea una Cuenta
Continuar con Googleo