Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Con una mayor movilidad, un planeta cada vez más reducido y un sentido más amplio de apertura global a la idea del matrimonio intercultural, más y más parejas interculturales encuentran el amor y unen sus vidas.
Para los bahá’ís, un vínculo común existe entre las implicaciones prácticas de uniones interculturales y la unicidad de la familia humana. Cuando los individuos provienen de orígenes culturales muy diferentes, diferentes razas, o diferentes etnias, el principio bahá’í fundamental de la unicidad de toda la raza humana les ayuda a buscar puntos de armonía. ‘Abdu’l-Bahá lo expresó así:
Bahá’u’lláh ha dicho que las diferentes razas de la humanidad prestan una armonía compuesta y belleza de color al todo. Asociémonos, pues, en este gran jardín humano igual que las flores que crecen y se mezclan unas con otras sin discordia o desacuerdo entre ellas. – ‘Abdu’l-Bahá, La promulgación de la paz universal, páginas 88.
Pero a pesar de que las uniones interculturales se alinean con los principios espirituales bahá’ís, eso no los hace necesariamente fáciles de establecer. Puede ser desafiante aprender sobre la cultura del otro como una pareja, y para los padres y familias también.
Cuando los individuos crecen en un ambiente, se acostumbran a él. En los matrimonios interculturales, la pareja a menudo descubre la dificultad de reconocer que algunos aspectos de sus vidas son muy diferentes a los que podrían estar acostumbrados. Lo que cada uno de nosotros piensa que es normal o aceptable en nuestra cultura puede parecer anormal o inaceptable a través del lente de la comprensión cultural de otra persona.
Las parejas interculturales pueden beneficiarse de pasar tiempo aprendiendo sobre la cultura del otro a través de una variedad de experiencias. A medida que reflexionan y discuten estas experiencias, trabajan en eliminar suposiciones, su entendimiento crecerá, y la combinación de los mejores rasgos y características de sus respectivas culturas a menudo puede hacer su unión más fuerte y más resiliente.
Cuando una pareja se reúne en un país, sus experiencias pueden llegar a ser muy diferentes cuando viven en otro lugar. Si una persona se mueve y vive en la cultura del otro después del matrimonio, visitar la cultura durante el cortejo sin duda ayudará a esa transición. Sin importar dónde la pareja decida vivir, cada persona se comportará y reaccionará diferente basada en su propia experiencia cultural. La cultura afecta muchos aspectos de una relación, incluyendo cómo las mujeres son tratadas, las actividades sociales aceptables, las responsabilidades financieras, las formas de comunicarse, criar a los hijos, las relaciones familiares, y más.
Además, recuerde que las prácticas de matrimonios pueden variar dramáticamente de cultura en cultura. Lo que podría parecer normal en una cultura puede ser ofensivo o parecer extraño o “atrasado” en otra.
En algunos matrimonios interculturales, una suposición de superioridad cultural puede arrastrarse si la pareja no tiene cuidado de evitarlo. Si uno de los cónyuges cree que su cultura es más avanzada o ilustrada que la de la otra persona, usualmente seguirán las dificultades. Cualquier actitud de superioridad interferirá en alcanzar la unidad. Desde la perspectiva bahá’í, ninguna cultura, raza o nación puede tener alguna pretensión de superioridad sobre otra, y los matrimonios que ocurren en diferentes culturas necesitarán reconocer ese principio primario para tener éxito.
A medida que estos principios igualitarios, centrados en la justicia, y el reconocimiento de la unicidad de la raza humana se difundan, el mundo verá más matrimonios interculturales, y eventualmente habrá más similitudes que diferencias. Hoy en día, sin embargo, no importa de dónde venimos o qué cultura llamamos nuestra, siempre es aconsejable buscar la comprensión cultural de su cónyuge potencial.
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