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Muchos creen que Moisés fue una persona imperfecta debido a que la Biblia dice que desobedeció a Dios. Pero ¿puede un profeta de Dios ser imperfecto?
En el capítulo 20 del “Libro de los números” de la Biblia hebrea, se dice que mientras los hijos de Israel deambulaban por el desierto, se quejaban ante Moisés por la falta de agua. Dios le dijo a Moisés que reuniera a la gente, le hablara a «la roca» y que esta traería agua. Moisés reunió a su pueblo, a quien llamó «rebeldes», y golpeó dos veces la roca con su vara. El agua fluyó abundantemente. El Señor reprendió luego a Moisés y le dijo «no traerás a esta asamblea» a la Tierra Prometida debido a esta desobediencia.
Algunas personas toman este pasaje bíblico como evidencia de la imperfección de Moisés y su inferioridad en comparación con Jesucristo. Pero ¿desea Dios que comprendamos este incidente literalmente? ¿Quiere Él que creamos que su profeta pecó?
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Las enseñanzas bahá’ís aclaran que cuando Dios reprende a un profeta, esto tiene como objetivo ayudar al desarrollo de la gente y no a causa de ningún defecto en el profeta. Estas enseñanzas explican que el pueblo de ese entonces era como un niño pequeño, demasiado frágil para resistir el castigo de Dios.
En el libro Contestaciones a unas preguntas, Abdu’l-Bahá escribió: «Ello obedece a una sabiduría que es misericordia absoluta, a saber, que el pueblo no se sienta desalentado ni descorazonado. De ahí que las reprensiones parezcan ir destinadas a los profetas pese a ir destinadas al pueblo.»
Él explica que, si bien externamente, la reprensión de Dios estaba dirigida a Moisés, eran los israelitas, y no Moisés, los desobedientes que estaban siendo disciplinados, que Moisés era… “puro y libre y santificado de todo pecado”.
Abdu’l-Bahá demostró esta verdad de algunos versículos de la Biblia: «Y en el versículo 13: «Estas son las aguas de Meribah por las que disputaron los hijos de Israel con Yahvéh, y Él se santificó en ellos.» Reflexiona: aunque el pueblo de Israel se rebeló, en apariencia el reproche fue para Moisés y Aarón. Como se dice en el libro del Deuteronomio, capítulo 3, versículo 26: «Pero Yahvéh se había enojado contra Mí por vuestra causa, por lo que no me escuchó; y me dijo Yahvéh: «Basta, no me hables más de este asunto.» Ahora bien, este discurso y este reproche, en realidad se refieren a los hijos de Israel, quienes por haberse rebelado contra el mandamiento de Dios permanecieron cautivos durante mucho tiempo en el árido desierto, al otro lado del Jordán, hasta el tiempo de Josué, sean con Él las salutaciones. La arenga y reproche que parecían dirigidos a Moisés y Aarón, en realidad iban dirigidos al pueblo de Israel.»
A partir de esto, podemos ver que Dios trata de hacernos comprender que la “roca” no era literalmente una piedra, sino que representa los corazones poco receptivos del pueblo. Aprendemos el significado simbólico de la palabra “roca” de la Biblia. En la parábola del sembrador y la semilla, Jesucristo comparó algunos corazones con la piedra (Lucas 8: 6, 8:13) como también se ve varias veces en el Antiguo Testamento (Job 41:24, Ezequiel 36:26, Zacarías 7:12).
Por lo tanto, para ofrecer una comprensión más profunda de esta narrativa a la luz de la explicación bahá’í, la «roca» puede ser un símbolo de los corazones rebeldes de los israelitas; la «vara» de Moisés es un símbolo de su influencia educativa; sus dos golpes a la roca significa que Moisés tuvo que castigar repetidamente a sus seguidores; el «agua», un símbolo frecuente de la vida espiritual en la Biblia, que brota de la roca representa el conocimiento de Dios por parte de los creyentes y la vivificación de sus corazones.
El pueblo persa tiene una expresión: «hablarle a la puerta para que la pared lo escuche». Significa decirle algo a una persona con el propósito de que otra persona lo escuche. Si un padre quiere corregir el comportamiento de un niño pequeño, por ejemplo, pero el niño pequeño es demasiado tierno para hablarle directamente, el padre reprenderá a un hermano mayor para que lo oiga el niño más pequeño, por lo que el niño indirectamente obtendrá el mensaje. Abdu’l-Bahá señala que Dios hace esto con la humanidad y que esto es lo que ocurrió cuando Dios reprendió a Moisés por desobedecer. Fue el pueblo de Israel el que desobedeció, aun cuando Moisés no llegó a entrar en Tierra Santa (Deuteronomio 34: 4), fueron ellos quienes fueron castigados al ser mantenidos fuera de la Tierra Prometida.
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Las enseñanzas bahá’ís dicen que todos los mensajeros de Dios son perfectos. Por lo tanto, sería sabio considerar lógicamente: ¿Le diría acaso Dios a Moisés que le hablara a una roca para obtener agua? ¿Podría Moisés desobedecer a Dios al golpear una roca? Si Moisés fue desobediente al golpear una roca, ¿haría Dios que fluyera agua de ella? Dado que estos pasajes no tienen un sentido lógico, estos deben necesariamente tener un significado espiritual más profundo.
En otra ocasión, Dios le dijo a Moisés que golpeara la misma roca para que fluyera agua de ella (Éxodo 17: 6). Ya que Jesús y el Antiguo Testamento ambos comparan el corazón humano rebelde con una roca, y dado que, en los versículos citados arriba, Dios dice que el pueblo de Israel era rebelde, ¿no tiene más sentido que Dios disciplinara a sus hijos rebeldes por su conducta al castigar a Moisés, quien estaba libre de todo defecto?
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