Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
No podemos encontrar a Dios sin ayuda. Esta no es una afirmación nueva, es al menos tan antigua como el Katha Upanishad, un antiguo libro sagrado hindú, que dice:
Ese Ser [Dios] no puede ser alcanzado por el Veda, ni por el entendimiento, ni a través de mucho estudio. Aquel a quien el Ser elige, por él el Ser puede ser alcanzado. El Ser lo elige [el buscador] como suyo. – – 1:2:22-23.
Entonces, ¿elegimos a Dios, o Dios nos elige a nosotros? Si elegimos creer en Dios, y por lo tanto creemos que el sistema en el que vivimos es el de Dios, entonces Dios nos ha permitido encontrarlo; Él nos ha elegido. De cualquier forma, nosotros no tomamos la última decisión – pero sí tenemos la capacidad de entendimiento:
No permitáis que os envuelvan los densos velos de vuestros deseos egoístas, ya que he perfeccionado Mi creación en cada uno de vosotros, para que la excelencia de Mi obra sea plenamente revelada a los hombres. Por consiguiente, cada ser humano ha sido, y continuará siendo, capaz de apreciar por sí mismo la Belleza de Dios, el Glorificado. – Bahá’u’lláh, Pasajes de los escritos de Bahá’u’lláh, pág. 165.
Las enseñanzas bahá’ís dicen claramente que todos poseemos el potencial innato de encontrar a Dios y reconocer la verdad de su existencia:
En breve, es deber de todos nosotros ser amantes de la verdad. Busquémosla en cada ocasión y en cada país, teniendo sumo cuidado de no apegarnos a las personalidades. Veamos la luz dondequiera que brille, y ojalá podamos reconocer la luz de la verdad sea cual fuere el lugar de donde amanezca. Aspiremos el perfume de la rosa en medio de las espinas que la rodean; bebamos del agua que brota de cada manantial puro. – Abdu’l-Bahá, La sabiduría de Abdu’l-Bahá, pág. 160.
La creencia de que Dios nos elige hace eco en todas las religiones. En el judaísmo, es Dios quien lleva a su pueblo en las alas del águila y lo lleva hacia Él (Éxodo 19:4). En el cristianismo, es Dios, quien con su asombrosa gracia, «salva a un miserable como yo». En el Islam es Dios quien nos saca de las profundidades de la oscuridad a la luz: y es Él quien está lleno de misericordia con aquellos que han creído (Corán 33:43). En el Hinduismo, el más grande defensor del Vaishnavismo en Occidente durante mi vida, A.C. Bhaktivedanta Swami, escribió: «Sólo podemos entender a Krsna adquiriendo la gracia de Krsna», y en el Budismo, es muy claro que Dios, el «no nacido, no resucitado e incondicionado» es el que nos libera, ya que como dice la escritura budista:
Si no hubiera un no nacido, no resucitado e incondicionado, no habría escapatoria para los nacidos, resucitados y condicionados. Debido a que existe un no nacido, no resucitado, incondicionado, existe una escapatoria para los nacidos, resucitados y condicionados. – Udana, 8.3.
La salvación no es algo que logremos por nuestra propia cuenta; se da para ser lograda. Por eso todas las religiones, incluida la Fe bahá’í, describen a Dios como el Dador Supremo y su gracia como necesaria para encontrar a Dios y alcanzar progreso espiritual:
La gracia de Dios es como la lluvia que desciende del cielo: el agua no está circunscrita a limitaciones de forma, mas según el lugar en que cae adquiere limitaciones –dimensiones, aspecto, forma– de acuerdo con las características del lugar. En un estanque cuadrado, el agua que previamente no estaba restringida se convierte en un cuadrado; en un estanque de seis lados, se transforma en un hexágono; en un estanque de ocho lados, en un octágono y así sucesivamente. La lluvia en sí misma no tiene geometría, ni límites, ni forma, pero adquiere una forma u otra según sean las características del recipiente. De igual modo, la Santa Esencia de Dios nuestro Señor es ilimitada, inmensurable, pero Su gracia y Su esplendor se vuelven finitos en las criaturas. – Abdu’l-Bahá, Selecciones de los escritos de Abdu’l-Bahá, pág. 217.
Sin ayuda nosotros no podríamos encontrar a Dios, por eso el Creador nos envía su guía a través de una secuencia progresiva de mensajeros y profetas: las santas manifestaciones de Dios quienes nos traen su gracia, sabiduría y amor:
Alabanza sea para Dios, el Poseedor de todo, el Rey de gloria incomparable, una alabanza inmensamente por encima del entendimiento de todas las cosas creadas, y excelsa sobre el alcance de las mentes humanas. Nadie salvo Él podrá nunca cantar en forma adecuada Su loanza, ni tampoco hombre alguno logrará jamás describir la plenitud de Su gloria. ¿Quién puede pretender haber alcanzado las alturas de Su exaltada Esencia, y qué mente puede medir las profundidades de Su misterio insondable? De cada una de las revelaciones que emanan de la Fuente de Su gloria han aparecido santas e inacabables pruebas de inimaginable esplendor, y de cada manifestación de Su invencible fuerza han vertido océanos de eterna luz. – Bahá’u’lláh, Pasajes de los Escritos de Bahá’u’lláh, pág. 73.
Seguramente la fe no se puede ganar o comprar, pero debido a que se adquiere gratuitamente, no hay necesidad de hacerlo. Somos escogidos no debido a nuestro conocimiento adquirido o nuestros actos de nobleza, sino porque sencillamente podemos aprender a ver nuestra realidad y estar en un estado de asombro consciente ante un siempre presente Dador y decir: “Yo creo”.
Creo que estoy viviendo en presencia de un Dios existente, intencionado, quien infunde a todo con significado, dejando rastros de su existencia en todo momento, incluso ahora.
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