Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Podemos orar pidiendo ayuda, guía y fortaleza, para nosotros mismos y para los que amamos, pero ¿hacemos oraciones junto con y por su comunidad?
Desde que regresé a los EE. UU. el año pasado, después de dos años viviendo en Brasil, mi esposa y yo hemos experimentado una especie de conmoción cultural relacionada con la oración. En nuestra experiencia, no importa dónde vivas, es un tanto difícil hacer conexiones auténticas con otras personas que van más allá de las interacciones superficiales. Descubrimos que frecuentemente se necesita mucho más tiempo y esfuerzo para superar el distanciamiento y establecer amistades significativas aquí de lo que experimentamos en Brasil.
¿La diferencia? En Brasil teníamos una cultura de oración comunitaria que ayudó a unir a las personas y profundizar nuestras conexiones compartidas.
Desarrollar amistades naturales y sinceras es un reto. Adquiere una importancia aún mayor cuando consideramos el papel esencial de la amistad como parte de la ciencia de la sociabilidad para unir a las personas. A medida que mejoremos en la construcción de amistades sinceras, tendremos más éxito en unir a las personas para liberar aquel poder transformador para generar el cambio que necesitan nuestras sociedades. Como mi esposa y yo aprendimos en Brasil, la oración hace posible ese proceso.
La Enciclopedia Británica define la oración como:
Un acto de comunicación de los seres humanos con lo sagrado o santo: Dios, los dioses, el reino trascendente o poderes sobrenaturales. Acto que se encuentra en todas las religiones en todos los tiempos, la oración puede ser un acto colectivo o personal que utiliza diversas formas y técnicas.
En general, Estados Unidos es claramente un país muy devoto. Según un estudio realizado el año pasado por Barna Group, la gran mayoría de los estadounidenses (79%) informaron haber rezado al menos una vez en los tres meses anteriores. La población de los Estados Unidos es incluso mucho más devota de lo que sugiere la economía moderna. A nivel mundial, tiende a haber una correlación entre la riqueza y la oración: las poblaciones en los países más ricos tienden a orar menos que los países más pobres. Estados Unidos es un caso atípico en este sentido, un país muy rico con una tasa muy alta de oración entre la población. De hecho, un estudio realizado por el Foro Pew encontró que los estadounidenses oran más que cualquier otro país rico del mundo.
A pesar de este abrumador compromiso con la oración, la práctica generalizada de la oración no parece traducirse naturalmente en un sentido compartido de comunidad entre los estadounidenses. Dejando de lado las diferencias de religión, la razón principal parece ser que la oración es típicamente una experiencia muy personal y privada para los estadounidenses. El mismo estudio realizado por el Grupo Barna de 2017 encontró que casi todos los estadounidenses que oran con más frecuencia lo hacen solos (94%). Además, la mayoría elige hacerlo en silencio (82%).
Aunque la mayoría de las personas en los Estados Unidos no están acostumbradas a orar con otros ni a orar en voz alta, los bahá’ís reconocen en la oración comunitaria un inmenso potencial para construir una comunidad e inspirar un cambio significativo dentro de una sociedad religiosa y políticamente diversa, económica y racialmente dividida. Como dijo una vez Mahatma Gandhi, «La oración no es el ocioso pasatiempo de una anciana. Bien entendido y aplicado, es el instrumento de acción más potente «.
Liberar el potencial de la oración comunitaria como una fuerza para la construcción de la comunidad y el cambio transformador depende de lo que entendemos que es la oración y de si trasciende el murmullo de las sílabas y los sonidos en una acción significativa y efectiva. Como dijo Benjamin Franklin: «Servir a Dios es hacer el bien al hombre, pero orar es un servicio más fácil y, por lo tanto, más generalmente elegido».
Los bahá’ís entienden que la oración es una conversación con Dios, que está inextricablemente vinculada con la acción y hacer el bien a los demás. De hecho, las enseñanzas bahá’ís nos dicen que la efectividad de nuestras oraciones depende de la acción:
“…todo esfuerzo y dedicación realizados por una persona con todo su corazón, es adoración, si están inspirados en motivos elevados y el deseo de servir a la humanidad. Esto es adoración: servir a la humanidad y proveer las necesidades de las gentes. El servicio es oración. Un médico atendiendo a los enfermos cariñosa, tiernamente, libre de prejuicios y creyendo en la solidaridad de la raza humana, está ofreciendo alabanzas”. – Abdu’l-Bahá, La Sabiduría de Abdu’l-Bahá, p. 214.
En otra parte de los escritos bahá’ís, las acciones nobles que deberíamos llevar a cabo para servir a los demás se llaman «hermosas oraciones», que caracterizan lo que significa ser bahá’í:
“…esforzaos para que vuestras acciones sean a diario hermosas oraciones. Volveos hacia Dios, y procurad hacer siempre aquello que es justo y noble. ¡Ayudad al pobre, levantad al caído, confortad al afligido, procurad remedio al enfermo, tranquilizad al temeroso, librad al oprimido, brindad esperanza al desesperado, y albergue al desamparado! Éste es el trabajo del verdadero bahá’í, y esto es lo que se espera de él. Si nos esforzamos por hacer todo esto, entonces podremos considerarnos verdaderos bahá’ís, pero si no lo hacemos, no seremos seguidores de la Luz, y no tendremos derecho al nombre”. – Ibid., p. 105.
Los bahá’ís se esfuerzan por crear patrones de actividad en los vecindarios y comunidades de todo el mundo que reflejen esta comprensión de la oración como una vida de servicio activo e inspirado para nuestras familias, amigos, vecinos y la comunidad en general. Una de las formas principales en que los bahá’ís crean tales patrones es reuniendo a personas con el propósito expreso de orar juntos, en reuniones informales a menudo llamadas devocionales bahá’ís, que pueden utilizar las oraciones de todas las religiones. Tal reunión, aunque simple en apariencia, tiene el potencial de crear vínculos únicos con otros de una manera que trasciende las diferencias, el distanciamiento y el aislamiento social.
Entender la oración como una poderosa fuente de acción transformadora, y no simplemente como un fin en sí mismo, crea un buen punto de partida para explicar a otros el propósito y el beneficio de orar juntos. Una vez que el proceso de oración que lleva a la acción social comienza a suceder, como se dio cuenta el gran líder abolicionista Frederick Douglass, el mundo entero puede cambiar: «Oré por la libertad durante veinte años, pero no recibí respuesta hasta que oré con mis piernas».
Si estás interesado, ponte en contacto con tu comunidad bahá’í local y pregunta sobre sus reuniones devocionales; nos encantaría conocerte.
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