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¿Por qué buscamos la fama?

David Langness | Jun 16, 2024

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David Langness | Jun 16, 2024

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¿Quién busca y desea la fama y qué le impulsa a ello? Bueno, si alguna vez has vivido en Hollywood como yo lo hice, podrías empezar a creer que ser famoso representa un deseo universal común a todo el mundo.

Esto puede explicar por qué grandes concentraciones de buscadores de fama se congregan en nuestras capitales del entretenimiento, por las razones obvias.

Cuando vivía y trabajaba en Hollywood, el encuentro con muchas personas inmersas en la búsqueda de la celebridad pública me hizo preguntarme: ¿por qué quienes persiguen incansablemente la fama tienen un deseo tan ardiente de reconocimiento, de renombre, del estruendo de la aprobación y el aplauso de grandes multitudes de desconocidos? ¿Qué les motiva a buscar la fama con tanta insistencia? ¿Por qué necesitan tan desesperadamente el amor, la aprobación o la validación de las masas?

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Una actriz exitosa que enseña interpretación en Los Ángeles me contó una vez esta ilustrativa historia sobre la búsqueda de la fama: en una de sus clases, pidió a sus 17 jóvenes estudiantes que explicaran honestamente por qué querían ser actores, y todos ellos respondieron «porque me gustaría ser muy conocido».

Luego preguntó: «¿Cuántos de ustedes proceden de familias disfuncionales o con problemas de alcoholismo?».

Dieciséis de ellos, todos menos uno, levantaron la mano. Entonces, todos los que habían levantado la mano miraron con recelo al único alumno que quedaba, quien dijo: « OK, me han pillado», al tiempo que hacía que fuera unánime levantando lentamente la mano.

¿Es posible que todos busquemos el amor de distintas maneras y que algunos que hacen de la fama su principal objetivo lo busquen de todo el mundo? ¿Podría la falta de amor y atención en la infancia por parte de los padres u otras personas contribuir a una fuerte necesidad adulta de fama, honor y el «amor» al por mayor de muchas personas?

Ambas preguntas pueden responderse con un rotundo sí, según los expertos. El psicólogo Alfie Kohn, escribiendo en la revista Psychology Today, definió el comportamiento de búsqueda de fama como una búsqueda de validación social:

La fama, más que la riqueza, tiene que ver con la validación social, y este hecho subraya la triste ironía de que las personas que la ansían suelen sentirse aisladas y alejadas de los demás. Al igual que el ansia de aplausos de un artista, la autoestima de quien busca la fama depende de cómo le vean los demás.

Este tipo de validación externa, buscar la aclamación, la visibilidad y el renombre que creemos que la fama y la celebridad otorgan, impulsa y motiva a un número cada vez mayor de personas en nuestra cultura obsesionada por los famosos. Esa tentación: si eres famoso, todo el mundo te querrá, te admirará y te envidiará, actúa como un cebo para las personas que se sienten abandonadas y poco queridas.

Pero actuar solo por ese deseo, advierten las enseñanzas bahá’ís, conducirá inevitablemente a un resultado infeliz. Bahá’u’lláh escribió:

Cuidad de no aferraros a lo que poseéis ni ufanaros de vuestra fama y renombre. Lo que os conviene es desprenderos completamente de todo cuanto hay en los cielos y en la tierra. Así lo ordena Aquel que es el Omnipotente, el Todopoderoso.

En esta misma línea, una de las primeras publicaciones bahá’ís titulada True Belief citaba a Abdu’l-Bahá diciendo:

Todos los seres humanos son terrenales; sus corazones están conectados con este mundo. Día y noche sus pensamientos y ocupaciones son terrenales; todos pertenecen a este mundo. Piensan en los honores de este mundo, o en las fortunas y riquezas de este mundo, o en el nombre y la fama en este mundo. Así transcurren sus días y sus noches. La guía de Dios hace evidente y claro, cuando se abre el camino del Reino, el camino divino, de que éste es el sendero del Reino.

No basta sólo con distinguir el camino del Reino, sólo con descubrir el camino celestial: hay que recorrerlo hasta llegar al final. [Traducción provisional de Oriana Vento]

Las enseñanzas bahá’ís nos piden a cada uno de nosotros que desarrollemos un horizonte más elevado, una visión más duradera y una meta más profunda que la efímera fama mundana. Abdu’l-Bahá aconsejó a todas las personas que no se centraran en buscar la admiración y la aprobación de los demás, sino en buscar el amor verdadero y duradero de Dios:

Mediante el conocimiento de Dios, la luz de este amor se enciende en la lámpara del corazón, y sus rayos se difunden e iluminan el mundo y confieren a la persona la vida del Reino. Y, en verdad, el fruto de la existencia humana es el amor a Dios, que es el espíritu de vida y la gracia sempiterna. Si no fuese por el amor a Dios, el mundo contingente estaría sumido en la oscuridad. Si no fuese por el amor a Dios, los corazones humanos estarían despojados de vida y privados de las susceptibilidades de la conciencia. Si no fuese por el amor a Dios, las perfecciones del mundo humano desaparecerían por completo. Si no fuese por el amor a Dios, no existiría conexión real entre los corazones humanos. Si no fuese por el amor a Dios, se perdería la unión espiritual. Si no fuese por el amor a Dios, se extinguiría la unicidad de la humanidad. Si no fuese por el amor a Dios, Oriente y Occidente no se abrazarían como dos amantes. Si no fuese por el amor a Dios, la discordia y la división no se transmutarían en compañerismo. Si no fuese por el amor a Dios, el distanciamiento no dejaría paso a la unidad. Si no fuese por el amor a Dios, el extraño no llegaría a ser un amigo. En realidad, el amor en el mundo humano es un rayo del amor a Dios y un reflejo de la gracia de Su munificencia.

Como escribió Abdu’l-Bahá en sus Tablas del Plan Divino, esto significa desprendernos de la fama mundana temporal mientras hacemos todo lo posible por buscar la fama permanente y eterna que ofrecen los «tesoros celestiales» de la iluminación espiritual:

Consecuentemente, no descanséis, no busquéis reposo, no estéis apegados a las lujurias de este mundo efímero, libraos de todo apego, y esforzaos con corazón y alma para estableceros completamente en el Reino de Dios. Ganad Tesoros Celestiales. Día tras día sed más iluminados. Acercaos más y más al Umbral de la Unidad. Convertíos en los manifestadores de los Favores Espirituales y los lugares del amanecer de Luces Infinitas.

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