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¿Por qué los bahá’ís celebran el Día de la Alianza?

From the Editors | Nov 25, 2020

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From the Editors | Nov 25, 2020

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¿Quién habla en nombre del fundador de una religión después del fallecimiento su profeta? Esa pregunta ha plagado la religión a lo largo de la historia, y las discusiones sobre ella han causado un dolor y un sufrimiento indecibles.

De hecho, esta pregunta ha dominado la historia de la mayoría de las grandes religiones. Cismas, sectas e incluso guerras religiosas han sido el resultado de profundos y desastrosos desacuerdos sobre la sucesión y la autoridad. Muchas de estas batallas se han convertido en luchas demasiado humanas por el poder, que han dado lugar a carnicerías, odio, fanatismo y la consiguiente pérdida del espíritu original que enseñaron los fundadores de esas religiones. Cuando menos, esas batallas internas han debilitado cada religión y han reducido su capacidad de enseñar amor, armonía y unidad al mundo.

Las enseñanzas bahá’ís, a diferencia de las tradiciones religiosas del pasado, tratan esta cuestión de una manera clara, directa e inmutable – de una manera que es completamente única.

Cuando Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la Fe bahá’í, falleció en 1892, dejó un testamento escrito llamado «El libro de la Alianza». En él, nombró a Abdu’l-Bahá, su hijo mayor – al que llamó «La Más Poderosa Rama» – como su sucesor y la cabeza de la Fe bahá’í:

¡Oh, vosotros, que habitáis en la tierra! La religión de Dios aspira a alcanzar el amor y la unidad; no hagáis de ella causa de enemistad o disensión…

El conflicto y la contienda están categóricamente prohibidos en Su Libro. Éste es un decreto de Dios en esta Grandísima Revelación. Está divinamente preservado de la anulación y Él lo ha investido con el esplendor de Su confirmación. En verdad, Él es el Omnisapiente, el Omnisciente…

La Voluntad del divino Testador es ésta: Incumbe a… mis parientes, a todos y cada uno de ellos, volver sus rostros hacia la Más Poderosa Rama. Examinad lo que hemos revelado en Nuestro Libro Más Sagrado: «Cuando el océano de Mi presencia haya menguado y el Libro de Mi Revelación haya concluido, volved vuestros rostros hacia Aquel que Dios ha designado, que ha brotado de esta antigua Raíz». Este Verso sagrado no alude sino a la Más Poderosa Rama [‘Abdu’l-Bahá].

Debido a este pacto escrito explícito, la Fe bahá’í, ahora más de un siglo después del fallecimiento de su fundador, Bahá’u’lláh, es la única gran religión mundial que ha conservado su unidad y ha resistido con éxito a la división sectaria. En algunos momentos de su historia, unos pocos individuos intentaron crear un cisma y una división entre la comunidad mundial bahá’í, pero ninguno lo ha conseguido nunca, porque los bahá’ís entienden lo que significa la Alianza y siguen sus disposiciones.

Aerial view of the Shrine of Bahá’u’lláh and Mansion of Bahjí where Baha’u’llah spent his last days.
Vista aérea del Santuario de Bahá’u’lláh y la Mansión de Bahjí donde Bahá’u’lláh pasó sus últimos días.

Así que el 25 o 26 de noviembre de cada año, los bahá’ís de todo el mundo celebran la unidad de su Fe – y la unidad esencial de todas las Religiones – en un Día Sagrado bahá’í llamado el Día de la Alianza.

Este Día Sagrado reconoce y honra el nombramiento de Abdu’l-Bahá como el Centro de la Alianza de Bahá’u’lláh, representando la línea ininterrumpida y unificada de guía espiritual que salvaguarda la Fe bahá’í de la división y la desunión. También reconoce el mayor y más amplio pacto que existe entre Dios y la humanidad, que se expresa en las conexiones proféticas que unen a cada Fe. 

Los bahá’ís creen en la revelación progresiva – que Dios revela la verdad religiosa y mística a través de una continua sucesión de profetas y mensajeros a lo largo de toda la historia humana. La revelación progresiva conecta a los grandes maestros religiosos del mundo, los fundadores de las principales religiones de la humanidad, en una gran cadena de guía espiritual de Dios. Buda, Krishna, Cristo, Moisés, Muhammad – los bahá’ís creen que cada uno de los profetas y mensajeros de Dios han fundado una de las grandes religiones del mundo, y también han prometido a sus seguidores que volverían.

Cuando aparecen nuevos mensajeros para cumplir con esta promesa, estos conducen a la humanidad a su realidad espiritual nuevamente. Esta alianza eterna entre Dios y la humanidad llama a todos a reconocer y aceptar al siguiente profeta, formando el sistema de educación divina llamado revelación progresiva. Abdu’l-Bahá escribió que los bahá’ís ven esta unidad de la religión como una cadena orgánica e ininterrumpida de mensajeros de Dios, quienes enseñaron la misma Fe esencial:

…es un principio básico de la Ley de Dios que en toda Misión Profética, Él establece una Alianza con todos los creyentes, una Alianza que perdura hasta el final de esa Misión, hasta el día prometido, cuando se pone de manifiesto el Personaje estipulado al comienzo de la Misión.

La Alianza bahá’í, claramente delineada en la Voluntad y el Testamento de Bahá’u’lláh, continúa esa cadena ininterrumpida de guía y amor divinos, no solo prometiendo a la humanidad que otro mensajero divino vendría en el futuro, sino nombrando a Abdu’l-Bahá como sucesor de Bahá’u’lláh. Ese nombramiento proporciona el principio organizador para la continuación de las enseñanzas bahá’ís y la administración de la creciente comunidad bahá’í en todo el mundo, así como para responder a las cuestiones de sucesión y liderazgo que han preocupado a tantas religiones del pasado. En una charla que dio en Nueva York en 1912, Abdu’l-Bahá explicó:

En cuanto a la más grande característica de la Revelación de Bahá’u’lláh, una enseñanza específica no dada por ninguno de los profetas del pasado es el mandato y nombramiento del Centro de la Alianza. Mediante este nombramiento y provisión, ha salvaguardado y protegido la religión de Dios de las diferencias y los cismas, haciendo imposible que alguien cree una nueva secta o facción de credo. Para asegurar la unidad y la armonía, Él ha establecido una Alianza con todos los pueblos del mundo, incluyendo al intérprete y exegeta de Sus enseñanzas, para que nadie pueda interpretar o explicar la religión de Dios de acuerdo a su propia perspectiva u opinión y así crear una secta basada sobre su entendimiento individual de las Pablaras divinas.

El nombramiento de Bahá’u’lláh confirió a Abdu’l-Bahá la autoridad para funcionar como único intérprete de los escritos bahá’ís y lo nombró como el que llevaría a cabo el propósito de Bahá’u’lláh de establecer el orden administrativo bahá’í. El nombramiento de Abdu’l-Bahá como Centro de la Alianza también reconoce que en su vida personal, en sus palabras y hechos, Abdu’l-Bahá ejemplificaba perfectamente las cualidades e ideales de un verdadero bahá’í.

Luego, tras el fallecimiento de Abdu’l-Bahá, la Alianza bahá’í continuó cuando en su propia voluntad y testamento nombró a Shoghi Effendi como el Guardián de la Fe bahá’í y tomó disposiciones para la elección global de la Casa Universal de Justicia. Esa Alianza preparó el camino para que la comunidad mundial bahá’í hiciera la transición de una sucesión hereditaria a una democrática. La primera elección de la Casa Universal de Justicia tuvo lugar en 1963, cien años después de que Bahá’u’lláh proclamara el comienzo de su Fe.

Esta Alianza bahá’í, que constituye una clara línea de sucesión que ha mantenido intacta e inviolable la unidad de la Fe bahá’í, sirve no solo para unir y cohesionar los corazones de los bahá’ís de todo el mundo, sino que también demuestra a toda la humanidad que podemos lograr una unidad más global que incluya a todos los pueblos y naciones.

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