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Por qué debemos empezar a pensar con una mentalidad beneficiosa para todos

Matine Khalighi | Dic 7, 2020

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Matine Khalighi | Dic 7, 2020

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Digamos que vas caminando por la calle y ves a alguien sin hogar. Están sosteniendo un cartel pidiendo ayuda. Te sientes mal por ellos y te duele el corazón. Pero no puedes evitar escuchar esa pequeña voz en tu cabeza que dice «Esta persona debe haber hecho algo malo para terminar en esta situación». Te vas sin hacer nada.

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Se podría argumentar que en este escenario, estás viendo esta situación a través de una mentalidad independiente. Crees que cada persona es responsable de su propia vida, y que su batalla, aunque inquietante, no está directamente relacionada contigo.

Ahora, veamos la situación a través de otro punto de vista – uno que Stephen Covey, en su libro «Los 7 Hábitos de la Gente Altamente Eficaz», llama una mentalidad de gana-gana: Aparte del hecho de que te sientes mal por ellos y quieres ayudar, tu mente también considera la situación en un contexto más amplio. Te puedes preguntar: «¿Cómo afecta la lucha de esta persona al resto de mi comunidad?»

Empiezas a considerar el hecho de que, debido a que esta persona está sentada en la calle, existe la posibilidad de que se lesione o enferme, lo que le haría ir al hospital. Ahora bien, como es probable que no tenga seguro, la comunidad tendrá que hacer un gran sacrificio financiero para que reciba tratamiento.

También considera que debido a que esta persona vive en la calle, su capacidad de contribuir al crecimiento de nuestra sociedad es limitada. Cada persona tiene algo único que puede ofrecer al mundo. Pero, dada su situación, no podemos beneficiarnos completamente de su potencial de contribución – tal como un talento o habilidad que podría potencialmente resolver problemas, grandes o pequeños.

Al ver a todos en la sociedad como interconectados en lugar de independientes, permitimos que nuestras mentes se abran a nuevas consideraciones.

Nunca lo sabremos porque, por alguna razón, los humanos hemos arraigado en nuestras cabezas la idea de que todos somos independientes. Al ver a todos en la sociedad como interconectados en lugar de independientes, permitimos que nuestras mentes se abran a nuevas consideraciones.

Los escritos bahá’ís también explican maravillosamente este concepto. Abdu’l-Bahá, el hijo del fundador y profeta de la fe bahá’í, Bahá’u’lláh, dedicó su vida a ayudar a los pobres y a los necesitados. En sus escritos, explicó esta falta de reciprocidad en la sociedad: “Aunque el cuerpo social es una familia, sin embargo, debido a una falta de relaciones armoniosas, algunos miembros viven en comodidad y otros en la miseria; algunos están satisfechos y otros están hambrientos, algunos visten costosas prendas y muchas familias están carentes de alimentos y casa. ¿Por qué? Porque en esta familia falta la justa reciprocidad y armonía. Esta familia no está bien organizada. No está viviendo bajo una ley perfecta. Todas las leyes que nos gobiernan no aseguran la felicidad. Ellas no proveen el bienestar. Por esto debe dictarse una ley para esta familia, por medio de la cual todos sus miembros deben gozar de un igual bienestar y felicidad”.

Al pensar que cada uno de nosotros es independiente, los demás pueden ser tóxicos. Eso nos da una excusa para no pensar en los sentimientos o el bienestar del otro. Debemos dar un paso atrás y recordar que todos somos miembros de una raza: la raza humana. Debemos encontrar el amor por nuestra humanidad y permitir que nos una.

Si hemos aprendido algo de los inmensos desafíos que el año 2020 ha presentado a nuestro mundo, es que nuestra tenacidad es mejor cuando va unida a la bondad. Podemos tener la audacia de creer en la afirmación de Bahá’u’lláh de que «Tan poderosa es la luz de la unidad que puede iluminar toda la tierra».

Adoptar una mentalidad de gana-gana podría ser extremadamente beneficioso para nuestra sociedad, y no sólo en el ejemplo que presenté. Ahora imagina si hiciéramos eso todo el día en todas nuestras interacciones.

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